El poder de conversión de la misericordia






En la última reflexión, observamos los sacrificios que hacemos a través de nuestras pérdidas y cuasi-pérdidas. Hoy, nos preguntamos: "¿Qué clase de sacrificio NO quiere Dios?" En la lectura del Evangelio de hoy, Jesús cita a Oseas 6:6 ("Es misericordia lo que deseo y no sacrificio") para enfatizar que la misericordia es superior a las reglas y ritos que fueron forzados legalmente por los Fariseos. Ellos creían que romper cualquier regla era un pecado y necesitaban ser expiados en los sacrificios del templo. En base a lo que ellos entendían, Jesús estaba haciéndose impuro al juntarse con los pecadores. ¿Qué iba Jesús a sacrificar con esto?

Independientemente de lo que pensaban los Fariseos, fue la misericordia de Jesús que lo motivó a comer con los pecadores. Fue su misericordia la que los evangelizó y purificó - mucho más que cualquier otro sacrificio en el templo. En contraste, la posición fuerte de los Fariseos acerca de las reglas había fallado prever que Mateo hiciera trampa y robara.
Reglas sin compasión no hacen nada sino ahuyentar a la gente del arrepentimiento. Amenazas de castigo no hacen nada sino llevar a la gente al arrepentimiento temporal. ¿Cómo desarrollaste una relación cercana con Dios? ¿Qué hizo su amor tan real y deseable que te motivó a crecer en su santidad?

No las reglas y rituales de la Iglesia. Estas nos ayudan a crecer fuertes en nuestra santidad, pero no hacen nada - permanentemente - para darnos un amor tan fuerte por Dios que nos haga querer arrepentirnos de nuestros pecados.

Primero viene el amor, entonces las reglas y rituales se hacen más significativos. Insistiendo legalmente en que los demás obedezcan todas las reglas y rituales perfectamente es lo que aleja a la gente de Dios. La misericordia es la que los acerca a Dios, y una vez que pasa esto, finalmente entienden los beneficios de las reglas y rituales.

Así que, ¿cómo podemos ayudar a aquellos que rompen las reglas o descuidan rituales importantes? Si nos importan, nos acercamos a ellos como lo hizo Jesús con los recaudadores de impuestos. Entramos en relaciones personales con ellos y aprendemos por qué piensan que es necesario romper las reglas. 

Identificamos las necesidades que su desobediencia trata de llenar, y compartimos con ellos cómo Dios puede llenar esa necesidad mucho mejor. Este enfoque misericordioso puede despertar un nuevo entendimiento y el deseo de crecer en la santidad.
La misericordia es aquel amor no merecido. La misericordia es lo que penetra el corazón cuando el amor es bloqueado.

 Dios es el Señor de las segundas oportunidades. Y terceras oportunidades. Y de ... infinitas oportunidades para finalmente hacerlo bien. Él no nos sacude con un rayo por quebrantar ninguna ley, ni siquiera las leyes más importantes, las leyes morales. Incluso los peores malhechores en este mundo están recibiendo la misericordia de Dios. 

Su única esperanza para el cambio es reconocer esta misericordia. ¿Se lo mostraras a los malhechores en tu vida?

Reflexiones de las Buenas Nuevas
Viernes de la 13va Semana del Tiempo Ordinario
Julio 5, 2013

 
Esta reflexión fue copiada con permiso de la autora, Terry Modica, y es utilizada bajo la responsabilidad de grupo católico Reflexiones para el Alma de Miami Fl. Fue publicada por Ministerios de La Buena Nueva, http://gnm.org/ReflexionesDiarias/index.html,
© 2012 por Terry A. Modica

La puerta de la fe
  1. 1.    «La puerta de la fe» (cf. Hch 14, 27), que introduce en la vida de comunión con Dios y permite la entrada en su Iglesia, está siempre abierta para nosotros. Se cruza ese umbral cuando la Palabra de Dios se anuncia y el corazón se deja plasmar por la gracia que transforma. Atravesar esa puerta supone emprender un camino que dura toda la vida.
  2. 2.    No podemos dejar que la sal se vuelva sosa y la luz permanezca oculta (cf.Mt 5, 13-16). Como la samaritana, también el hombre actual puede sentir de nuevo la necesidad de acercarse al pozo para escuchar a Jesús, que invita a creer en él y a extraer el agua viva que mana de su fuente (cf. Jn 4, 14).
  3. 3.    Año de la fe. Comenzó el pasado 11 de oct de 2012, terminará en la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, el 24 de nov de 2013.
  4. 4.    En esta perspectiva, el Año de la fe es una invitación a una auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador del mundo. Dios, en el misterio de su muerte y resurrección, ha revelado en plenitud el Amor que salva y llama a los hombres a la conversión de vida mediante la remisión de los pecados (cf. Hch 5, 31).
  5. 5.    Confiemos a la Madre de Dios, proclamada «bienaventurada porque ha creído» (Lc 1, 45), este tiempo de gracia.
         BENEDICTUS PP. XVI (convocatoria al año de la fe)

Lecturas de hoy:  
Génesis 23:1-4, 19; 24:1-8, 62-67
Salmos 106:1b-5
Mateo 9:9-13