Encontrando la verdadera justicia


Desde el comienzo de la civilización Dios ha dado a los líderes terrenales una parte de su autoridad para mantener la ley y el orden y para determinar cómo se deben manejar los desacuerdos e injusticias - a pesar de que sabía que muchos manejarían mal esta autoridad. San Pablo nos informa en la primera lectura de hoy que debemos mantener disputas con otros cristianos dentro de la comunidad cristiana en lugar de llevar el caso a los que juzgan por las normas del mundo.

Juicios inspirados por Dios siempre incluyen la misericordia y el perdón, la reconciliación, la humildad, el honor a las necesidades de los demás, el altruismo y el amor incondicional. El derecho civil en cambio, ofrece una represalia: Si me caigo en tu casa y me rompo una pierna, puedo hacerte pagar mi factura del hospital. De hecho, la ley civil en mi país me permite demandarte por el costo del sufrimiento emocional que empezó cuando mis planes felices se arruinaron a causa del yeso en la pierna - ¡como si pudiéramos poner un precio a eso!

Las leyes de Dios son contrarias a esta forma mundana de impartir justicia. Su ley dicta que yo te perdono y no hago demandas financieras sobre ti, incluso me dejo ser estafado (como dijo Jesús, pon la otra mejilla). La justicia de Dios significa yo lo dejo a Él hacerse cargo de mi cuenta del hospital. Si decide ayudarme, no es porque yo te he obligado - es porque estás haciendo la obra de Dios.

Tenga en cuenta que Pablo está instruyendo a la comunidad cristiana sobre la forma de resolver las injusticias internas al convertir problemas en soluciones amorosas. Él no está sugiriendo cómo un cristiano resuelve un problema con un no cristiano. No es un pecado hacer frente a los no cristianos usando su propio sentido de la justicia mundana. Pero qué horror es para los cristianos a tratarse unos a otros de manera mundana! El amor se hace a un lado.


La diferencia es que los cristianos ya han sido justificados por Jesucristo. Además, hemos recibido el Espíritu Santo y por lo tanto somos capaces de realizar juicios adecuados para la resolución de disputas. Debido a esto, incluso podemos juzgar los hechos de los ángeles! ¿Y qué hacen los ángeles que hace necesario el juicio de nuestra parte? Bueno, podemos juzgar a los ángeles santos como buenos y darles permiso para continuar haciendo más bien en nuestras vidas, y podemos juzgar a los ángeles caídos - demonios - como malos y sentenciarlos a la cárcel del silencio y la inactividad.

Y cuando hacemos juicios sin el Espíritu Santo, los ángeles caídos son libres para empeorar las cosas.

En el pasaje del Evangelio de hoy, Jesús curó a personas que tenían problemas por los malos espíritus. Él pronunció sentencias contra su interferencia y los condenó a la impotencia para hacer que se detuvieran. Él nos ha dado la autoridad para hacer lo mismo. Mientras que estamos viviendo para los estándares celestiales, podemos en el nombre de Jesús y por el poder del triunfo de su cruz, tomar una posición exitosa contra el mal. Los demonios deben someterse a nuestra autoridad porque es Jesús quien hace cumplir la sentencia.

Reflexión de las Buenas Nuevas
Martes de la 23ª semana del Tiempo Ordinario
9 de setiembre de 2014
Memoria de San Pedro Claver


Esta reflexión fue copiada con permiso de la autora, Terry Modica, y es utilizada bajo la responsabilidad de grupo católico Reflexiones para el Alma de Miami Fl. Fue publicada por Ministerios de La Buena Nueva, http://gnm.org/ReflexionesDiarias/  
 © 2014 por Terry A. Modica
 


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Lecturas de hoy:
1 Corintios 6:1-11
Salmo 149:1b-6a, 9b
Lucas 6:12-19

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