San Buenaventura dice: “El que la desprecie, morirá en sus pecados”. Y en otro lugar: (…) La Iglesia aplica a María el sentido de estas palabras de los Proverbios “Los que me aborrecen, aman la muerte eterna”.
Por otro lado, la Santísima Virgen nos habla en estos términos: “El que me oye, no se verá confundido” El que recurre a mí y escucha lo que le digo, no se perderá. Ese, exclama san Buenaventura: que se acoge a vuestro servicio, ese, Reina soberana, estará lejos de la condenación”.
No, agrega San Hilario, un servidor de María no perecerá, aunque en el pasado hubiese sido el pecador más grande.
Por eso el demonio se afana en que los pecadores, después de haber perdido la gracia divina, pierdan además la devoción a María.
San Alfonso María de Ligorio,
En Las glorias de María, capitulo VIII
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