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¿Porqué gritamos?
Cuando el amor duele
En la lectura del Evangelio de hoy, Jesús muestra su compasión por un leproso sanándolo con el toque de su mano. Quiénes son los leprosos de hoy? En tiempos bíblicos, los leprosos eran marginados, forzados a pasar el resto de sus años en colonias de leprosos porque las personas sanas podían contagiarse con la enfermedad. Tocarlos era prohibido.
Cómo es de importante tocar! Bebés abandonados en instituciones mueren por falta de que los toquen. Los matrimonios se marchitan por falta de abrazos. Los niños crecen con poca autoestima por falta del contacto físico. Jesús supo lo importante que es tocar. El no únicamente sanó la piel del leproso, el también sano su espíritu dándole lo que el más necesitaba - calor humano.
Quiénes son los leprosos en tu vida, es decir, las personas que necesitan tu toque sanador pero que te rechazan? Yo presiento que son los adictos que tú conoces. Puede ser cualquier clase de adicción, incluyendo lo más sutil. El primer síntoma es que ellos son difíciles de amar porque ellos no hacen un esfuerzo suficiente por cambiar. Ellos repetidamente nos dan más lástima que cualquier otro.
Que necesitan más los adictos/leprosos? La sanación del toque de amor, el cuál es el regalo de la misericordia para aquellos que no lo merecen. Jesús los ama incondicionalmente, y él quiere que nosotros hagamos lo mismo. La razón porque los adictos son más adictos es porque ellos nunca recibieron suficiente amor cuando eran niños y ellos no saben todavía que es el amor realmente. Ellos no pueden darnos lo que no tienen.
Sin embargo, Jesús no está más aquí con una mano física, a menos que él toque los leprosos a través de nosotros. El necesita que nosotros lo busquemos. Ellos necesitan que nosotros seamos su mano sanadora, pero esto es un ministerio muy difícil. Nosotros preferimos limitar nuestro amor a aquellos que nos lo devuelven. Y aun así, lo que ellos necesitan más es nuestro amor incondicional- o más exactamente, el amor de Jesús viniendo a ellos a través de nosotros.
Para cumplir esta misión, tenemos que estar dispuestos a perdonarlo una y otra vez. Ellos no saben cómo recibir este amor. Ellos ni siquiera saben cómo reconocerlo. Por eso debemos insistir y perdonar y persistir y perdonar hasta que finalmente - finalmente! - nuestro amor entre y la limpieza comience.Y cuando ellos vuelvan a su vieja leprosidad, los perdonamos de nuevo. Nuestra persistencia en el amor, cuando combinado con la persistencia de dirigirlos a las otras manos sanadoras de Jesús, tales como doctores y terapistas, eventualmente los llevará todo el camino hasta la limpieza completa que Jesús quiere dar (aunque algunas veces esto no pase hasta el momento de su muerte)
Recuerda, tú haces un ministerio importante con Jesús cuando tú sirves como su mano sanadora. Y este es uno de los ministerios más difíciles en la tierra. Si nosotros realmente queremos ser buenos Cristianos, tenemos que decir sí a este llamado. Pero podemos ser exitosos sólo si continuamente nos voltiamos a Jesús por fuerza, sanación y dirección
* NOTA: Si estas en una relación abusiva, tu amor no hará diferencia a menos que el patrón del abuso se rompa. Separarse hasta que sea seguro vivir con el abusador a través de terapia y entrenamiento de manejo de la rabia. Y busca ayuda con un terapista para aprender cómo evitar permitir la enfermedad.
Reflexiónes de las Buenas Nuevas
Viernes de la 12a Semana del Tiempo Ordinario
Junio 28, 2013
Memorial del Santo Ireneo
Esta reflexión fue copiada con permiso de la autora, Terry Modica, y es utilizada bajo la responsabilidad de grupo católico Reflexiones para el Alma de Miami Fl. Fue publicada por Ministerios de La Buena Nueva, http://gnm.org/ReflexionesDiarias/index.html,
© 2012 por Terry A. Modica
Identificando tus verdaderos tesoros
¿Qué talentos tienes?
Si no podemos ver o imaginar cuales son nuestros tesoros verdaderos, entonces estamos ciegos, dice Jesús en el Evangelio del día de hoy. Si consideramos valioso algo que puede decaer o que podría sernos robado, estamos viviendo en la oscuridad de un mundo desolado que está decadente, cínico, y desalentador.
