Mantén tus ojos en Jesús




                                               
¿Te sientes abrumado? ¿Algún problema te está causando angustia, o estrés, o persecución, o una carencia o necesidades sin cumplir, o el sentimiento de ser muy vulnerable o de estar en peligro?

En la primera lectura de hoy, San Pablo nos asegura que, en realidad, no son los problemas los que nos están estresando. Es nuestra victoria sobre los problemas: "vencemos abrumadoramente a través de Aquel que nos amó."
Mientras estamos en medio de las pruebas, es difícil sentir la cercanía de Dios y ver su plan de acción y entender por qué Él está permitiendo que suframos. Nos perdemos de ver esta verdad porque estamos enfocados en quién está causando el problema y qué está pasando en el mundo visible.

¡Necesitamos enfocarnos de nuevo en Jesús! Ya que Él nos amó tanto que sacrificó su vida por nosotros, tenemos prueba de que su amor es tan fuerte que siempre nos acogerá. Jesús siempre nos cuidará, haciendo lo mejor para nosotros, al igual que por todos aquellos que están involucrados en la misma situación (Él ama a los que causan problemas tanto como te ama a ti.)

Cuando parece que Dios nos ha abandonado o ignorado nuestras necesidades o nuestras peticiones, es cuando más debemos poner nuestros ojos nuevamente en Jesús y mirar bien quién es realmente Dios y cómo es realmente su personalidad. Dios es amor, y es imposible para el amor dejar de amar.

Sea lo que sea que nos está haciendo sentir angustiados o estresados, cualquier cosa que nos está preocupando, gracias a nuestra relación con Dios no es tan malo como parece. El mal nunca tendrá éxito. Ningún problema puede interponerse entre nosotros y nuestro Señor. El amor de Dios no fallará en intervenir y protegernos y guiarnos a las mejores soluciones. Aunque parezca que esto está tomando "mucho tiempo", Él nos está ayudando.

Ciertamente podemos fallar en recibir su ayuda y tomar decisiones que nos llevarán a problemas mayores, y permitimos que otros controlen nuestros estados de ánimo si dependemos de ellos para nuestra felicidad, pero el amor de Dios nunca deja de pastorearnos, nunca deja de proporcionarnos todo lo que necesitamos, nunca cesa de ser la razón de nuestro gozo.

La única cosa que es imposible para el amor es dejar de amarnos. De la única manera que el enemigo puede vencer este amor es hacernos creer - de todo corazón - que tal amor infinito no es realmente lo que queremos. Y así es como las personas terminan en el infierno.

El mal crea una falsa ilusión de que él va a ganar contra del poder de Dios. El mal tiene victorias temporales cuando quitamos los ojos de Jesús y dejamos que la fuente de nuestros problemas controle nuestra fe. (Así, nos convertimos en nuestros peores enemigos). No obstante, aún antes que nuestra fe elija confiar en Dios, el amor de Dios nos está cubriendo, rodeándonos, buscando un camino en nuestros corazones de modo que nos pueda llenar, siempre haciéndose Él mismo disponible.

El amor de Dios aplasta todas las estrategias del mal y todas las posibilidades de un posible desastre. Nuestra confianza en este amor aplasta nuestras emociones negativas y produce un gozo perecedero. ¡Elige confiar!

 
Reflexiones de las Buenas Nuevas
Jueves de la 30ma. Semana del Tiempo Ordinario
 Octubre 31, 2013




Esta reflexión fue copiada con permiso de la autora, Terry Módica, y es utilizada bajo la responsabilidad de grupo católico Reflexiones para el Alma de Miami Fl. USA. Fue publicada por Ministerios de La Buena Nueva, http://gnm.org/ReflexionesDiarias/index.html, registrada en el registro de propiedad literaria (c) 2013. Para obtener permiso para re enviar este o imprimirlo o copiarlo, vaya a Derechos de autor
© 2013 por Terry A. Módica
                     
Lecturas del día:
Romanos 8:31b-39
Salmo 109:21-22, 26-27, 30-31
Lucas 13:31-35    

 Reflexiones para el Alma             Efesios 6, 11 - 13

11. .Lleven con ustedes todas las armas de Dios, para que puedan resistir las maniobras del diablo.
12.Pues no nos estamos enfrentando a fuerzas humanas, sino a los poderes y autoridades que dirigen este mundo y sus fuerzas oscuras, los espíritus y fuerzas malas del mundo de arriba.
13. Por eso pónganse la armadura de Dios, para que en el día malo puedan resistir y mantenerse en la fila valiéndose de todas sus armas.
  
