Imagina
que estás muriendo justo ahora. Te estás acercando a la puerta entre la
tierra y el cielo, y Jesús viene a recibirte, pero su apariencia es
igual a la de la persona que más te desagrada: ese ex cónyuge o
sacerdote escandaloso, o el patrón que te despidió o _____. ¿Correrías
hacia Él o lejos de Él? ¿Podrías abrazarlo, o mejor le golpearías en la
nariz?
En
la primera lectura de hoy, leemos que quien dice amar a Dios mientras
odia a los demás es un mentiroso. Si no podemos amar a alguien que es
tangiblemente presente para nosotros, ¿cómo podemos amar a Jesús que es
invisible? Y si no amamos a cada hijo del Padre que aprecia a todas sus
creaturas, ¿cómo podemos sentir su amor por nosotros, especialmente
cuando tenemos baja autoestima?
Pensar
que podemos amar a Dios pero no a ese imbécil que nos lastimó tan mal,
es un error de concepto. Con la misma intensidad con que amamos a los
demás, amamos a Dios, porque lo que hacemos a los demás se lo estamos
haciendo a nuestro Padre que los creó y a nuestro Salvador que murió por
ellos.
El
amor es como el agua en el grifo de la cocina. Cuando la canilla está
cerrada y pones tu mano en la llave, no puedes sentir el agua dentro de
ella, aunque está allí, lista para ser liberada. Abre la canilla para
hacer salir el agua, y ahora, tu mano en la llave puede sentir la
vibración del agua al correr. El amor de Dios está siempre dentro de nosotros pero no podemos sentirlo a menos que lo dejemos correr hacia los demás.
Amar
a los desagradables no significa quedarse cerca de aquellos que se
abusan de nosotros, pero si estamos cerca de Dios, nos preocupamos por
ellos como Él lo hace.Amar
a los desagradables significa preocuparse por sus almas eternas.
Significa perdonarlos y seguir adelante en vez de quedarnos atascados en
nuestro odio, mientras esperamos que se arrepientan. Significa orar por
ellos, no sólo pedir a Dios que los cambie para que nuestras vidas sean
más fáciles, sino para que penetren más profundamente en el amor de
Dios por su propio beneficio.
Amar
a los desagradables requiere que fijemos nuestra mirada en Jesús,
porque confiamos en que Dios sacará algo bueno de todo. Significa
responder a su maldad con la bondad de Dios, mientras mantenemos límites
de amor saludables.
Cuando amamos a los desagradables, Jesús nos conforta con palabras de la lectura del Evangelio de hoy: "¡El Espíritu del Señor está sobre mí, y lo comparto contigo, mi precioso amigo!
El Padre me ha ungido para traerte buenas noticias, para proclamarte la
libertad en tu cautividad, para darte luz cuando los problemas te
ciegan, y para liberarte de la miseria causada por el mal."
Cuando
amamos a los desagradables, nuestro gozo no proviene de ver a los otros
cambiar. Nuestra alegría viene de conocer el amor profundo y constante
de Dios, mientras recibimos su abrazo cálido y reconfortante.
Esta
reflexión fue copiada con permiso de la autora, Terry Módica, y es
utilizada bajo la responsabilidad del grupo católico Reflexiones para el
Alma de Miami Fl. Fue publicada por Ministerios de La Buena Nueva, http://gnm.org/ReflexionesDiarias/
© 2015 por Terry A. Módica
Reflexiones de las Buenas Nuevas
Jueves después de Epifanía
Enero 8, 2015
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