Vean nuestra primera lectura y observen cuanto sufrió San Pablo en su pasión por servir al reino de Dios. Y sin embargo, no se sintió desolado, cínico, o desalentado. No se estaba quejando. ¿Por qué no? Porque él sabía que su trabajo era valioso. Él entendió que los tesoros eternos vienen de pasar dificultades y sacrificios y enfrentar el peligro valientemente por el bien de la salvación de otros.
Vean de cerca - en la Luz de Cristo - sus tesoros, sus verdaderos tesoros. ¿Qué talentos tienes? Son regalos de Dios. ¿Qué perlas de sabiduría o joyas de amor incondicional o diamantes de confianza has obtenido de la adversidad? Van a durarte para siempre y beneficiarán eternamente a otros si los usas bien.
Dios no retiene nada bueno de nosotros. Nosotros, sin embargo, andamos por allí pudriéndonos en la desesperanza, sintiéndonos vacíos, a menos que nos abramos a recibir los tesoros del cielo. Esto requiere el reconocimiento del verdadero valor en relación a otras personas. Si valoramos tesoros terrenales, trabajando duro para coleccionarlos sólo para nuestro propio bien, no tendremos nada que llevar con nosotros al cielo, ni tendremos nada que nos de satisfacción en la tierra que dure por largo tiempo.
Hace unos pocos años, mucha gente ha aprendido esto de la manera difícil: perdiendo empleos, no pudiendo conseguir nuevo trabajo, siendo embargados de sus casas, forzados a re-evaluar sus hábitos de gastos. Tenemos que aprender de los malos tiempos económicos. Nosotros, como sociedad e individuos debemos emerger mucho más sabios, más caritativos, compartiendo abiertamente con otros sin importar el nivel de riqueza que tengamos, aun cuando no pensemos que no es riqueza.
Lo bienes terrenales son para ser usados en el reino de Dios. Si estamos dispuestos a compartir nuestras posesiones con otros, no es pecado tener abundancia para ellos. Dios quiere ser generoso con nosotros para que nos convirtamos en distribuidores de su bondad. La afluencia no es mala, pero tampoco es el tesoro real. Lo que hagamos con la afluencia producirá los verdaderos tesoros -- o de otro modo deteriora nuestras almas.
Nuestras almas son animadas y enriquecidas cuando el motivo de tener lo que tenemos y para adquirir lo que soñamos con adquirir, es para ayudar eso que es eterno en otros. ¿Queremos usar nuestras posesiones para el servicio del reino de Dios?
¿O están más bien sirviendo propósitos terrenales, temporales y egoístas?
Solo esparciendo el amor de Dios acumularemos tesoros que podremos disfrutar para toda la eternidad. Y si para lograrlo debemos soportar dificultades y hacer sacrificios, entonces los tesoros en efecto son preciosos.
Reflexión de las Buenas Nuevas
Viernes de la 11va Semana del Tiempo Ordinario
Junio 21, 2013
Memorial de San Luis Gonzaga
Esta reflexión fue copiada con permiso de la autora, Terry Modica, y es utilizada bajo la responsabilidad de grupo católico Reflexiones para el Alma de Miami Fl. Fue publicada por Ministerios de La Buena Nueva, http://gnm.org/ReflexionesDiarias/index.html,
© 2012 por Terry A. Modica
Familia que reza unida...
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Permanece "unida"
"Familia que reza unida, permanece unida", decía Juan Pablo II. Y es cierto, pues la familia que se reúne para hacer una oración en común, para pedir a Dios algo especial, hace que Él viva en su familia.
Además, juntarse para rezar es invitar al Señor a la casa. Él nos invita a visitarlo al menos cada domingo. Entre semana, también nosotros podemos invitarlo a convivir con nuestra familia.
A casa por lo general se invita a aquellos con quien se tiene mucha confianza, con quien se puede pasar un rato agradable. De cierta forma, invitar a Dios es como invitar a un gran amigo a pasar un rato en una reunión familiar.
Eso permite ver a Dios como alguien familiar, y no sólo como un extraño al que hay que ir a visitar una vez a la semana.
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Cosechando riquezas
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¿Abuso o victima?
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¿Por qué Jesús habla tan severamente del adulterio?