  

Todas las cosas están trabajando "para mi bien"



Cuando caminas: al trabajo, a la iglesia, al supermercado -en la calle, o adonde sea que tus pies te lleven-, ¿qué miras usualmente? ¿Estás mirando tus pies? ¿Y el suelo por el que caminas? O ¿tu cabeza está levantada? ¿Estás mirando qué tan lindas son las nubes y apreciando la manera en que las ramas de los árboles se entremezclaban y elevan sus hojas hacia el cielo?

Sigue caminando. Cuando hay una multitud bloqueando tu camino, ¿buscas la ruta más fácil para rodearlos y pasar a través de ellos? O ¿miras esas personas con admiración por la obra de Dios y recuerdas que Él los ama a todos?

Dirigir nuestra vista hacia arriba es un ejercicio espiritual. Ayuda a entender y vivir la verdad de lo que dice la primera lectura de hoy. Como San Pablo resalta, en vez de enfocarnos en nuestras debilidades, en vez de ver cómo nuestras oraciones no son respondidas, en vez de prestar atención a nuestra incapacidad e impotencia cuando rezamos por grandes necesidades, deberíamos recordar el amor y el poder del Espíritu Santo. El Espíritu de Dios se asocia con nosotros, nos dirige, y reza con nosotros. En cualquier necesidad, cualquier cosa que nos falta o que aún no ha llegado, el Espíritu de Dios en nosotros puede llenar los vacíos y proporcionar paz.

¡Mira eso! ¡Mira la bondad de Dios! ¡Mantén tus ojos en Jesús!
No importa que tan mala haya sido una prueba, no importa que tan destructiva parezca, si se la damos a Jesús, Él la redime. Redención significa que algo malo o sin valor es convertido en algo bueno.

Jesús siempre usa todo para el bien de quienes lo aman. Podemos beneficiarnos incluso del peor de los sufrimientos. El beneficio puede ser una fuerza interna mayor, o más compasión, o bendiciones y gracias especiales. No hay maldad que Dios no pueda o no vaya a vencer redimiéndolo en algo útil para su reino.

No hay persecución sin victoria si la entregamos a Jesús.

Por supuesto, pedirle a Dios que redima una mala situación no es suficiente. Tenemos que mantener nuestros ojos en Jesús, mirando hacia arriba para ver lo bueno que Él saca de lo malo. Tenemos que recibir lo que el Padre nos da en vez de alejarnos y hacer pucheros, "¡pero eso no es lo que yo quiero! ¿Por qué Tú no me das lo que yo he estado pidiendo en oración? ¿Por qué Tú no lo haces a mi manera?"

Cuando tenemos dificultad para ver lo bueno que Dios está haciendo en una mala situación, podemos rezar lo que el salmista hizo en el Salmo responsorial hoy: "Dale luz a mis ojos... deja que mi corazón se alegre en Tu salvación; déjame cantar que el Señor ha sido bueno conmigo."

Experimentamos gozo en medio de los sufrimientos cuando dejamos de mirar la suciedad en el piso debajo de nosotros y miramos hacia arriba para observar la belleza y las bendiciones que Dios ha colocado alrededor nuestro. Esto es cuando verdaderamente proclamamos: "¡Toda mi esperanza, oh Señor, está en Tu amorosa bendición!"

Reflexiones de las Buenas Nuevas
Miércoles de la 30 Semana del Tiempo Ordinario
Octubre 30, 2013

Esta reflexión fue copiada con permiso de la autora, Terry Modica, y es utilizada bajo la responsabilidad de grupo católico Reflexiones para el Alma de Miami Fl. USA. Fue publicada por Ministerios de La Buena Nueva, http://gnm.org/ReflexionesDiarias/index.html,

© 2013
por Terry A. Modica
REFLEXIONES PARA EL ALMA

Las Bendiciones
"Bendigan, porque ustedes mismos están llamados a heredar una bendición" 
(1 Pe 3,9).

