Servir aunque nos traicionen


Piensa en las personas que te frustran. ¿Quién se ha levantado contra ti? ¿Qué es tan frustrante en ellos? ¿Sabes cómo ser un servidor como Jesús en estas situaciones?

Jesús dice en el Evangelio de hoy que nunca podremos ser más grandes que Él. Él es nuestro Maestro; esto lo entendemos. Lo que no entendemos es cómo seremos bendecidos sirviendo de la misma manera que Él sirvió. Él sirvió a Judas aun cuando sabía cómo lo traicionaría.

Gracias a que Jesús vive en nosotros, podemos tener su mismo corazón de servidor hacia los que nos traicionan o nos frustran con sus constantes pecados. Como Jesús, podemos amarlos y hacerles bien sin cooperar en sus pecados.

Traicionamos a Jesús cuando les damos ira a los demás en vez del amor de Dios. Nos alzamos contra Él cuando nos negamos a imitar su servicio abnegado. ¡Jesús nos mostró con su ejemplo que ir a la cruz por los demás es bueno! Pero ¿cómo puede ser bueno para nosotros estar clavados por el comportamiento cruel de alguien, o ser crucificados injustamente por acusaciones falsas? ¿Cómo vamos a superar las heridas y el sentimiento de frustración?

Jesús respondió esto en Juan 12, 26: "quien me sirve que me siga; y donde yo esté, mi siervo también estará. Mi padre honrará a quien me sirva." ¡No hay mayor bendición que ser honrado por Dios!

La alternativa es dejarnos llevar por nuestras heridas y actuar según nuestros sentimientos de frustración, pero entonces seguimos la maldición de nuestras heridas. La curación sólo comienza cuando perdonamos a los demás, pidan perdón o no.

Es frustrante insistir en que otros nos traten de la manera que deberían porque, cuando no lo hacen, nos enfocamos en lo que nos está dañando en lugar de enfocarnos en Jesús. Nunca encontraremos la felicidad de esta manera. La verdadera felicidad en tiempos difíciles surge de unirnos a Cristo. Nuestra naturaleza carnal dice: "¡no quiero hacer esto! ¡Que pase esta Copa de mí!" Nuestra naturaleza espiritual, conectada al Espíritu Santo de Jesús, dice: "si no pueden o no quieren darme amor, los dejaré crucificar mi deseo de recibir su amor y confiaré en Dios para que levante mi vida hacia nuevas alturas de gozo."

San Ignacio de Antioquía lo explicó maravillosamente: "Yo soy el trigo de Cristo, molido por los dientes de las bestias para ser pan puro de la tierra". Al dejar que los demás muelan lo que queremos de ellos, nos convertimos en Eucaristía para ellos (el Pan de Cristo). Llegamos a ser signo del verdadero Cristo. ¡Qué regalo tremendo que podemos dar! Si sólo nos quedamos con recibir el regalo, por ejemplo, durante la Liturgia Eucarística de la Misa, entonces estamos pecando egoístamente.

Ser Eucaristía no significa estar siempre en peligro. Seguimos a Jesús a la cruz y la resurrección. Incluso si las otras personas no cambian, nosotros sí. Sus decisiones y comportamientos ya no controlan nuestros sentimientos. En esto, ¡somos enormemente bendecidos!
 
© 2016 por Terry A. Modica. Esta reflexión fue copiada con permiso de la autora, y es utilizada bajo la responsabilidad del grupo católico Reflexiones para el Alma de Miami, Fl.  Fuente: Good News Ministries en http://gnm.org/reflexiones-de-las-buenas-nuevas/, donde también se encuentra disponible una reflexión para los Domingos. La reflexión para los Sábados puede ser encontrada en: http://gnm.org/mirada-interior/.

 
Reflexiones de las Buenas Nuevas           
Jueves de la 4ta. Semana de Pascua
Abril 21, 2016


Lecturas del día:
Hechos 13, 13-25
Sal 88, 2-3.21-22.25.27
Juan 13, 16-20


Oración para hoy
Señor: ayúdame a reflejar Tu Nombre en todos mis actos, sirviendo a los demás con humildad y misericordia. Amén.