¿De qué te estás quejándo hoy ?

El fragmento inspiracional de hoy: 
Cuando llevamos nuestras quejas a Dios, la más asombrosa respuesta ocurre.




A menos que vivamos como reclusos, diariamente, tenemos que lidiar con la gente que se comporta estúpidamente o hace algo dañino y pecaminoso.

La primera lectura de hoy nos dice: "no se quejan uno del otro, para no ser juzgados." ¿Hay un día en el que no protestemos por alguien? ¡Incluso los reclusos encuentran mucho de qué quejarse! Tal vez deberíamos pasar un mes en un monasterio tomando un voto de silencio, sólo para adquirir el hábito de no quejarnos.

Cuando presto atención a lo que digo sobre los demás, empiezo quejándome de mí mismo, porque no soy un profeta que es "un ejemplo de paciencia en la dificultad" como menciona Santiago.
Pero quejarme de mí mismo, ¡es el mismo pecado que la murmuración contra otros!

En mi suplica a Dios para que me enseñe a cuidar mi boca, he aprendido que, si nos debemos quejar, debemos darle nuestras quejas a Él y sólo a Él. Una vida santa significa amar compasivamente a las personas incluso cuando tenemos razón para quejarnos. Cuando estamos demasiado débiles para eso, Dios prefiere que le digamos a Él lo que nos gustaría decir a los demás, como en: ¡Grrrrr, Dios! ¿Ves ese tonto grandulón lo que hizo? Casi me golpeó con su camioneta!" Y porque nuestras palabras se funden en el amor silencioso de la presencia de Dios, en lugar de insultar a la persona o hacerle un gesto desagradable, oramos por su protección.

La razón por la que nos gusta quejarnos es porque estamos buscando ayuda. Deseamos (a menudo inconscientemente) que la persona de la que nos quejamos intervenga y haga algo al respecto.

Bien, cuando llevamos nuestras quejas a Dios, una respuesta más increíble se produce. Dios nos da compasión. ¡A Él le importa! Él nos ayuda llevándose nuestra frustración, disolviéndola en su amor. Nuestra presión arterial disminuye. Incluso perdemos interés en continuar con las quejas.

Si te gusta quejarte tanto que buscas el oído de otra persona, he aquí lo que puedes hacer; funcionó para mí. Coloca un pequeño santuario en tu casa o elige un lugar en el trabajo que tú  puedas etiquetar como "tu espacio sagrado". En un momento, cuando había un Gran Imbécil molestando constantemente mi vida, puse una pequeña estatua de Jesús Buen Pastor en mi cuarto de baño. Cuando me sentía abrumada por un impulso de queja, me excusaba para ir al baño (¿quién va a detenerme? jejeje). Me arrodillaba en el suelo duro delante del lavamanos, miraba la imagen de Jesús y oraba para que Dios bendijera a la persona que me había irritado.

¿Cómo podemos reclamar mientras estamos en el espacio sagrado, de rodillas? ¿Cómo podemos reclamar mientras utilizamos nuestra boca para orar? 


Reflexión de las Buenas Nuevas
Viernes de la 7ma. Semana del Tiempo Ordinario
Mayo 20, 2016

© 2016 por Terry A. Modica. Esta reflexión fue copiada con permiso de la autora, y es utilizada bajo la responsabilidad del grupo católico Reflexiones para el Alma de Miami, Fl.  Fuente: Good News Ministries en http://gnm.org/reflexiones-de-las-buenas-nuevas/. -- Lee la Reflexión para el día domingo aquí
Lecturas de hoy

Santiago 5, 9-12
Sal 103, 1-4.8-9.11-12
Marcos 10, 1-12


Siganos y Opine en:
  Like us on Facebook  Follow us on Twitter