Bendíganse en todo momento...
Al despedirse, al acostarse, al saludarse...
Vale la pena recuperar la bendición en la familia. "Que Dios te bendiga, hija. Que Dios te bendiga, hijo", Que Dios te bendiga mi nieta querida, Que Dios te bendiga Yerno, y mi Esposo adorado, que Dios te bendiga.     
Juntos, como familia, celebrar los dones que Dios nos da cada día. Bendecir los alimentos, bendecir la casa, bendecir el trabajo, es rogar juntos para que, todo lo bueno que Él nos da, nos fortalezca y nos haga vivir como hijos e hijas suyos. 
   "Dijo el Señor a Abram: Yo haré de ti una nación grande y te bendeciré. A Saray, tu mujer, yo la bendeciré y de ella suscitaré naciones" (Cfr. Gén 12,1-2; 17,15-16)
Lecturas del Día:  
Romanos 8:26-30
Salmo 13:4-6
Lucas 13:22-30


El reino de Dios en medio de nuestros sufrimientos



 Uno de los signos de que el reino de Dios está aquí, ahora, en vez de en el cielo o después de la Segunda Venida de Cristo, es el hecho de que en momentos de problemas hay esperanza. Hay Fe. Hay confianza en Dios. ¡Inclusive hay gozo!  

Estas pruebas del reino de Dios usualmente comienzan muy pequeñas, como unas pequeñísimas semillas de mostaza o gránulos de levadura, como Jesús lo mencionó en el Evangelio de hoy. Si tenemos aunque sea la más mínima esperanza, una pequeña porción de fe, un pedacito de confianza, o un poco de gozo, y si lo plantamos en la tierra de nuestros sufrimientos donde las lágrimas riegan nuestras oraciones, o si la mezclamos en la masa de nuestros problemas y dejamos que leude al calor de nuestra amistad con Cristo, crece. Cosechamos innumerables bendiciones.

El Reino de Dios es un reino de ministerios. Jesús te pastorea y te pide que pastorees a otros. El campo de nuestros sufrimientos puede producir sufrimientos sin sentido o pérdidas de tiempo y destrucción, dejándonos heridas que nunca sanarán totalmente y una tristeza que nunca terminará, o puede producir un ministerio de ayuda y compasión, bendiciendo a otros a medida que Jesús los pastorea a través nuestro y nos da muchas razones para alegrarnos.

Para experimentar el reino de Dios en nuestras vidas ahora mismo, justo aquí en nuestro dolor actual, debemos volvernos hacia Jesús para ser pastoreados y permitirle a Él usar nuestros sufrimientos para el beneficio de otros, como Él nos lo mostró dándonos como ejemplo su propia vida. Solamente cuando vemos brotar cosas buenas de nuestras adversidades es cuando nuestro dolor se convierte en gozo y nuestras lágrimas se convierten en semillas que germinarán en frutos benditos para el reino de Dios. 

Nuestra primera lectura de hoy muestra la actitud de alguien que vive en Dios: "yo considero los sufrimientos del presente como nada, comparado con la gloria que será revelada en nosotros." El reino de Dios no es un parche rápido o un chasquido del dedo todopoderoso de Dios que produce soluciones mágicas que detienen el mal que pedimos en la oración. Lleva tiempo. ¡Y es por una buena razón!

Cuanta más masa se le adicione a nuestra vida, se requerirá más levadura, pero el resultado es un pan más grande que puede alimentar más personas. Mientras más grande sea el campo que se fertiliza y se cultiva, cuando somos arados por las dificultades de la vida, más semillas del reino de Dios podemos sembrar, obteniendo una cosecha mayor y dándole al mundo más del reino de Dios.
El reino de Dios es la gloria revelada aún - quizás aun especialmente - en medio de nuestros sufrimientos. Es la gloria que se revela en ti y en mí y a través tuyo y mío. Es, como San Pablo lo llama, esperanza.

Nuestra esperanza está basada en el poder redentor del amor expiatorio de Cristo.  Algún día, nuestros sufrimientos terrenales terminarán en la redención nuestra cuando dejemos la tierra en los brazos de Jesús. Mientras tanto, por su amor redentor, nuestro deseo de pastorear a otros transforma todos nuestros sacrificios en una gran bondad y enorme gloria aquí en la tierra.