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Levantando los velos que nos enceguecen
¿Está tu confianza en Dios vacilando de alguna manera? ¿Por alguna razón? ¿Por algunas oraciones no escuchadas? No es porque quieres dudar de Dios. Hay algo en el camino, un velo (como San Pablo lo llama en la primera lectura de hoy). Si este velo fuera levantado, tu dirías "¡AJA! Por supuesto (*golpeándote la frente*) Puedo tener total confianza en que Dios está trazando un plan, un buen plan. ¡Ja!" Si identificamos los velos que usamos, podemos liberarnos de ellos, porque el Espíritu Santo nos enseña qué necesitamos saber. Algunos velos llevan tiempo ser quitados - es un proceso que puede requerir sanación interior, consejería, conversarlo con un director espiritual, o esperar que el tiempo revele más detalles. Pero algunos velos se remueven tan pronto como elegimos dejar de limitarnos por nuestros propios conocimientos y comenzamos a confiar en el Espíritu Santo. Cuando yo era joven, pasé siete años creyendo las mentiras de lo oculto. Había estado buscando la realidad sobrenatural de Dios, y creí que la había encontrado en los fenómenos psíquicos, pero esto me condujo más y más lejos de Él, hasta que perdí completamente el interés en la fe. Después que Jesús levantó mis velos, el Espíritu Santo me enseñó las verdades en las que anteriormente me negaba a creer. Otro velo es el temor. FEAR es "False Evidence Appearing Real"*. Pregúntate a ti mismo "¿Qué mensaje me está dando el temor?" Luego pregunta: "¿Y cuál es la verdad que el Espíritu Santo me está diciendo?" Esto generalmente levanta el velo inmediatamente. La ira es un velo también. Generalmente comienza con una herida que alguien más nos ha causado; se levanta cuando elegimos perdonar, sea que la persona que pecó contra nosotros muestre remordimiento o no. Mientras estamos enojados, perdemos de vista la bondad - el Jesús - que mora dentro de esa persona. Jesús describe las consecuencias eternas de esto en Mt 5, 20-26. Si morimos con alguna relación no reconciliada, deberemos ser purgados de esa falta de perdón antes de poder experimentar la plenitud del amor de Dios en el cielo, es decir, pasaremos por el purgatorio, hasta que hayamos "pagado el último centavo." La rebeldía y la insistencia en hacer las cosas a MI manera son velos que interfieren con "ser transformados de Gloria en Gloria en la imagen de Cristo." Elegir qué enseñanzas de la Iglesia me sirven para vivir y cuáles rechazar es esa clase de velo. Otro velo es el egoísmo, que nos frena de experimentar la impresionante gloria de estar en las manos y pies de Cristo en este mundo, mediante el amor y el servicio a los demás. Y las adicciones nos ponen un velo sobre los motivos por los que necesitamos ser sanados. Las dependencias nos ocultan la imaginablemente hermosa e íntima presencia de Jesús. El materialismo nos vela la paz que brota del vivir de manera simple. La ansiedad y la preocupación nos impiden descubrir cuánto Dios realmente se preocupa por nosotros. Y así seguimos. ¿Qué velos estás usando hoy? Reflexión de la Buena Nueva Jueves de la 10ma. Semana del Tiempo Ordinario Junio 13, 2013 En memoria de San Antonio de Padua Esta reflexión fue copiada con permiso de la autora, Terry Módica, y es utilizada bajo la responsabilidad de grupo católico Reflexiones para el Alma de Miami Fl. Fue publicada por Ministerios de La Buena Nueva, http://gnm.org/ReflexionesDiarias/index.html, registrada en el registro de propiedad literaria (c) 2012. Para obtener permiso para re enviar este o imprimirlo o copiarlo, vaya a Derechos de autor © 2012 por Terry A. Módica |
LAS BENDICIONES "Bendigan, porque ustedes mismos están llamados a heredar una bendición" (1 Pe 3,9). Bendíganse en todo momento, al despedirse, al acostarse, al saludarse... Vale la pena recuperar la bendición en la familia. "Que Dios te bendiga, hija. Que Dios te bendiga, hijo", Que Dios te bendiga mi nieta querida, Que Dios te bendiga Yerno, y mi Esposo adorado, que Dios te bendiga. Juntos, como familia, celebrar los dones que Dios nos da cada día. Bendecir los alimentos, bendecir la casa, bendecir el trabajo, es rogar juntos para que, todo lo bueno que Él nos da, nos fortalezca y nos haga vivir como hijos e hijas suyos. "Bendigan, porque ustedes mismos están llamados a heredar una bendición" (1 Pe 3,9). "Dijo el Señor a Abram: Yo haré de ti una nación grande y te bendeciré. A Saray, tu mujer, yo la bendeciré y de ella suscitaré naciones" (Cfr. Gén 12,1-2; 17,15-16 |
Lecturas del día: 2 Cor 3, 15 - 4, 1.3-6 Sal 85, 9-14 Mt 5, 20-26 | |
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