División por el amor de Cristo


  
Dios es un Dios de reconciliación. Él lo provee como un sacramento para que recibamos directamente de Jesús la sanación que nos reúne con su Divinidad y su Cuerpo, lo cual en la tierra es ahora la Iglesia. 

En Confesión, reconocemos que nos hemos dividido de Dios y de los demás. En Confesión, el sacerdote representa a Cristo y a toda la Iglesia y acepta nuestro arrepentimiento. A través de esta confesión comunal y absolución de nuestros pecados, nos reconciliamos con todos. Todavía nos tendríamos que disculpar con ciertos individuos pero, en este sacramento, Cristo borra la división que fue causada por nuestros pecados.
No es entonces extraño que en nuestro Evangelio del día de hoy, Jesús dice que no vino para traer paz entre la gente, sino división - especialmente entre familias. 

Piénsalo: Si tenemos un pariente que está en desacuerdo con nuestras decisiones y comportamientos Cristianos, ¿realmente lo honramos si renunciamos a la virtud que nos separa? Cuando nuestros cónyuges interfierencon nuestro crecimiento espiritual, ¿realmente honramos el amor que nos une, si les permitimos controlar nuestra fe? 

Cuando parientes quieren que aprobemos abortos, o actividades homosexuales, o parejas viviendo fuera de las gracias del sacramento matrimonial, ¿realmente honramos las verdades que compartimos en común con ellos si nos vemos como que estamos de acuerdo con las falsedades que ellos creen?

En situaciones como estas, mantenerse en la unión familiar tiene un alto costo: Refuerza el comportamiento inmoral y da la impresión que comportarse diferente a Cristo es bueno y que desobedecer los mandamientos de Dios no es destructivo. 

Manteniendo una posición firme en lo que nos divide demuestra que nos importa más lo que Jesús enseñó que lo que los parientes dicen o piensan de nosotros. El costo de esta división es la cruz, porque quienes deberían amarnos por seguro nos rechazarán. Nos clavarán en la cruz con nuestro Señor. ¡Pero recuerda que viene después del Viernes Santo!
Mantener la unidad puede ser espiritualmente mortal. La división puede producir nueva vida.

¿Qué tan dispuesto estamos a ser perseguidos por nuestras familias y por amigos que son como familia para nosotros? Duele mucho más cuando somos clavados por la gente que más nos debería amar. ¿Es bueno que para protegernos comprometamos nuestros valores por el bien de una vida más fácil? ¿O deberíamos discutir e insistir que ellos crean los que les decimos acerca de la verdad? Ninguna de las opciones es semejante a lo que Cristo haría. 

Jesús habló en parábolas para aquellos que no estaban listos para toda la verdad. Nuestras vidas son sus parábolas modernas. Debemos vivir de tal manera que esté claro cuál es nuestra posición en los asuntos que nos dividen. Al mismo tiempo, debemos dar a conocer que no condenamos a nadie por estar en desacuerdo con nosotros, ya que no podemos juzgar sus corazones y siempre los amaremos profundamente.

Reflexiones de las Buenas Nuevas
Lunes de la 15va Semana del Tiempo Ordinario
Julio 15, 2013
Memorial de San Bonaventura

© 2013 por Terry A. Modica Para cumplir con los derechos del autor de las Reflexiones      
Lecturas de hoy:
 Exodo 1:8-14, 22
Salmos 124:1b-6,7
Mateo 10:34 --11:1 
"Una hora de visita al SANTISIMO a la semana nos da la gracia de vivir 168 horas felizmente"
(Solo 1/168 parte del tiempo semanal)
Matemáticas para el Alma.
"Si queremos evangelizar al mundo, cada uno de nosotros debe empezar por tratar de convertirse en santo."
~ Arzobispo John Patrick Foley