Reflexiones de las Buenas Nuevas
Martes de la 30ma. Semana del Tiempo Ordinario
Octubre 29, 2013   
 
Esta reflexión fue copiada con permiso de la autora, Terry Modica, y es utilizada bajo la responsabilidad de grupo católico Reflexiones para el Alma de Miami Fl. Fue publicada por Ministerios de La Buena Nueva, http://gnm.org/ReflexionesDiarias/index.html,
© 2013 por Terry A. Modica
 
I

Año de la Fe

11 Octubre 2012 - 24 Noviembre 2013


El Año de la Fe, proclamado por el Papa Benedicto XVI, comenzará el 11 de octubre de 2012, en el 50 aniversario de la inauguración del Concilio Vaticano II y concluirá el 24 de noviembre de 2013, en la Solemnidad de Cristo Rey del Universo.
Al anunciar el Año de la Fe, el Papa dijo que este tiempo busca "dar un renovado impulso a la misión de toda la Iglesia, para conducir a los hombres lejos del desierto en el cual muy a menudo se encuentran en sus vidas a la amistad con Cristo que nos da su vida plenamente". Benedicto XVI convocó al Año de la Fe con la Carta apostólica Porta fidei del 11 de octubre de 2011
 
Lecturas de hoy: 
Romanos 8:18-25 
Salmo 126:1b-6 
Lucas 13:18-21



Familia de santos pecadores



Tú y yo somos miembros de la misma familia imperfecta. Es una familia que está creciendo, a menudo una familia con riñas que incluye santos en el cielo como así también santos en proceso que todavía viven en la tierra. En la primera lectura de hoy, San Pablo dice que formamos un edificio cuyo cimiento son los apóstoles y los profetas. La piedra angular es Jesús, y evita que nuestra iglesia se desmorone a pesar de nuestras fallas humanas, divisiones y debilidades.

En el Evangelio de hoy, Jesús discierne cuáles de sus discípulos serán entrenados como futuros líderes de la Iglesia. Hoy nosotros celebramos la santidad de dos de ellos: Simón,(diferente a Pedro) quien era llamado el Zelote porque era muy celoso obedeciendo ambas leyes: la ley judía y la ley cananita, y Judas Tadeo, el hijo de Santiago y familiar de Jesús. Los dos son buenos ejemplos de cómo los cristianos pueden ser imperfectos y aun así ser muy efectivos en el ministerio.

Judas tenía un ministerio pastoral. El escribió su carta del Nuevo Testamento después de experimentar dificultades en su ministerio. Su carta es un fuerte estímulo para perseverar en las dificultades. Sin embargo, no siempre tuvo esta sabiduría. Volviendo a la última cena, trató de convencer a Jesús de que se manifestara a todo el mundo después de su resurrección (ver Juan 14:22). ¡Acaso no hubiera hecho esto el trabajo evangelizador de Judas más fácil!

Un ministerio exitoso no es ni fácil ni cómodo. ¡Y alaba a Dios por eso! Son las pruebas y los sufrimientos, cuando son usados para la gloria de Dios que producen la compasión - el enfoque pastoral - que puede encontrarse en aquellos que son líderes-siervos como Cristo.

Simón tenía un ministerio con un enfoque más legalista. Promovía una obediencia escrupulosa a las leyes religiosas y civiles. Pero aprendió que la ley del Amor es la base y el máximo objetivo de todas las leyes, reglas y reglamentos. Jesús le enseñó que un evangelizador exitoso va al encuentro de las personas donde ellas están y luego amorosamente las invita a la conversión.
Cuando miramos cualquier ley de la Iglesia desde el ángulo de sus beneficios amorosos, podemos llevar a otros directamente a esos beneficios sin forzarlos a obedecer por medio de regaños y amenazas del infierno

La obediencia legalista no convierte un corazón al amor de Dios. La llegada compasiva produce una respuesta humilde, la cual abre al pecador para aprender el verdadero valor de las leyes de la Iglesia, las cuales luego producen obediencia. 

