La lucha hasta el final



Jesús nos dice en el Evangelio de hoy que no es necesario matar a alguien para hacerle daño. El hecho de llamarle "idiota", el hecho de llamarle "renegado", es suficiente para merecer la pena del infierno.

Se nos dice en Mateo 10;28 que no debemos temer al que mate al cuerpo, sino a quien mata al alma. Muchas veces llevados por la ira, lastimamos a nuestros hijos, a nuestros cónyuges, los insultamos e infringimos con ello un gran daña a su alma.
¿Cuántas veces nos atrevemos a juzgar a nuestros padres, por ejemplo, por la educación que nos han dado?¿ o por aquello que no nos han dado?
Dice el Evangelio que si no somos mejores que los fariseos y los escribas, no tendremos lugar en el cielo.

Nos dice también que si tenemos algo contra nuestro hermano, corramos a arreglarnos con él. Si nos hemos disgustado con nuestro hermano, con nuestro vecino o con alguna persona, debemos tratar de arreglarnos con ellos.

Dios nos dice en la primera lectura atravéz de Ezequiel que no desea la muerte del malvado, que espera que se convierta de sus pecados para que no muera. Pero también dice que cuando el justo comete iniquidad, dejándose llevar por el malvado, nada de todo lo bueno que haya hecho le será tomado en cuenta.

Esto nos habla de que debemos ser perseverantes en la fé, que no debemos dejarnos vencer por la tentación.

 Cristo dijo al hombre prominente que le llamo bueno: ¿porqué me llamas santo? Sólo Dios es santo.

Sólo cuando perseveremos hasta el final, sólo cuando estemos ante el Padre y seamos juzgados, podremos llamarnos de ésa manera.
Eso puede traernos alguna confusión cuando llamamos Santo Padre al Papa o cuando decimos que alguien vive en santidad. Es el mismo caso de llamar Padre al sacerdote. Y es que ellos representan a Cristo en la tierra como su Vicario y sus discípulos. Cristo es santo, puesto que sufrió su Pasión y ganó la Gloria con su Resurrección, abriéndola para nosotos que debemos cargar nuestra cruz y seguirlo. Entonces, no es al Papa o al sacerdote a quien llamamos así, ellos son hombres pecadores como todos, en camino de la santidad como todos, sino a Aquel a quien representan.

Debemos pues, perseverar en la virtud, debemos perseverar en la fé hasta el final.  
La lucha dura hasta el último suspiro. El diablo está siempre al acecho, tratando de hacernos trastabillar y caer. Y en los últimos momentos presenta la batalla más ardua para hacernos perder la Gloria.

Es por ello que la oración, la asistencia a misa, las lecturas edificantes, el seguir la liturgia, el seguir las tradiciones, la confesión asidua, la Eucaristía, nos ayudan a mantenernos cerca de Jesús y libres de pecado.
La Virgen ha prometido que ella estará cerca nuestro en el final, a quienes oren su Santo Rosario. Al igual que lo ha prometido Jesús a quienes lo invoquen.

No despreciemos ésa ayuda tan valiosa, revistámonos con el vestido que nos han dado y presentémonos al banquete celestial, del cual podemos tener un pedacito en ésta vida. Del cual se nos da una probadita como hizo Cristo con sus discípulos en el momte Tabor.

¿Cómo podemos hacerlo? Con el arrepentimiento y la confesión. Con la reconciliación con aquellos que estamos disgustados. Viviendo en paz con los demás y tratando de no dar motivos para el escándalo.

Te invito pues, a mantenerte firme en la fé, sostenido por las herramientas que nos son dadas para ello.


Sal 129,1-2.3-4.5-7a.7bc-8

R/. Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?

Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.

Si llevas cuenta de los delitos,
Señor, ¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto.

Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.
Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora. .

Porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.


Reflexión realizada por Laura Aguilar para Puntadas católicas© 2014 





Lecturas de hoy:
Ezequiel 18, 21-28
Salmo 130, 1-8
Mateo 5, 20-26