Amor con todo el corazón



Lecturas de hoy
Rut 1, 1.3-6.14b-16.22
Sal 145, (1b)5-10
Mateo 22, 34-40

La lectura del Evangelio de hoy nos recuerda que los intentos poco entusiastas y mediocres para amar a Dios y servirlo, son bastante deficientes. No es sólo porque Dios nos echa de menos cuando no estamos totalmente presentes con Él. Es porque también la fe mediocre no es suficiente fe para que pasemos por los malos momentos y los convirtamos en milagros.
La fe de todo corazón es la que nos permite amar a los demás, aun cuando sean difíciles de amar, como nos amamos nosotros mismos. La palabra "como" es esencial. No podemos amar a otros mejor de lo que nos amamos nosotros mismos, y no podemos amar a Dios más de lo que amamos a los demás, porque lo que le hacemos a los demás se lo hacemos a Dios. Y lo que nos hacemos a nosotros mismos se lo hacemos a Dios.
¿Qué tan bien te cuidas a ti mismo? Si no eres bueno contigo mismo, ser bueno con los demás genera resentimientos dentro de ti, y tu amabilidad se convierte en pecado. Igualmente, si abastecemos más nuestras propias necesidades que las necesidades de los demás, el egoísmo nos aparta de Dios de la misma forma que nos separa de la gente que descuidamos.
Para romper el círculo de amor a medias, debemos dejar que el amor de Dios nos consuma. Este es el primer paso para amarnos a nosotros mismos de una manera correcta y saludable. ¿Qué es lo que está haciendo bien en estos momentos para cuidar de ti? ¿Qué le gustaría hacer a Él y que tú no lo dejas, porque estás demasiado ocupado, o con miedo por ser egoísta o pensando que no lo mereces?
Necesitamos empezar cada día con un momento de silencio a solas con Dios, para que podamos estar en contacto con su amor por nosotros y con nuestro amor por Él. Debemos hacer esto antes de que cualquier cosa desafíe nuestro deseo de amar a los demás, a nosotros mismos o a Dios con todo nuestro corazón. ¡La lectura de esta reflexión no es suficiente! ¿Ya meditaste en su amor en un entorno tranquilo?
El segundo paso, mientras estamos todavía con la oración matinal, es permitir que el amor de Dios por los demás nos consuma. Si hay alguien en estos momentos en tu vida, que de seguro causará problemas, pasa tiempo en contacto con el amor de Jesús por esa persona. Él murió por nuestros alborotadores. Él llora por ellos. El desea abrazarlos, sanarlos y guiarlos hacia la alegría de la vida santa.
El tercer paso es decir sí, para dar a los demás más de lo que de ellos recibimos. Decimos sí al permitir que nuestro amor sea consumido por las personas que nos necesitan o que nos causan problemas. Esto no quiere decir que nos olvidemos de nuestras necesidades. Pero, sin embargo, sí significa ir a la Cruz por otros, como lo hizo Jesús. Significa que, en lugar de estar pidiendo que los demás nos den tanta bondad como les damos nosotros, queramos darles aún más. En ese momento es cuando nos damos cuenta del amor de todo corazón que Dios tiene por nosotros. Si le pedimos a Dios que habite en los agujeros dejados por los demás, tendremos más espacio dentro de su morada interior.
Dios te ama con todo Su corazón, con toda Su alma, y con toda Su mente! En la Eucaristía, consumimos este amor total de Dios, amor sin fín, amor infinito. Y al hacerlo, consumimos Su amor por los demás. Entonces nos convertimos en Eucaristía para otros cuando damos este amor a todos los que nos rodean. Al convertirnos en lo que recibimos, tenemos mucho más para dar de lo que podemos imaginar.

Reflexión de las Buenas Nuevas
Viernes de la 20ma. Semana del Tiempo Ordinario
En memoria de San Pio X, Papa
Agosto 21, 2015