Todos pertenecemos a una familia imperfecta, pero la Iglesia ha sobrevivido a unos 2 mil años de escándalos y divisiones y otras caídas humanas, porque Jesús es la piedra angular. Todos estamos en diferentes niveles de santidad y crecimiento espiritual, pero somos hermanos iguales de la familia de Dios, sostenidos por la presencia unificadora de Jesús en la Santa Eucaristía - 

¡Hey San Judas! ¡Jesús ESTÁ mostrándose Él mismo a todo el mundo, después de la resurrección! 

Reflexiones de las Buenas Nuevas
Lunes de la 30ma. Semana del Tiempo Ordinario
Octubre 28, 2013
Fiesta de San Simón y San Judas

 
Esta reflexión fue copiada con permiso de la autora, Terry Modica, y es utilizada bajo la responsabilidad de grupo católico Reflexiones para el Alma de Miami Fl. USA. Fue publicada por Ministerios de La Buena Nueva, http://gnm.org/ReflexionesDiarias/index.html,  registrada en el registro de propiedad literaria (c) 2013. Para obtener permiso para re enviar este o imprimirlo o copiarlo, vaya a Derechos de autor.
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Lecturas de hoy:
Efesios 2:19-22
Salmo 19:2-5
Lucas 6:12-16
Santos Simón y Judas Tadeo
28 de Octubre

San Judas Tadeo es uno de los santos más populares, a causa de los numerosos favores celestiales que consigue a sus devotos que le rezan con fe. En Alemania, Italia, América y muchos sitios más, tiene numerosos devotos que consiguen por su intercesión admirable ayuda de Dios, especialmente en cuanto a conseguir empleo, casa u otros beneficios.

Santa Brígida cuenta en sus Revelaciones que Nuestro Señor le recomendó que cuando deseara conseguir ciertos favores los pidiera por medio de San Judas Tadeo.

A San Simón y San Judas Tadeo se les celebra la fiesta en un mismo día porque según una antigua tradición los dos iban siempre juntos predicando la Palabra de Dios por todas partes. Ambos fueron llamados por Jesús para formar parte del grupo de sus 12 preferidos o apóstoles. Ambos recibieron el Espíritu Santo en forma de lenguas de fuego el día de Pentecostés y presenciaron los milagros de Jesús en Galilea y Judea y oyeron sus famosos sermones muchas veces; lo vieron ya resucitado y hablaron con él después de su santa muerte y resurrección y presenciaron su gloriosa ascensión al cielo.

San Judas Tadeo escribió una Carta que está en la S. Biblia, en la cual ataca a los agnósticos y dice que los que tienen fe pero no hacen obras buenas son como nubes que no tienen agua, árboles sin fruto, y olas con sólo espumas, y que los que se dedican a los pecados de impureza y a hacer actos contrarios a la naturaleza sufrirán la pena de un fuego eterno.

Según la antigua tradición, a San Simón lo mataron aserrándolo por medio, y a San Judas Tadeo cortándole la cabeza de un hachazo, por eso a San Simón lo pintan con una sierra y a San Judas Tadeo con un hacha en la mano.


Cómo tener una conversación íntima con Jesús

"Señor, este es el pueblo que anhela ver tu rostro."
(Respuesta al Salmo de hoy)


Estimado Amigo,
Unos días atrás, bebiendo un té con el Señor mientras hacía mis meditaciones matutinas en el balcón, observé la belleza del entorno natural y pensé cuánto tiene de reflejo de la belleza del Señor.

Desde esa vista del segundo piso, es imposible ver la hiedra venenosa que me infecta casi siempre que hago mi trabajo en el jardín. Me gusta hacer este trabajo en el jardín. Pero no me gustan los raspones que recibo.

Reflexionando en esto, me di cuenta que el Señor me estaba enseñando algo nuevamente: nuestro tiempo de oración es muy, muy importante. Nos levanta, nos aparta de los venenos del mal que tratan de infectar nuestras decisiones y que sí infectan nuestras vidas con adversidades causadas por los pecados de otros. Desde ese lugar alto, nos podemos enfocar en la bondad de Dios. Necesitamos ese tiempo – ese tranquilo, pacífico y seguro momento a solas con el Señor – para así regresar a nuestro trabajo al nivel del suelo donde podemos hacer una diferencia en el mundo.

