Cómo alcanzar el cielo

 Los verdaderos tesoros de la vida, son los que compartimos con los demás.



El joven en la lectura del Evangelio de hoy, pensaba que estaba haciendo todo bien, pero algo lo hizo sentirse inseguro. Algo le hizo preguntarle a Jesús cómo obtener la vida eterna.
Cuando le planteo la pregunta a los católicos: "¿Sabes si irás al Cielo?", muchos me responden que no, que tienen la esperanza, pero no están seguros. Estos son buenos cristianos católicos, no meros espectadores en los bancos, que aparecen en la iglesia sólo por temor al infierno, sin ser transformados por el poder de la Eucaristía, haciendo poco o nada para acercarse más al Señor durante la semana. Estas son personas que aman al Señor, confiesan sus pecados, y sirven alegremente a la Iglesia con sus dones y talentos.
Cuando les pregunto si lo que quieren decir es que primero probablemente pasen por el purgatorio, ellos responden que no saben.
El Purgatorio no es el problema. Pero qué pasa si --esto es lo que ellos me preguntan -- ¿pero qué pasa si antes de morir, por sus imperfecciones le dan la espalda a Jesús?
Tomen en cuenta que Jesús no le dijo a su joven interrogador que no iría al Cielo a menos que fuera perfecto.Observar los mandamientos era suficiente, pero para agregar tesoros a su casa en el Cielo,
necesitaría desprenderse de sus posesiones terrenales. 
A Jesús no le importaba si el tipo tenía mucho. A Él lo que le importaba eran sus prioridades. Aquí había un buen chico que obedecía diligentemente todas las leyes. ¿Por qué? Para así ganar algo (vida eterna). Noten que todo tenía que ver con él: ¿Qué voy a obtener yo de ello?
Los verdaderos tesoros de la vida son los que compartimos con otros. Consideren qué mandamientos citó Jesús en esta ocasión. Él dejó afuera los que se enfocan en nuestra relación con Dios. Él incluyó únicamente los que tienen que ver con la manera en cómo tratamos a la gente. Jesús le hizo un desafío que, si trabajaba en ello, luchaba con ello y lo aceptaba, podría entonces vencer su egoísmo.Mientras amemos a los demás, tendremos la seguridad de que no nos estaremos alejando de Jesús. Y si amamos a Jesús y comprendemos que Él murió porque nos ama, no habrá duda, entraremos al Cielo (aunque probablemente con la ayuda de la purificación en el purgatorio), porque Dios  es amor ; y si nosotros tenemos amor, tenemos a Dios, y si tenemos a Dios, tenemos vida eterna con Él. 


Si nuestros temores son ciertos, de que algún día le daríamos la espalda al Señor, es porque de hecho ya lo estamos haciendo, al darle la espalda a las personas que necesitan de nuestro amor. La obediencia pura a los mandamientos de Dios produce actos amorosos hacia los demás, a menos de que estemos obedeciendo por el: "¿Qué obtendré a cambio por hacerlo?"
Nuestra santidad, unida al Cielo, se hace presente en la manera en cómo tratamos a los demás, qué compartimos con ellos, y la misericordia que damos a los que son difíciles de amar. Este es el tesoro del que no debemos desprendernos, ya que significa que realmente abrazamos a Jesús y las razones por las que murió. La vida eterna en el Cielo está asegurada.

Oración para hoy
Señor Jesús: haz que mi corazón esté siempre enraizado en Ti. Líbrame de todo aquello que me quite la libertad de seguirte dondequiera que me lleves. Amén


Reflexión de las Buenas Nuevas
Lunes de la 20ma. Semana del Tiempo Ordinario
Agosto 17, 2015

Esta reflexión fue copiada con permiso de la autora, Terry Modica, y es utilizada bajo la responsabilidad de grupo católico Reflexiones para el Alma de Miami Fl. Fue publicada por Ministerios de La Buena Nueva, http://gnm.org/reflexiones-de-las-buenas-nuevas/.                © 2015 por Terry A. Modica



Lecturas de hoy
Jueces 2, 11-19
Sal 105, 34-37.39-40.43ab.44 (con 4a)
Mateo 19, 16-22

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Santo de hoy: Clara de la Cruz
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Sorpresa espiritual AQUI

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