Tomas tu piedra y tiras?







A éstas alturas, seguramente ya te has dado cuenta cómo Jesús hace las cosas nuevas.

Podemos verlo claramente si leemos atentamente el Antiguo Testamento y lo que nos dice Jesús en el Nuevo Testamento. El primero, donde la fé y el hombre viven con temor.
El segundo, donde la fé y el hombre viven confiados en Dios Padre.

Hoy vemos a Jeremías siendo "acuchillado" con injurias y cuchilleos porque ha sido el profeta que Dios usó para decirles lo que no les gustaba escuchar: sus errores y pecados y sobre todo, los males a los que los conducirían. Y lo vemos pidiendo a Dios venganza por ello, ya que ha cumplido sólo su voluntad.

Vemos a Jesús decir a quienes deseaban apedrearlo por sus actos y palabras:
: «Os he hecho ver muchas obras buenas por encargo de mi Padre: ¿por cuál de ellas me apedreáis

Jesús los encara y confronta. Se llama a sí mismo Hijo de Dios, porque hace obras buenas como las hace su Padre que lo ha enviado y con el poder que El mismo le ha dado.

Antes de Jesús, hubo muchos profetas que fueron la voz de Dios entre los hombres, Cristo es Dios entre los hombres, puesto que es su Hijo y el Padre está en El.

Eso les suena a blasfemia a los judios de su época, tal como ahora podría parecerles a muchos.
Y en ésto está finalmente la relevancia de Cristo Jesús. Muchos hicieron milagros antes que El y muchos los siguen haciendo después de El, si vemos como milagros el que se encuentre cura para enfermedades, que se sostenga a pobres, etc.

No son los milagros lo que molestan a los judios, como no son las buenas obras las que molestan a aquellos que no son cristianos o que no creen en Cristo.
Es el que sea el HIJO de DIOS y por lo tanto, Dios mismo puesto que tiene la autoridad que El Padre le ha dado.

Muchos creemos en Dios, se le dan diversos nombres, pero finalmente lo vemos como un Dios al que no se puede ver ni tocar. O lo vemos como un humano que tiene poder.
Y en Cristo Jesús se unen la divinidad que no se puede tocar ni ver y la humanidad que comparte con nosotros. Por éso El es el mediador entre Dios y los hombres, es el Hijo de Dios.

Un nombre que los judios de su época no aceptaron, porque según la Ley ellos eran "dioses". Recordemos que habla a los gobernantes, los que hacen las leyes de su época y a quien en  el Salmo 82: Salmo de Asaf.así se les llama "dioses que juzgan"

Ese es el problema y por lo que quieren apedrearlo. Jesús pasa entre ellos y se retira como lo ha hecho en otras ocasiones. 

Cristo no pide venganza de su Padre, sino perdón "porque no saben lo que hacen"
Cristo se retira y los deja para que reflexionen.

De igual manera, lo hace con nosotros. La Biblia es la Palabra de Dios, pero no es sólo para leerla o entenderla, sino para que ayude a un cambio en nosotros, para que dejemos de ser "dioses que juzgan" y seamos capaces de amar a los demás, de ayudar a los demás, de ver a los demás como Dios nos ve: como sus hijos, como hijos de Dios.

Cuando amamos a los demás, empezamos a verlos como hijos de Dios tal como Jesús nos dice. Entonces no podemos dejar sufrir al otro sin ofrecerle nuestro consuelo; no podemos ver que pase hambre sin intentar hacer algo; no podemos dejar que tenga frío, sin intentar cubrirlo. No podemos reducir nuestro criterio o pensamiento a vivir de acuerdo a las leyes que pueden ser buenas o malas, de acuerdo a cada país o lugar y que pueden llegar a esclavizar al otro.

Por éso deciden apedrear a Cristo:  !!!por amar!!!

Y por éso finalmente, lo mataron con la peor muerte que encontraron en su tiempo.
Y por éso, nosotros mismo seguimos apedreándolo cuando ignorámos al que sufre, al que llora, al que tiene hambre, al que tiene frío, al que no sabe, al ignorante.
 
Salmo
Sal 17,2-3a.3bc-4.5-6.7


R/. En el peligro invoqué al Señor, y me escuchó

Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza;
Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador. R/.

Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío,
mi fuerza salvadora, mi baluarte.
Invoco al Señor de mi alabanza
y quedo libre de mis enemigos. R/.

Me cercaban olas mortales,
torrentes destructores me aterraban,
me envolvían las redes del abismo,
me alcanzaban los lazos de la muerte. R/.

En el peligro invoqué al Señor,
grité a mi Dios.
Desde su templo él escuchó mi voz,
y mi grito llegó a sus oídos. R/.

Reflexión realizada por Laura Aguilar para Puntadas católicas
Diseño Reflexiones para el alma

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