Eso parece bastante obvio, ¿no? Bueno, aquí está el momento "¡Aha!": aún cuando tengamos muchas tareas para hacer y responsabilidades que cumplir, es correcto y bueno – y necesario para el gozo – que nos quedemos más tiempo con el Señor que lo que sentimos que es correcto. Necesitamos la visión desde lo alto que nos da la oración. No me refiero a las oraciones formales que mantienen nuestra mente ocupada en Dios, sino la contemplación tranquila de la bondad o cercanía de Dios o cualquier cosa que necesitemos ver de Dios en ese momento. Es una visión que surge de descansar en el Señor, alejado de las pruebas y venenos y actividades que enfrentaremos el resto del día.

Nuestras vidas están tan ocupadas, y hay tantas distracciones que sacan nuestro foco de Jesús, que para muchos de nosotros, es difícil bajar la velocidad y encontrar la contemplación tranquila que nos abra los ojos a la bondad de Dios. Cuando doy retiros, mi primera misión es ayudar a los participantes a alcanzar ese lugar alto tan pronto como sea posible, para así estar totalmente abiertos al Señor para que los pastoree. Les doy de tarea una oración que es una especie de "informe con Jesús":

Háblame, Mi querido ...

Cuéntame de la gente que está más cerca a ti, las penas que te causan, y los temores que tienes de ellos. ¿Cómo te gustaría que los ayude? ¿Y la gente que se ha distanciado de ti? Cuéntame cómo te han herido. Dime que los perdonas, para que yo pueda sanar tu dolor. Pide sabiduría y entendimiento al tratar con gente difícil—el miembro de la familia, el vecino, el compañero de trabajo—y yo seré generoso al darte perspicacia.

Cuéntame de la gente enferma que tú conoces, los que están sufriendo de enfermedades físicas. Cuéntame de los que están sufriendo de angustias mentales. Cuéntame de los pecadores que te gustaría ver convertirse. Me importan más que a ti mismo.

Habla ahora de ti mismo, mi maravilloso amigo.
¿Cuáles son las necesidades de tu alma? Escribe una lista—una lista larga—de todos tus deseos. No, esto no es ser egocéntrico ni egoísta, porque yo te he pedido que descargues todo en mí. Escribe esta lista, y luego ven y léemela. Hablemos de cómo tus deseos glorificarán a mi Padre, y yo mantendré la lista cerca a mi corazón.

¿Cuáles son las preocupaciones que tienes sobre ti mismo? En pocas palabras, dime cuan indulgente contigo mismo eres a veces, cuan orgulloso, cuan arrogante, cuan grosero. Cuéntame cuan emocional te sientes a veces, cuan frustrado, cuan susceptible, cuan impaciente. ¿Qué más no te gusta de ti mismo? Yo ya sé estas cosas, y aún así te amo. Pídeme que te ayude a mejorar, y trabajaré cuidadosamente para transformarte.

No hay nada bueno que no te daré. Nuestro Padre creo el universo y todo lo que está en el. Todo está a mi disposición para hacer como desee, y deseo darte buenos regalos a ti. Cuéntame que quieres. ¡No tienes idea de cuánto anhelo darte lo que es bueno! Hay mucho más que está disponible para ti que lo que tú tienes ahora.

Cuéntame tus planes.
¿Qué metas te has fijado? ¿Qué metas te gustaría fijarte? ¿Qué te gustaría hacer con tu tiempo? Cuéntame de tu trabajo, tus pasatiempos, tus actividades de recreación, tus visitas con familiares y amigos. ¿Cómo te gustaría que te ayude? Yo morí por ti; desde luego que también te ayudaré en otras formas.

¿Con qué otras bendiciones especiales quieres que te honre? ¿De qué otras situaciones te gustaría que te dé entendimiento? ¿Cuál de los dones de mi Espíritu necesitas para vivir una vida Cristiana más exitosa? Pídemelos, porque añoro compartirlos contigo—y compartirlos abundantemente.

Cuéntame qué problemas quieres que te ayude a resolver, cuáles quieres que te ayude a sobrellevar mientras esperas la resolución. Pídeme que te ayude a aumentar tu confianza en los planes de nuestro Padre para estos problemas. El te ama, yo te amo, mi Espíritu Santo te ama, y nosotros, como uno, queremos lo que es mejor para ti.

