Imagina lo siguiente: una persona que está llena de pecado se dirige a Jesús. Poco a poco, Jesús le ayuda a deshacerse de todos sus pecados más importantes, excepto uno. Por alguna razón, el hombre está adherido a este pecado. Jesús le da una oportunidad tras otra para que lo deje, pero él no quiere la parte que le corresponde para superarlo.
Entonces Jesús corta y arroja todo lo que este hombre usaba para apoyarse, haciéndole caer. En su desesperación, el hombre busca una salida. La única buena está arriba, y ahí Jesús le espera. Él se agarra a Jesús, listo para una nueva vida.
Lo que había sido un desastre se convierte en una gran bendición.
En la lectura de nuestro Evangelio de hoy, Jesús nos desafía a descubrir las partes de nuestras vidas que necesitan ser cortadas y arrojadas fuera. Señala que el pecado comienza en el corazón. Por ejemplo, en el caso de adulterio, incluso sólo fantasear acerca de tener una aventura es pecado. ¿Por qué? Porque los pensamientos adúlteros echan fuera nuestra preocupación y amor por el cónyuge que es abandonado, aunque sólo sea por unos momentos.
Esto es cierto también para aquellos que son solteros ya que para ellos su cónyuge es Dios. Por lo tanto vivir como casados sin estar casados es adulterio contra Dios.
Jesús extiende esta enseñanza a cualquier área de nuestra vida donde el pecado hace a un lado el amor. Nuestros ojos nos hacen pecar si vemos películas producidas con escenas de lujuria, por ejemplo, debido a que estas imágenes se incrustan en nuestra mente y afectan nuestro pensamiento. Debemos "arrancar y tirar" todo lo que pone en peligro la pureza y los pensamientos santos.
¿Qué hay de los comportamientos faltos de amor que nos fueron inculcados en la infancia, o los malos hábitos, adicciones o temores? ¿Nos excusamos, o podemos superarlos?
Jesús continúa con una llamada aún más fuerte para cortar todo lo que carece de amor, de nuevo utilizando el adulterio como ejemplo. Dado que el matrimonio es un compromiso y romper cualquier compromiso es desamor, luego el divorcio - de un matrimonio válido - es un pecado. (El divorcio no siempre es pecado. El Procedimiento de anulación de la Iglesia está destinado a ser, a la vez, un proceso de curación y una buena manera de demostrar la nulidad de un matrimonio. Pero no es una vía de escape para los matrimonios válidos.) Esto tiene más sentido si leemos los siguientes versículos, Mateo 5, 33-37. Romper un juramento - incluyendo el juramento de matrimonio - es falto de amor.
Jesús nos está preguntando a todos: "¿Qué hay en tu corazón? ¿Qué necesitas cortar y arrancar para hacer más espacio para Mi amor?"
Reflexión de las Buenas Nuevas
Viernes de la 10ma. Semana del Tiempo Ordinario
Junio 10, 2016
