Todo lo que Dios me ha dado



El día de hoy como casi todos los días, he amanecido dando gracias a Dios. Y digo que casi todos los días, no porque Dios no lo merezca o porque Dios no haga maravillas en mí, sino porque aveces soy muy olvidadiza.

Puedo decir que siempre me he sentido afortunada, aún en mis peores momentos, aún cuando he perdido a una hija, aún cuando he tenido que dejar el lugar en donde nací, aún cuando he tenido que dejar de ver a personas queridas, me siento afortunada. Y siempre me he sentido así.

Posiblemente en éste sitio sea un poco más difícil porque muchos se encuentran inmersos en la búsqueda de comodidades, de satisfactores que para mí no son tan importantes. Recuerdo momentos en que las personas me han incluso pinchado con una aguja para hacerme sentir dolor, porque no me quejo cuando me inyectan o me sacan sangre. Recuerdo a una persona decirme que no me gusta sufrir, porque ha pasado por mi casa, y me ha visto descansar al lado de mi esposo, disfrutando de una puesta de sol, mientras ella pasa cargando bolsas en un domingo. Su esposo estaba lejos trabajando para ganar más dinero que los que vivimos aquí.

Y es que pareciera a los ojos de los demás que no tengo problemas, que no tengo sufrimientos... y pareciera que quisieran verme sufriendo y llorando. Y simplemente, no me nace hacerlo.

Desde el momento en que tomé conciencia de la maravillosa mamá que Dios me regaló cuando mis papás se separaron; del padre que Dios me dió de quien me siento orgullosa, a pesar de sus errores; cuando recuerdo mi infancia en donde no faltaron personas que quisieron dañarme, pero donde existieron muchos más momentos agradables: cuando recuerdo los paseos a un rancho donde ayudábamos en las faenas, pero disfrutábamos de tranquilas noches en el porche tomando el fresco y de domingos en una poza; cuando recuerdo los paseos a los que mi padre nos llevaba, donde tal vez no nos compraba mucho, pero disfrutábamos tanto comiendo un elote asado o una simple torta en la tranquilidad del campo o de la playa; cuando recuerdo las casas limpias en donde he vivido, porque mi mamá tuvo a bien enseñarnos a limpiarlas; cuando recuerdo que nunca ha faltado a mi mesa alimento y nunca he andado desnuda ni he vivido sin un techo que me cubra, no encuentro de qué quejarme.
He sido amada y soy amada. Y muy amada. Eso no lo compra ningún bien material. Si bien he sido educada con dureza algunas veces, he sido muy amada. A pesar de no haber tenido nunca riquezas, no me han hecho falta para disfrutar de la vida.

Jesús nos dice en el Evangelio de hoy que El es el pan de la vida, que todo el que lo vea crea en El y por lo tanto en el Padre y El lo resucitará en el último día.
Dios ha puesto en mi mesa siempre el pan de la vida: me ha devuelto a un hermano al que no conocí porque mi mamá biológica lo concibió cuando mis padres ya estaban separados, en un intento de reconciliación que no funcionó. Yo lo intuía y miraba al cielo imaginándolo. Un día llegó a mi vida cuando tenía 17 años y no necesité nada para saber quien era.
Me ha dado una madre cuando la mía nos entregó a mi abuelita a quien llamo mamá.
Me ha dado unas buenas personas en las mujeres con las que mi papá vivió y que me estimaron.

Dios me ha dado la capacidad de darme cuenta del amor que siempre me ha rodeado. Tal vez muchas personas no sean capaces de darse cuenta de ello y buscan todo el tiempo en el dinero o  en el placer a quien no encontrarán nunca ahí: al Amor.

Vemos cómo Saulo en la primera lectura, se dedicaba a meterse a las casas de los cristianos para atacarlos, vemos cómo Esteban es enterrado por el pueblo cristiano, después de ser el primer mártir por la fé, vemos cómo los primeros cristianos sufrieron persecuciones y a pesar de ello, seguían predicando a Jesús vivo y resucitado.

En la actualidad las cosas no son muy diferentes. Dios nos da la capacidad de amar y ser amados y sin embargo, muchos no se dan cuenta de que lo son.
El amor es como una caricia del viento, es como el trino de un pájaro, tal vez no se nota porque puede venir en forma de alguien que comparte contigo un pedazo de pan.

El amor es como la lluvia que nos baña y limpia el ambiente  y riega las plantas. El amor es como el sol que nos brinda calor.
Si los elementos causan problemas, no es ésa la función para la cual fueron creados, sino una consecuencia del mal uso que hemos hecho de los recursos que Dios nos proporcionó.
Si repitiéramos a diario a imitación de Jesús el Evangelio de hoy, tal vez terminaríamos de convencernos del gran Amor de Dios que hasta en el viento, en la lluvia, en el sol, en la noche, etc. nos lo demuestra. Si nos viéramos como Jesús quería y fuéramos como El, podríamos decir como El:
«Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed; pero, como os he dicho, me habéis visto y no creéis. Todo lo que me da el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré afuera, porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado. Ésta es la voluntad del que me ha enviado: que no pierda nada de lo que me dio, sino que lo resucite en el último día. Esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.»

Buscad primero el Reino de Dios y todo lo demás te será dado por añadidura
Mateo 6, 33

Salmo 65,1-3a.4-5.6-7a

R/. Aclamad al Señor, tierra entera

Aclamad al Señor, tierra entera;
tocad en honor de su nombre,
cantad himnos a su gloria.
Decid a Dios: «¡Qué terribles son tus obras!» R/.

Que se postre ante ti la tierra entera,
que toquen en tu honor,
que toquen para tu nombre.
Venid a ver las obras de Dios,
sus temibles proezas en favor de los hombres. R/.

Transformó el mar en tierra firme,
a pie atravesaron el río.
Alegrémonos con Dios,
que con su poder gobierna enteramente. R/

Reflexiones de las Buenas Nuevas
Miércoles de la Tercera Semana de Pascua
Mayo 7, 2014

Esta reflexión fue realizada por Laura Aguilar para Puntadas para familia© 2014

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Las Bendiciones
"Bendigan, porque ustedes mismos están llamados a heredar una bendición" 
(1 Pe 3,9).
Bendíganse en todo momento...
Al despedirse, al acostarse, al saludarse...
Vale la pena recuperar la bendición en la familia. "Que Dios te bendiga, hija. Que Dios te bendiga, hijo", Que Dios te bendiga mi nieta querida, Que Dios te bendiga Yerno, y mi Esposo adorado, que Dios te bendiga.     
Juntos, como familia, celebrar los dones que Dios nos da cada día. Bendecir los alimentos, bendecir la casa, bendecir el trabajo, es rogar juntos para que, todo lo bueno que Él nos da, nos fortalezca y nos haga vivir como hijos e hijas suyos.   
"Dijo el Señor a Abram: Yo haré de ti una nación grande y te bendeciré. A Saray, tu mujer, yo la bendeciré y de ella suscitaré naciones" (Cfr. Gén 12,1-2; 17,15-16)

Lecturas del Día:  
Hechos 8, 1b-8
Salmo 66, 1-7a
Juan 6, 35-40




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