Tus lágrimas me han conmovido. Cuéntame qué te hace llorar. Apóyate en mis hombros y deja que tus lágrimas fluyan. Yo absorberé tu dolor, y tus lágrimas llegarán a ser como gotas en el océano. Dime cuánto me necesitas para aliviar tu dolor. Yo ya llevé tu dolor en mi cruz; permíteme sanarte ahora.

¿Y las alegrías de tu vida?
¿Cuéntame qué te ha hecho feliz, qué te ha consolado, qué te ha ayudado? Quiero agradecerle a nuestro Padre por estas alegrías. ¿Qué regalo inesperado te ha deleitado? ¿Qué temor ha sido disipado? Nombra lo bueno que te ha pasado, y nos regocijaremos juntos. ¿Y el amor que te he dado a través de tus padres, a través de tu esposo, a través de tus amigos? ¿Y el regalo de tus hijos, tus nietos? ¿Y la comida en tu mesa, el techo sobre tu cabeza, el dinero en tu cuenta del banco? ¿Y los incidentes graciosos que te hicieron reír? Yo me reí contigo. Nos regocijamos juntos sobre todo esto.

Finalmente, mi precioso amigo, añoro oír tus promesas.
¿Deseas superar los pecados en tu vida? ¿Estás dispuesto a renunciar a tu amor a los tesoros mundanos para poner toda tu atención en mí? ¿Prometes poner a un lado los programas de televisión, libros, revistas, videos, y música que contienen ideas e imágenes que no son puras, no son santas, no son encantadoras, no son amorosas, no son beneficiosas para tu relación conmigo? ¿Estás dispuesto a retirarte de las amistades que constantemente te derriban o dañan espiritualmente? ¿Y estás dispuesto a reconciliarte con la gente a quien Nuestro Padre uno vez te unió pero con quién te has dividido?

Tomaré tus promesas, las aseguraré con mi amor, e intercederé con Nuestro Padre por las gracias que necesitas para poder satisfacer estas promesas. Mi Espíritu te otorgará el poder, y juntos-siempre juntos-miraremos tu vida transformarse. ¡Tú estás llegando a ser un regalo para el reino del cielo, más hermoso de lo que ya eres!
Ahora déjame llenarte.
Te lleno con mi amor. Te lleno con mi perdón. Te lleno con mi generosidad. Te lleno con mis regalos. Te lleno con mi fuerza.

Yo toco tus ojos. Mírate como tú realmente eres-como yo te miro. Mírame en la gente alrededor de ti. Mira las necesidades de la gente a que te llamo a servir.

Yo toco tus oídos. Oye mi voz. Oye mis expresiones de amor y gratitud por la persona que tú eres y las cosas que haces para complacerme. Oye las súplicas de la gente que te llamo a servir.

Yo toco tu boca. Habla mis palabras. Reprime todo lo que no es cariñoso, lo que es poco amable y lo que es profano. Proclama el reino de Dios de la manera que te llamo a servirlo.

Yo toco tu corazón. Tu corazón pedregoso es substituido por mi corazón sagrado y puro. Yo sano el dolor de heridas viejas y nuevas, y te doy el dolor que siento en mi corazón, causado por los pecados y las heridas de otros, y con esto te llamo a amar a los pecadores incondicionalmente.

Yo toco tus manos. Extiéndete y sana a otros conmigo. Dales mi abrazo. Frota sus hombros para darles mi ánimo, y dales palmadas en sus espaldas para darles mi afirmación.

Yo toco tus pies. Anda a dondequiera que nuestro Padre te envíe. Yo estaré contigo siempre. Yo camino contigo. Mi Espíritu te dirige, manteniéndote en el sendero correcto. Ten la certeza, no cometerás errores duraderos, no te perderás por largo tiempo, porque estoy caminando contigo. Tengo todo en mi control. No temas nada, mi maravilloso y muy querido amigo. No temas nada, porque mi amor por ti es siempre apasionado y victorioso.

¡YO TE AMO!

La superación de nuestra miseria





Al comienzo de su carta a los Romanos, San Pablo dijo que el pecado ya no tiene poder sobre nosotros por la gracia de Dios. En la primera lectura de romanos, vemos la lucha interna que él tuvo -y la cual todos tenemos -para permanecer en esa gracia.

