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En el Evangelio de hoy, vemos a María sentada a los pies de Jesús mientras su hermana, la dueña de la casa, Marta va y viene ajetreada con el trabajo. Esto me hizo encontrar la sig. reflexión en la pag. Reflexiones para el alma.net de José Luis Prieto, que considero tiene relación con lo que María veía y encontraba en Jesús:
por José Luis Prieto
«Si no quieres tener problemas con otra persona nunca hables de política, de futbol o de religión » esto es lo que siempre dicen. Yo sé, que tengo una cierta relación de amistad contigo.
Yo escribo este libro y tú lo lees, pero a pesar de esa amistad, voy a decir algo que quizás te moleste, aunque como no me enteraré, seguro que vamos a seguir siendo amigos. Digo esto porque voy a hablarte de religión.
¿Sabes qué otros sinónimos tiene esta palabra? Creencia, dogma, fe, doctrina, credo, evangelio.
Lo curioso es que si usamos estas palabras no pasa nada, pero si nombramos la palabra «religión» ya comienzan los problemas. Solo hay que ver la cantidad de conflictos que la religión ha generado en el mundo: guerras de todo tipo, genocidios, inmolaciones, suicidios, ejecuciones y muchas otras barbaries.
Como bien sabes, esta colección de libros tiene un contenido espiritual, es por eso que a menudo las personas me preguntan a qué «religión» pertenezco.
Muchos se imaginan que soy un sacerdote, un pastor o un psicólogo. No comprenden que para amar a Dios, no se requiere de ninguna de estas cosas, ni ser religioso, ni tener títulos o etiquetas. Simplemente cuando nuestro interior se vuelve permeable a lo espiritual, «a Dios» se siente un profundo deseo de compartir con otros y de ayudarlos en sus necesidades espirituales de alguna manera.
A Dios se lo ha manipulado de distintas formas. El hombre con sus infinitas creencias le ha puesto títulos y etiquetas de todo tipo y las distintas «religiones creadas por los hombres» han bombardeado la mente de las personas con las más variadas ideas, con legalismos, penitencias, estructuras y tradiciones de todo tipo.
En muchos casos nos han hecho creer, por un lado, que existe un Dios que está con un látigo esperando que cometamos algún error, para castigarnos duramente.
Por otro lado, están los que creen que inmolándose y asesinando a la mayor cantidad de infieles posibles, lograrán un lugar privilegiado en el cielo.
Antiguamente se sacrificaban personas y especialmente a niños que se ofrecían a los dioses, para liberarse de sus pecados, para aplacar su ira por la desobediencia de los pueblos y como ofrendas.
Es imposible calcular la cantidad de religiones que existen en el mundo, ya que cada día se crea una nueva. Desde siempre la «religión» ha causado divisiones, odios y todo tipo de violencia.
Vamos a ver cuál fue el criterio de Jesús y qué opinaba de la «religión» y por lo tanto, de los «religiosos», aquellos que según sus ideas y pensamientos «religiosos» entregaron sin pudor, sin miramiento y sin ninguna vergüenza a Jesús para que muriera en la cruz del calvario.
En la Biblia encontramos una conversación en Juan 3, entre Nicodemo y Jesús. Nicodemo era una persona muy influyente, un líder de los judíos, un erudito en el conocimiento teológico, un importante «religioso fariseo» ¡Cómo sería su reputación que Jesús lo llamó, «Maestro de Israel»! Sin embargo, todos sus conocimientos, sus títulos, sus reconocimientos y su «religiosidad» de nada le sirvieron, cuando Jesús le dijo que, a pesar de todo, necesitaba «nacer de nuevo» Éste no entendía nada.
Jesús usó esta frase precisamente para hacerle comprender, que todos nuestros conocimientos y habilidades humanas, no nos sirven en el mundo espiritual. Podemos creer en Dios, asistir a la iglesia, pero sin un «nuevo nacimiento» no tenemos vida espiritual y no podemos captar toda la grandeza y profundidad de Jesús.
Si tratamos de comprender el reino de Dios, y el mundo espiritual sin ese nacimiento del Espíritu, a lo máximo que podemos aspirar es a ser unos grandes «religiosos»
Hay un hecho que todos conocemos, que fue durante la crucifixión de Jesús junto a dos ladrones, uno de ellos vio a Dios a través de la persona de Jesús, y le dijo: –«Jesús, no te olvides de mí cuando comiences a reinar». –«Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso». –le respondió Jesús.
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La puerta de la fe
1. «La puerta de la fe» (cf. Hch 14, 27), que introduce en la vida de comunión con Dios y permite la entrada en su Iglesia, está siempre abierta para nosotros. Se cruza ese umbral cuando la Palabra de Dios se anuncia y el corazón se deja plasmar por la gracia que transforma. Atravesar esa puerta supone emprender un camino que dura toda la vida.
2. No podemos dejar que la sal se vuelva sosa y la luz permanezca oculta (cf.Mt 5, 13-16). Como la samaritana, también el hombre actual puede sentir de nuevo la necesidad de acercarse al pozo para escuchar a Jesús, que invita a creer en él y a extraer el agua viva que mana de su fuente (cf. Jn 4, 14).
3. Año de la fe. Comenzó el pasado 11 de oct de 2012, terminará en la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, el 24 de nov de 2013.
4. En esta perspectiva, el Año de la fe es una invitación a una auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador del mundo. Dios, en el misterio de su muerte y resurrección, ha revelado en plenitud el Amor que salva y llama a los hombres a la conversión de vida mediante la remisión de los pecados (cf. Hch 5, 31).
5. Confiemos a la Madre de Dios, proclamada «bienaventurada porque ha creído» (Lc 1, 45), este tiempo de gracia.
BENEDICTUS PP. XVI (convocatoria al año de la fe)
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Lecturas de Hoy:
LECTURA DEL LIBRO DEL GÉNESIS 18, 1-10a
SALMO 14
SAN PABLO A LOS COLOSENSES 1, 24-28
SAN LUCAS 10, 38-42
Mt 5, 27-32
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