Cómo caminar sobre el agua o volar como una mariposa


  
La lectura de Mateo 14:22-36 nos enseña que para mantenerse fuera del agua, tenemos que mantener nuestros ojos en Jesús en vez de en los problemas que nos están ahogando.

¿Te has preguntado por qué sólo creer en Jesús no es suficiente? 

La culpa yace en no saber quiénes somos realmente. ¿Cómo podemos seguir a Jesús en la cima de olas tempestuosas si no nos damos cuenta de que somos los preciosos seres queridos del Padre? Nos hundimos porque dudamos de que Dios nos protegerá. La duda viene de no estar seguros acerca de su amor por nosotros o de su generosidad o sus sueños para nosotros. Pensamos que ya que no somos lo suficientemente buenos como para merecer su apoyo cariñoso, él retiene su compasión para nosotros. Las tormentas y las olas parecen ser la evidencia de que él no se preocupa por nosotros o nos aprueba.

Así que, por supuesto, nos hundimos en aguas revueltas!
Lo que no nos damos cuenta es que como hijos de Dios, tenemos su amor y su preocupación sin importar si nos lo merecemos o no. Y como seguidores de Jesús, pertenecemos sobre las olas
. Como seguidores de Jesús, tenemos que salir de la barca y caminar sobre el agua, siguiéndolo dondequiera que vaya, haciendo lo que él nos diga. Para los Cristianos, la vida es toda una aventura.

Permítanme explicar esto con una pequeña parábola en tierra firme.

La parábola de la humilde Oruga marrón

Érase una vez, en un enorme bosque, al pie de un gran árbol, se arrastraba a lo largo de la sucia, suave y oscura tierra una oruga que era de color marrón y gorda y blanda. Su nombre era Bumpadoo.

Lo curioso de Bumpadoo era que él no sabía que era una oruga. Pensó que era un gusano. Es por ello que se arrastraba en la parte inferior del gran árbol en vez de subir hacia arriba por el tronco y hacia las ramas y hacia a los tallos que dan a la luz del sol brillante para comer en el banquete de abundantes hojas verdes.

Bumbadoo no siempre había vivido en la tierra. Hace mucho tiempo, había seguido su verdadera naturaleza arriba en el árbol y en las hojas, y mientras él comía allí en el sol brillante, se había hecho más grande y más gordo y más feliz, como debía ocurrir por comer mucha mucha buena alimentación verde. Pero un viento llegó, crujió a través de las ramas del árbol y sacudió las hojas poderosamente. Bumpadoo pensó que iba a caer. Bumpadoo pensó que iba a morir. Y por eso se escabulló de las hojas a las ramas y abajo a la corteza del árbol hacia la seguridad de la tranquila tierra, sucia y quieta.

En la tierra, se encontró con otras criaturas que se arrastraban donde a él le gustaba arrastrarse. Se identificaron como los gusanos, y como a Bumpadoo le gustaba la tranquilidad y quietud de la tierra sucia, empezó a pensar que él también era un gusano. Con el tiempo, se olvidó de cuan sabrosas habían sido las abundantes hojas verdes. Se olvidó de lo bello que se podía observar el bosque cuando se miraba desde muy arriba del gran árbol en que vivía.. Y se olvidó de que había algo más en la vida que arrastrarse por la tierra sucia como los gusanos.

Un triste día de lluvia, en la tranquila tierra fangosa, Bumpadoo oyó de pronto algo que rebotó haciendo un ruidito de plop. Sacó la cabeza del suelo para ver lo que había pasado y se encontró cara a cara con un gran gusano que se parecía a él - marrón, gordo y blando.

"Quién es usted?" preguntó Bumpadoo.

"Oh, ¿dónde estoy?" -exclamó la desconocida. "Yo estaba comiendo mi cena", dijo ella, "colgando lo mejor que pude de una hoja húmeda y resbaladiza, y un viento llegó y me sacudió y me caí, y aquí estoy, pero ¿dónde estoy?"

"Tú estás conmigo!" dijo Bumpadoo. "Pero yo no sé tu nombre. ¿Podrías decirme cuál es? Yo soy un gusano llamado Bumpadoo."

"Oh mis disculpas, me olvidé brevemente de mis modales," dijo la desconocida. "Es un placer conocerte. Mi nombre es Faddawolladee. Soy una oruga, y tengo que volver a subir a ese árbol al lugar donde vivo." Miró hacia arriba, arriba, arriba por el costado de su gran árbol.

