¿Qué tan pequeño es tu Dios?



La fe debe ser ejercitada mediante la confianza, que es una decisión




 Nuestra lectura del Evangelio de hoy tiene una importante lección acerca de la incredulidad, que todos hemos experimentamos en algún grado. La incredulidad nos roba nuestro poder sobre el diablo, como les sucedió a los discípulos que no pudieron expulsar el espíritu maligno del muchacho. La incredulidad es lo que hace que tomemos los problemas en nuestras propias manos y que hagamos las cosas a nuestro modo o la manera del mundo, en lugar de seguir los caminos de Dios. La incredulidad es lo que deforma nuestra idea de quién es realmente Dios. 

La incredulidad viene de poner a Dios en una caja limitada que es no más grande que nuestro propio cerebro. Aprendí esto hace varios años mientras estaba frustrada por la ineficacia aparente de mis oraciones. En mi conciencia limitada llegué a la conclusión que cada vez que estaba cerca de otros que buscaban la intervención divina de Dios, sólo obtendría un milagro si salía yo de la habitación. ¡Como si mi incredulidad estuviera arruinando a aquellos que si creían!

Había encajonado a Dios en una pequeña idea en mi cerebro, limitando lo que Él es, lo que puede y quiere hacer según mis experiencias humanas. Estaba orando a mi propia idea de Dios, mi propia imagen creada de Él.
Para liberarme de esto hice un ejercicio espiritual que tú podrías encontrar útil también. Me imaginé una caja dentro de mi cabeza. Me imaginé abriendo esa caja para dejar a Dios salir fuera. Lo "vi" crecer hasta un tamaño más grande, mucho más grande - Él creció más grande que el universo, más grande de lo que mi imaginación podía contener e, incluso, más grande. Entonces oré a ese Dios. ¡Guau! ¡La diferencia en mi fe fue impresionante! Podía confiar en un Dios que era así de enorme y poderoso.

Jesús nos dice que lo contrario de la incredulidad es la fe. Podríamos pensar que no tenemos suficiente fe para milagros, pero sí la tenemos, porque la fe es un don, dado a nosotros por el Espíritu Santo en nuestro bautismo. Sin embargo la fe debe ejercitarse a través de la confianza, la cual es una decisión, ni un sentimiento ni un regalo. La confianza es la decisión de dejar a Dios salir de la caja.

Jesús dijo a sus discípulos que la razón por la que no podían expulsar el demonio era porque necesitaban oración. Nuestras obras más poderosas para el Reino de Dios provienen de una base de oración. Cuando entramos en una oración de corazón (no una oración que es simplemente un montón de palabras que pasan sin pensar por nuestros labios), nos unimos a Dios y abrimos la caja de nuestro pensamiento limitado para meditar en quién es Dios realmente.
La mejor oración que podemos ofrecer cuando la confianza es débil es aquella que  el padre del muchacho enfermo dijo a Jesús: "¡Creo, pero aumenta mi fe!" Así, admitimos nuestra limitada comprensión de Dios, mientras afirmamos que nuestro verdadero deseo es ser creyentes. Elegir confiar en Dios no significa que nos forzarnos a tener confianza; significa que queremos confiar -- y Jesús hace el resto

Oración para hoy
Mi Señor, como Tú sabes mi fe es pequeña. Necesito que la fortalezcas para que, en Tu nombre, los signos y prodigios  se multipliquen y convenzan al mundo de Tu amor por él. Amén.


Reflexión de las Buenas Nuevas
Lunes de la 7ma. Semana del Tiempo Ordinario
Mayo 16, 2016
© 2016 por Terry A. Modica. Esta reflexión fue copiada con permiso de la autora, y es utilizada bajo la responsabilidad del grupo católico Reflexiones para el Alma de Miami, Fl.  Fuente: Good News Ministries en http://gnm.org/reflexiones-de-las-buenas-nuevas/, donde también se encuentra disponible una reflexión para los Domingos. La reflexión para los Sábados puede ser encontrada en: http://gnm.org/mirada-interior/.
Lecturas de hoy

Santiago 3, 13-18
Sal 19, 8-10.15
Marcos 9, 14-29

Santo del Día  

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