¡La hipocresía es altamente contagiosa!



 En la lectura del Evangelio de hoy, Jesús define la hipocresía como ser un "sepulcro blanqueado" - que se ve santo y limpio en apariencia pero está muerto y sucio por dentro. Este es el peligro de ser religiosamente y legalmente falto de compasión, como Jesús lo deja claro en los versos anteriores.

Nosotros caemos en la hipocresía ocasionalmente. Por ejemplo, cuando un acto de amabilidad tiene un motivo legal (ej. Cuando lo hacemos por deber más que por compasión), nuestra amabilidad solo alcanza nuestra piel y no nuestro corazón.

Cuando alguien nos dice, "no me gusta la manera que me trataste cuando -", nos ponemos una máscara de escucha, pero nuestros rostros ocultos reflejan pensamientos rápidos de autodefensa, porque estamos más preocupados por nosotros mismos que por el dolor de la otra persona.

Usamos la máscara de la hipocresía porque nos ayuda a sentirnos protegidos y seguros. En realidad, es mortal en nuestras interacciones con los demás; interfiere con el amor dador de vida. Solamente cuando somos vulnerables podemos genuinamente preocuparnos por los demás y abrirnos a recibir la bondad de los demás. Esto es verdad incluso cuando estamos en lo correcto y la otra persona está equivocada e incluso cuando un acto de amabilidad es poco conveniente.

¿Y qué pasa si somos heridos? Jesús siempre está con nosotros, besando nuestras heridas.

La hipocresía mata lentamente nuestra verdadera identidad dada por Dios. Y si usamos esta mascara por un largo tiempo, perdemos conciencia de quien realmente somos y de cuál es nuestro valor verdadero. Aquellos que nos encuentran no ven la persona que Dios creó en nosotros. Así fue que los Fariseos se llenaron de "suciedad y de huesos secos como de los muertos".

¿Cuán sucio y muerto estás por dentro? Responde a esto preguntándote: ¿Cuánto del amor dador de vida de Dios estoy experimentando? ¿Está fluyendo de mi tanto, porque me está llenando?

En la primera lectura de hoy, San Pablo diferencia entre aquellos que se distancian de Dios y aquellos que siguen la tradición pasada de los apóstoles. Como Pablo lo describe, la tradición Cristiana es de servicio amoroso: Sin desorden, sin imposiciones sobre los demás, y de trabajo duro en el servicio del reino de Dios. Pablo y su ministerio se preocuparon mucho por las personas que pastorearon, tanto, que les sirvieron incluso en la labor diaria y monótona, día y noche.

Así como nos lo recuerda el Salmo responsorial de hoy, somos los más felices cuando caminamos los caminos de Dios, porque el trabajo arduo de amar y preocuparnos por los demás producirá frutos que podemos disfrutar. Seremos bendecidos por él, seremos favorecidos por Dios.

¿Por qué Pablo nos dice que debemos evitar socializar con aquellos que caminan en un camino desordenado? Porque ¡La hipocresía es altamente contagiosa!

O Señor, ayúdanos a atrevernos a ser realmente lo que tú nos creaste, para ser - Imitadores de Cristo tu hijo; ¡amén!
Reflexión de las Buenas Nuevas


Miércoles de la 21ª semana del Tiempo Ordinario
27 de agosto de 2014
Memoria de Santa Mónica


 

Esta reflexión fue copiada con permiso de la autora, Terry Modica, y es utilizada bajo la responsabilidad de grupo católico Reflexiones para el Alma de Miami Fl. Fue publicada por Ministerios de La Buena Nueva, http://gnm.org/ReflexionesDiarias/  

© 2014 por Terry A. Modica




Lecturas de hoy:
2 Tesalonicenses 3:6-10, 16-18
Salmo 128:1-2, 4-5
Mateo 23:27-32