Bumpadoo rió. "¿Una oruga dice usted? Pero usted se parece a mí. Usted debe ser un gusano, igual que yo."

Faddawolladee volvió la mirada hacia Bumpadoo. Ella lo miró con atención. "Si, nosotros nos vemos muy parecidos. Eso significa que usted no es un gusano. Eso significa que usted es una oruga."

Bumpadoo sacudió la cabeza de su gordo y suave cuerpo de color marrón y dijo: "Tú y yo no podemos ser orugas. Las orugas son criaturas gloriosas que viven en los árboles en lugar de la tierra, y construyen capullos en las hojas y se convierten en mariposas magníficas. Tú eres sólo un gusano como yo. Ven, sígueme, y yo te mostraré dónde encontrar un poco de suciedad que es realmente deliciosa para revolcarse dentro".

Faddawolladee respondió: "¡Oh, no, amigo mío! Yo de hecho soy una oruga. Es más, yo estaba a punto de comenzar la construcción de mi capullo cuando vino la tormenta con su lluvia y su viento, y no pude aguantar lo suficientemente fuerte y me caí. "

Su actitud sorprendió Bumpadoo. "Qué arrogante que eres tú que dices ser una oruga!" dijo. "¿Me estás diciendo que eres mejor que yo, y sin embargo, somos iguales?"

Faddawolladee suspiró. "Tú no eres un gusano, mi amigo. Tú eres una oruga como yo. Tú deberías estar comiendo en el banquete de abundantes hojas que hay allá muy arriba del gran árbol. Voy a empezar la larga subida hasta allí ahora. ¿Por qué no te unes a mí?"

"¿Cómo puedes decir que no soy un gusano?" insistido Bumpadoo. "¿No ves que yo vivo y me arrastro y como en la tierra blanda y sucia? Y ciertamente no eres mejor que yo. Tú no tienes derecho a decir que eres una oruga o implicar que algún día te convertirás en una mariposa preciosa!"

Faddawolladee miró en silencio a Bumpadoo por un minuto. Entonces se dio la vuelta y comenzó a dirigirse hacia el árbol. "Es una subida muy larga de vuelta a las hojas", dijo ella, "pero es una subida que debo hacer. No puedo obligarte a venir conmigo. No puedo hacer que tú creas que yo soy en verdad una oruga y que tú también lo eres. Te puedo decir que en el árbol, a un viaje muy largo de aquí, hay una abundancia de deliciosas hojas verdes en la luz del sol, pero no puedo hacer que tú entiendas lo deliciosas que son para comer. Valen la pena todas las dificultades para llegar hasta allí. Te invito a que vengas -- pero la elección es tuya".

Bumpadoo miró hacia lo alto, alto, alto en el techo del árbol. "¿No tienes miedo de caer de nuevo cuando vuelva el viento?", le preguntó. "Un gusano que crea que puede vivir allí y comer allí y no caerse está viviendo en una ilusión."

Faddawolladee puso sus pies delanteros en la base del árbol. "La caída no es lo que debemos temer", dijo. "Mantenerse en la tierra después de la caída - eso precisamente es lo que debería hacernos temblar con la motivación para hacer lo que tenemos que hacer para convertirnos en las mariposas que fuimos creados para ser." Y con una última mirada a Bumpadoo, ella dijo:
"No puedes ver mi verdadero yo, ni puedes conocer tu verdadero yo, a menos que le dé a este árbol un buen intento.

 
Reflexión de las Buenas Nuevas
Martes de la semana 18 del Tiempo Ordinario
05 de Agosto 2014 

Esta reflexión fue copiada con permiso de la autora, Terry Modica, y es utilizada bajo la responsabilidad de grupo católico Reflexiones para el Alma de Miami Fl. Fue publicada por Ministerios de La Buena Nueva, http://gnm.org/ReflexionesDiarias/  
 © 2014 por Terry A. Modica
La humildad es una asociación con el Espíritu Santo
ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO

Ven Espíritu Santo, envía tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma, divina luz y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus Siete Dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno.
Amén.

Lecturas de hoy:

Jeremías 30:1-2, 12-15, 18-22 
Salmo 102:16-23, 29 
Mateo 14:22-36 (o Mateo 15:1-2, 10-14) 
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