¿Es fácil para ti cumplir con los mandamientos?





Nuestra primera lectura de hoy nos dice que los mandamientos de Dios no son una carga. Bueno, ¿alguna vez has encontrado que los mandamientos de Dios son difíciles? ¡Yo claro que lo he notado! Es una carga examinar mi conciencia y obligarme a cambiar. Ahh, pero Juan nos comparte el secreto para hacerlo fácil: Nuestra fe.
La fe conquista todo, dice él. Así que, ¿tienes suficiente fe para vencer todas las tentaciones, permanecer puro y resistir el mal? ¡Yo no!
Por lo tanto, podemos concluir que, aunque tenemos fe en Dios, nuestra fe es demasiado pequeña. ¿Correcto? No. El Espíritu Santo nos fue dado en nuestros bautismos, y ambos pasajes, Romanos 12 y 1 Corintios 12, dicen que la fe es un don del Espíritu Santo, lo que significa que ¡tenemos toda la fe que Dios tiene! Un pensamiento impresionante, así que ¿qué falta? ¿Por qué hacemos cosas que no son santas?
Mira sobre lo que Juan está hablando en toda la primera lectura: El amor. Esta es la clave para evitar que los mandamientos sean una carga.
Si sabemos que Dios nos ama incondicionalmente, sin importar cuán pecador o santo somos, entonces, naturalmente queremos amarlo con todo nuestro corazón, con toda el alma y con toda nuestra mente. Y cuando lo amamos tanto, naturalmente queremos unirnos a Él, amando a todos los que Él ama, incluso los molestos (me refiero a los irritantes, eemm, preciosos hijos de Dios que nos están causando problemas). Cuando verdaderamente amamos a los demás, somos menos propensos a pecar en contra de ellos.
Si tratamos de obedecer los mandamientos de Dios, simplemente porque Él lo dice, entonces son una carga. La santidad es, entonces, tan difícil para nosotros como lo fue para la gente del Antiguo Testamento, que vivieron según la letra de la ley, sin la ayuda del Espíritu de la ley, el Espíritu Santo. Pero sólo Jesús podía tener éxito en el cumplimiento de la ley a la perfección, y agregó el amor en la ecuación. Mientras que las viejas leyes permitían a la gente exigir ojo por ojo, cuando eran tratados injustamente, Jesús ordenó: "Haz el bien a tus enemigos." Y nos dio su Espíritu Santo para que pudiéramos tener éxito.
Si deseamos obedecer los mandamientos de Dios porque queremos permanecer unidos a su amor, y si confiamos en el Espíritu Santo para que nos ayude a amar a los demás incondicionalmente (a veces necesitamos amor sobrenatural), se vuelve mucho más fácil resistir el pecado.
De hecho, a menudo ni siquiera nos sentimos tentados. Nos gusta hacer el bien a nuestros enemigos, nos consideramos bendecidos cuando somos perseguidos por los molestos, y tenemos mucha paciencia porque nos damos cuenta de que esos molestos están realmente más heridos que nosotros y, en lugar de enojarnos, sentimos lástima por ellos.
En todas las situaciones, incluidas las más pesadas, tenemos que preguntarnos: "¿Qué haría Jesús?" Mejor aún, pregúntate: "¿Qué haría el AMOR?" Esto alivia el peso de la carga. 
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Esta reflexión fue copiada con permiso de la autora, Terry Modica, y es utilizada bajo la responsabilidad de grupo católico
Reflexiones para el Alma de Miami Fl. Fue publicada por Ministerios de La Buena Nueva,
http://gnm.org/reflexiones-de-las-buenas-nuevas/.
 
© 2016 por Terry A. Modica

 
Reflexiones de las Buenas Nuevas           
Jueves después de Epifanía
Enero 7, 2016
Lecturas del día:
1 Juan 4, 19--5, 4
Sal 71, 1-2.14.15bc.17 (con 11)
Lucas 4, 14-22
Oración para hoy:
Derrama Señor, la unción de Tu Espíritu sobre mí, para que se cumplan Tus propósitos y sea yo, instrumento de Tu amor para mis hermanos. Amén.


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