Tomando riesgos por el Reino de Dios

Qué estás dispuesto a arriesgar por el Reinado de Dios ?   En el Evangelio de hoy Jesús dice: "El que quiera venir conmigo debe negarse a sí mismo." Algunas veces esto significa negarse a los deseos pecaminosos, pero algunas veces esto significa rechazar lo bueno, deseos saludables, para lograr objetivos más grandes.

Por ejemplo, si eres testigo de una injusticia en el trabajo o en la parroquia y hablar de eso puede costarte tu Buena reputación y hasta tu trabajo - es correcto y perfectamente aceptable proteger lo que Dios te ha dado. Sin embargo, el momento en el que esta protección interfiere con el plan de Dios por un bien mayor, nosotros no debemos enfocarnos únicamente en nosotros mismos.

Yo soy el tipo de persona que prefiero evitar los conflictos que causarlos. En el nombre de Dios, las personas que son como yo permanecen calladas cuando es necesario causar un revolcón. Lo llamamos "amando nuestros enemigos" y "siendo pacientes" y "siendo pacíficos". Pero para hacer paz, primero debe haber una batalla. Moisés causó mucho problema cuando él le pidió al Faraón liberar los Israelitas de su opresión. Los egipcios no estaban en la Guerra con la nación Judía cuando Moisés defendió su gente.
Para traducir esto en términos Cristianos, los Israelitas tuvieron que recoger sus cruces y estar dispuestos a perder sus vidas para ganar su libertad.  Y como Moisés se los recordó a sus seguidores en la primera lectura de hoy, Dios los liberó sin problemas.

Cuál faraón está en tu vida? De qué injusticia eres tú testigo que te está inquietando? Usa esa inquietud como un regalo de Dios porque realmente lo es! El deseo de que tú hagas algo acerca de una injusticia ha sido colocado allí por Dios mismo. Esto te conecta con la Pasión de Jesús, la cual duele, por supuesto, y es una cruz que tenemos que llevar por un tiempo. Pero decir no es decir no a la solidaridad con aquellos quienes realmente están sufriendo y por quienes tú has sido llamado a ser la presencia de Cristo en la tierra. Y dice no a tu solidaridad con Cristo, quien es tu fuente de la eterna justicia.

Nuestros esfuerzos para guardarnos a nosotros mismos de los sufrimientos por llevar una vida fácil nunca trabajará. No podemos enteramente evitar el sufrimiento aquí en la tierra, entonces por qué no usarlo para el Reino de Dios? Nuestro Padre siempre protegió a Jesús, aún en la cruz: El protegió su hijo de una muerte eterna. Él nos protegerá, también, en una manera y tiempo que él mismo escoja. Vamos a dejar pasar eso por evitar un problema?

Algunos debemos sufrir una batalla para ganar la Victoria. Si estamos hacienda lo que Dios quiere que hagamos, Él está de nuestro lado, sufriendo más que nosotros, besando nuestras heridas, haciéndonos Fuertes, y guiándonos a la vida gloriosa del Reino. En esta unión de la pasión, Él es nuestra seguridad - Él es siempre seguro.

Reflexiónes de las Buenas Nuevas
Viernes de la 18a semana en Tiempo Ordinario
Agosto 9, 2013

Esta reflexión fue copiada con permiso de la autora, Terry Modica, y es utilizada bajo la responsabilidad de grupo católico Reflexiones para el Alma de Miami Fl. Fue publicada por Ministerios de La Buena Nueva, http://gnm.org/ReflexionesDiarias/index.html,
© 2012 por Terry A. Modica
 
 
La puerta de la fe

  1.    «La puerta de la fe» (cf. Hch 14, 27), que introduce en la vida de comunión con Dios y permite la entrada en su Iglesia, está siempre abierta para nosotros. Se cruza ese umbral cuando la Palabra de Dios se anuncia y el corazón se deja plasmar por la gracia que transforma. Atravesar esa puerta supone emprender un camino que dura toda la vida.
  2.    No podemos dejar que la sal se vuelva sosa y la luz permanezca oculta (cf.Mt 5, 13-16). Como la samaritana, también el hombre actual puede sentir de nuevo la necesidad de acercarse al pozo para escuchar a Jesús, que invita a creer en él y a extraer el agua viva que mana de su fuente (cf. Jn 4, 14).
  3.    Año de la fe. Comenzó el pasado 11 de oct de 2012, terminará en la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, el 24 de nov de 2013.
  4.   En esta perspectiva, el Año de la fe es una invitación a una auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador del mundo. Dios, en el misterio de su muerte y resurrección, ha revelado en plenitud el Amor que salva y llama a los hombres a la conversión de vida mediante la remisión de los pecados (cf. Hch 5, 31).
  5.    Confiemos a la Madre de Dios, proclamada «bienaventurada porque ha creído» (Lc 1, 45), este tiempo de gracia.
                     BENEDICTUS PP. XVI (convocatoria al año de la fe)
Lecturas de hoy:  
Deut 4:32-40
Salmo 77:12-16, 21
Mateo. 16:24-28