¿Te quejas por todo?

Hoy: Quejarse, significa que olvidamos las bendiciones que Dios nos da en todo momento.


¿Qué tan humilde era Jesús? Bueno, piensa acerca de esto: Jesús es Dios y debemos humillarnos ante Él, y aun así ¡Él se humilló por nosotros! Así lo dice la lectura de hoy de los Filipenses. Y la lectura del Evangelio nos dice que Jesús bajó del cielo. ¡Eso es humildad! ¿Dejaríamos tú o yo las comodidades de la perfección celestial para entrar en el mundo malo y difícil para mezclarte con malas personas o difíciles?

¿Qué pasaría si la Segunda Venida de Cristo llegara a suceder hoy, y Jesús se apareciera frente a ti y te pidiera que elijas entre ir al cielo ahora o permanecer en la tierra un poco más para ayudar a los incrédulos a encontrar la salvación antes de que sea demasiado tarde? ¿Dirías que sí? ¡Espero que nunca me hagan esa pregunta!

Tenemos un deseo natural de ir cielo. Fuimos creados para vivir allí con Dios por toda la eternidad. Es nuestro verdadero hogar, e instintivamente lo sabemos. Es por eso que nos quejamos, cuando experimentamos algo contrario al cielo aquí en la tierra. Esperamos la perfección, a pesar de que la perfección sólo es posible en el cielo. Lloramos, "¡Dios, estoy cansado de esta prueba! ¿Cuándo vas a hacer que termine?" (Eso es lo que llevó a los israelitas a tener problemas en la primera lectura de hoy.)

¿Has sentido, alguna vez, el deseo de decir: "Dios, Tú, evidentemente, no entiendes lo malo que este problema es para mí? ¿No ves que estoy sufriendo aquí? Oh, Dios, ¿cuándo vas a hacer que esa persona cambie, para que yo pueda disfrutar de una vida mejor? "

La queja es un indicativo de que hemos dejado que nuestras expectativas celestiales hagan a un lado nuestra necesidad terrenal de confiar en Dios.

Peor aún, cuando nos quejamos con los demás, estamos extendiendo nuestra desconfianza. Para curar esto, debemos llevar nuestras quejas directamente a Dios. Nadie más. (La única excepción es un consejero o un amigo que pueda ayudarnos a ser más santos y a ser sanados.) Tenemos que dejar que nuestras quejas desaparezcan dentro del corazón compasivo de Dios. Entonces nuestra frustración se disipará. ¡Es absolutamente increíble! ¡Inténtalo! (Déjeme decirte cuántas veces he tenido que hacerlo. Epa, me detendré aquí y dejaré que mi queja se funda en Dios. Él me ha envuelto en su abrazo cálido y acogedor.)

"No te olvides de las obras del Señor", nos recuerda el Salmo responsorial. Las quejas implican que hemos olvidado lo mucho que Dios ya nos está bendiciendo. En esos momentos, es orgullo, no humildad, eso es controlar nuestras actitudes.

¿Jesús se quejó alguna vez? Él se molestó a veces, pero nunca se quejó, ni siquiera cuando lo golpearon y lo clavaron en la cruz. En cambio, oró por aquellos que eran la causa de sus problemas: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que están haciendo."

Debido a este amor absoluto, sabemos sin duda que "Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvar al mundo." 


Reflexión de las Buenas Nuevas
Lunes de la 24ta. Semana del Tiempo Ordinario
Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz

Esta reflexión fue copiada con permiso de la autora, Terry Modica, y es utilizada bajo la responsabilidad de grupo católico Reflexiones para el Alma de Miami Fl. Fue publicada por Ministerios de La Buena Nueva, http://gnm.org/reflexiones-de-las-buenas-nuevas/.                © 2015 por Terry A. Modica


Lecturas de hoy

Números 21, 4b-9



Sal 77, 1bc-2.34-38 (con 7b)

Fil 2, 6-11

Juan 3, 13-17

Lecturas AQUI
Conmemoracion

 a la Santa Cruz





Sorpresa espiritual