Abramos nuestro corazón antes de que sea tarde


Un corazón contrito y humillado
Oh Dios, Tú no lo desprecias...
Lávame de mi culpa
y límpiame de mi pecado (Salmo 51).

Leemos en la primera escritura de hoy que Jonás fué enviado a Nínive, una civilización pagana y violenta, llena de pecados a profetizar su destrucción si no cambiaban de vida.
Jonás no creía que éso fuera posible y fué llevado a predicar.
Jonás había pasado 3 días en el vientre de una ballena y salvado por Dios. Al verlo, los ninivitas se convirtieron, su Rey les dijo que dejaran de hacer el mal, ayunaran y así, tal vez Dios los perdonaría. Nínive no fué destruida.

Jesús nos dice en el Evangelio de hoy, que El es más que Jonás. Y ésto es cierto, El es el Hijo de Dios, como lo demostró no sólo por los milagros que realizó, no sólo por sus palabras y enseñanzas, sino por su gran sacrificio de amor a los hombres. Y por su resurrección.

Jonás estuvo en el vientre de una ballena 3 días, fué conducido a profetizar en contra de sus deseos. Se enojó cuando los ninivitas dejaron de hacer el mal, porque pensaba que merecían un castigo por sus pecados.
Cristo en cambio, predicaba por amor.
Cristo perdonaba los pecados por amor.
Cristo se entregó por amor a Dios y por amor a los hombres.

Cristo también dice en el Evangelio que ésta generación es una generación perversa, porque pide una señal a pesar de haber visto todo lo que El hace, porque no cree aún viendo.
Si a los ninivitas les bastó con ver a Jonás ser salvado del vientre de una ballena, ¿cómo es posible que al Hijo de Dios no le creyeran? ¿Cómo es posible que aún habiendo escuchado a Dios proclamarlo como "su Hijo predilecto" no se convirtieran?

Para los hombres es fácil reconocer y escuchar a alguien que ha vivido un milagro y tener la esperanza de que en ellos se haga algo igual. Vivimos esperando una señal del cielo que nos llene de esperanza.

Y sin embargo, cuando tenemos a Cristo mismo delante de nosotros, no creemos. Cuando alguien realiza delante nuestro o en nuestro bien una buena obra, no creemos.

A Cristo no basta con escucharlo, hay que seguirlo. No basta pedir un milagro o esperar que no seamos destruidos si dejamos de hacer el mal. A Cristo hay que seguirlo. Hacer lo que El nos dice, confiar en El totalmente. Los ninivitas creyeron porque vieron, el pueblo de Dios no creyó ni viendo.

Nos dice el Salmo de hoy
Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias

No cerremos nuestro corazón a Jesús, no seamos como la generación de que habla, porque como dice Cristo, aquellos que creyeron se levantaran y harán que nos condenen. Arrepintámonos de nuestros pecados y abrámonos a Cristo Jesús para que transforme nuestra vida.


Reflexiones de las Buenas Nuevas
Miércoles de la Primera Semana de Cuaresma
Marzo 12, 2014


Esta reflexión fue ralizada por Laura Aguilar para Puntadas católicas
Diseño de Reflexiones para el alma

© 2014 por Terry A. Modica 
Las Bendiciones


"Bendigan, porque ustedes mismos están llamados a heredar una bendición" 
(1 Pe 3,9).

Bendíganse en todo momento, al despedirse, al acostarse, al saludarse...

Juntos, como familia, celebremos los dones que Dios nos da cada día. Bendecir los alimentos, bendecir la casa, bendecir el trabajo, es rogar juntos para que, todo lo bueno que Él nos da, nos fortalezca y nos haga vivir como hijos e hijas suyos.

"Dijo el Señor a Abram: Yo haré de ti una nación grande y te bendeciré. A Saray, tu mujer, yo la bendeciré y de ella suscitaré naciones" 
(Cfr. Gén 12,1-2; 17,15-16)   

Lecturas del Día:
Jonás 3, 1-10
Salmo 51, 3-4.12-13.18-19
Lucas 11, 29-32

SORPRESA ESPIRITUAL - AQUI