Aunque fuimos creados buenos, a imagen de Dios, el pecado original de ignorar las leyes de Dios ha afectado nuestra naturaleza. Vivimos por la Ley de Entropía. En ciencia, "entropía" es la degradación natural de todo. En el mundo espiritual, es nuestra santidad que naturalmente decae.
Como cristianos bautizados, nosotros tenemos el Espíritu Santo. Nosotros somos santos, pero requiere esfuerzo llegar a ser quienes realmente somos, viviendo y creciendo en santidad. Si no hacemos ese esfuerzo, caemos de nuevo en el pecado. Hacemos lo que no queremos hacer. ¡Y lo seguimos haciendo una y otra vez! Además no hacemos las cosas buenas que nuestra conciencia nos recomienda. Como Pablo y muchos otros santos tenemos que decir, "¡Que miserable soy!"

Al haber sido creados a imagen de Dios, experimentamos la satisfacción más grande, el gozo más grande, una paz completa cuando manejamos las situaciones diarias de la manera que Jesús lo haría, es decir, cuando somos pacientes, amables, misericordiosos, etc. Para prueba de esto, piensa cómo te sientes cuando eres impaciente, grosero o con rabia lleno de rencor, en otras palabras, cuando la naturaleza de tu carne controla a tu estado de ánimo. Ese no es un sentimiento placentero ¿eh?

Seguro que sí hay un buen sentimiento detrás de cada acción pecaminosa que realizamos, si no fuera así no lo haríamos. Pero el "buen" sentimiento es como tomar agua que está llena de desperdicio tóxico. Sentir el mal olor y probar el mal sabor no nos detiene cuando nuestra carne dice, "¡Estoy sediento! ¡Debo beber! Nos lo tragamos para una breve satisfacción.
Y luego nos enfermamos.

Utilizar el Sacramento de la Reconciliación y las oraciones penitenciales de la reconciliación durante la Misa es como ir al doctor. Le decimos: "cuando tomo ese agua, no me siento muy bien." Su prescripción es: "pare de tomar ese agua. Hay otra agua que está disponible. ¡Claro! Sabíamos eso, pero el agua mala era más fácil de obtener.

¡Qué miserables somos!
¿Quién nos puede liberar de esto? ¡Todas las alabanzas para Dios, a través de Jesucristo nuestro Señor! Ya que somos muy fácilmente gobernados por nuestra naturaleza carnal y la Ley de Entropía, necesitamos la ayuda de alguien que exitosamente haya superado el problema. La prescripción del doctor para disfrutar quienes somos como criaturas hechas a Imagen de Dios es la oración: "Señor Jesús, se mi paciencia" o "se mi amabilidad hacia esa persona que me está enloqueciendo" o se mi habilidad de perdonar cuando me siento enojado."
Luego, Jesús se substituye Él mismo por nosotros, en nosotros, hasta que nuestra santidad se convierte en nuestra segunda naturaleza.

Reflexiones de las Buenas Nuevas
Viernes de la Vigeisma Novena Semana del Tiempo Ordinario
Octubre 25, 2013

Esta reflexión fue copiada con permiso de la autora, Terry Modica, y es utilizada bajo la responsabilidad de grupo católico Reflexiones para el Alma de Miami Fl. USA. Fue publicada por Ministerios de La Buena Nueva, http://gnm.org/ReflexionesDiarias/index.html,  registrada en el registro de propiedad literaria (c) 2013. Para obtener permiso para re enviar este o imprimirlo o copiarlo, vaya a Derechos de autor.
© 2013  por Terry A. Módica



       Lecturas deldía:

         Romanos 7,18-25a 

 Salmo 119;66,68,76,77,93,94
                                                                     Lucas 12;54-59

Una hora de visita al SANTISIMO a la semana nos da la gracia de vivir 168 horas felizmente"  
 (Solo 1/168 parte del tiempo semanal)
 Matemáticas para el Alma.
 "Si queremos evangelizar al mundo, cada uno de nosotros debe empezar por tratar de convertirse en santo."



                                                    ~ Arzobispo John Patrick Foley