Cuando las cosas están mal, Dios hace el bien










Piensa en la peor cosa que está sucediéndote en la vida justo ahora. ¿Qué tan malo parece? ¿No tiene esperanza? ¿Cuán frustrado te sientes? ¿Cuán triste? Bien, piensa en las dos peores cosas (siempre tenemos tanto de qué quejarnos, ¿no?)
En la primera lectura de hoy, las cosas aparentaban muy mal para José. Sus hermanos lo habían acorralado y tirado a una cisterna para poder matarlo. Incluso cuando cambiaron de idea y lo vendieron a los Ismaelitas (una tribu rival), debe haber estado seguro que su vida se había acabado aunque no muriera.
Puedes imaginarte cómo se sentía. Tú y yo hemos tenido los mismos sentimientos.
José no sabía que Dios iba a transformar su terrible calvario en una gran bendición. No podía ver el plan que incluía ser un redentor para su gente. (Años más tarde, durante una sequía severa, José salvaría a Egipto y a su propia tribu Judía de la hambruna).
Tú también puedes imaginarte cómo debe haberse sentido Jesús en la historia del Evangelio de hoy. Sabía que estaba hablando de sí mismo en la parábola. ¿Cómo se sintió al estar rodeado de fariseos que querían deshacerse de él?
Si José hubiera conocido su futuro, si hubieran podido prever cómo Dios cambiaría sus circunstancias aterradoras en una gran bendición, probablemente hubiera sentido alivio y gozo simultáneamente. Jesús conocía su futuro, incluso mientras agonizaba a causa de él en el Jardín de Getsemaní el Viernes Santo, también entendía el gozo que llegaría el Domingo.
Tener fe en Jesús significa que, nosotros también, podemos experimentar gozo mientras sufrimos y lloramos.
No podemos estar seguros de qué nos dará el futuro, pero sí sabemos Quiénes el dueño del futuro. Eso es todo lo que realmente necesitamos saber (aunque, seguramente, queremos saber más).
No necesitamos prever el futuro. Ni siquiera necesitamos ver el próximo paso en el camino frente a nosotros.
Agarrándonos fuerte de la mano de Dios, dejando que Él nos guíe mientras recordamos que siempre está armando un plan para nuestro bien (ver Jeremías 29, 11 y Romanos 8, 28) y que, entonces, podemos y debemos confiar en su cuidado, nosotros también podemos tener esperanza y gozo aún mientras sufrimos en nuestra angustia.
El gozo lleno de fe no espera a que nuestros sufrimientos terminen. Cuanto más fuerte es nuestra fe, más gozo podemos sentir, aún en medio de los peores momentos. No es una felicidad superflua; el gozo es una satisfacción pacífica de que Dios es bueno.


Reflexión de las Buenas Nuevas
Viernes de la 2da. Semana de Cuaresma
Febrero 26, 2016

Esta reflexión fue copiada con permiso de la autora, Terry Modica, y es utilizada bajo la responsabilidad de grupo católico Reflexiones para el Alma de Miami Fl. Fue publicada por Ministerios de La Buena Nueva,http://gnm.org/reflexiones-de-las-buenas-nuevas/.
© 2016 por Terry A. Modica

Lecturas de hoy

Genesis 37:3-4,12-13,17b-28a
Salmo 105:16-21 (with 5a)
Mateo 21:33-43,45-46




Oración para hoy

Perdóname Señor, por las veces que fui piedra de tropiezo para Tus planes. Aparta de mí el orgullo y la soberbia, la obstinación y la rebeldía. Quiero ser tu servidor, para gloria tuya y bien de mis hermanos. Amén.

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