Creciendo en santidad












¿Conoces la señal más segura de que estás creciendo en santidad? ¡Estás siendo atacado por ello!

Estás viviendo de una manera que hace que los demás se den cuenta de que ellos también tienen que cambiar, y esto tiene consecuencias desagradables. Trata de no tomarlo como algo personal. Aquellos que te rebajan son aquellos que no quieren cambiar. En verdad, no es a ti a quien quieren destruir, sino a la invitación a la santidad que tu vida ejemplar.

Tal era el estado de Herodes cuando arrestó a Juan el Bautista. Herodías se sentía aún más culpable que él por su pecado, como se evidencia en la lectura del Evangelio de hoy. Ella guardaba un fuerte resentimiento contra Juan al punto que ella lo quería muerto, y encontró los medios para hacerlo. Pero, ¿lo silenció para siempre? No, estoy segura que la verdad que él había hablado la atormento por mucho tiempo.

La verdad hace esto cuando la gente lucha contra ella. Su batalla los mantiene allí mismo, delante de ellos y les hace hacer cosas locas hasta que se rinden. Sospecho que el infierno es escuchar la verdad en voz alta y claramente que tortura para siempre a los que no lo deseen.

¿Ha sido bloqueada tu libertad para expresar tu fe por los que no quieren aceptar la verdad? A medida que tratan de encerrar la verdad detrás de un muro de contención, se van volviendo locos. ¿Te han clavado en la cruz de sus prejuicios o miedos o heridas (o cualquier otra cosa que les ha atrapado en sus patrones pecaminosos o insalubres), y los clavos te están haciendo daño? ¿Los clavos te están inmovilizando para que no puedas hacer nada para mejorar la situación?
Sin embargo, los que te ponen en la cruz nunca escaparán de su culpabilidad hasta que se vuelvan al Señor con un corazón que esté dispuesto a cambiar.

Mientras tanto, ¿hay algo que puedas hacer? ¿O debes seguir colgado en la cruz?
¿Qué hizo Jesús? Fue clavado por los que no querían aceptar las verdades que él enseñó, pero no pudieron silenciar su capacidad de marcar una diferencia. Le pidió al Padre que los perdonara - "porque ellos no saben lo que están haciendo." Él intercedió por ellos. Y entonces su dolor terminó. Poco después, fue elevado hacia una victoria por un Padre que estaba muy complacido con él.

Esto es lo que también nos pasa si nos damos cuenta de que nuestra cruz es en realidad la cruz de Cristo, y que está logrando una bondad redentora. Cuando le damos al Padre, aquellos que nos han clavado, intercediendo por ellos, nos liberamos para disfrutar de nuestra propia resurrección. Sus ataques no pueden detener al Padre de estar muy feliz con nosotros.
Cuando morimos a nuestro deseo de cambiar a aquellos que nos han herido, dejando su destino en manos de Dios, podemos seguir adelante con la vida y disfrutar de ella.

Dios no permitirá que sus pecados contra ti queden sin respuesta. Él tratará con ellos en la manera que sea mejor para sus almas eternas, de acuerdo con su infinita sabiduría, en el plazo de tiempo que le den. Y él va a trabajar con quien le den, por lo que con el tiempo la verdad se afianzará en ellos con la más profunda eficacia.
 
Reflexión de la Buena Nueva
Jueves de la Semana 21 del Tiempo Ordinario
29 de agosto 2013
Memoria: Martirio de San Juan Bautista

Esta reflexión fue copiada con permiso de la autora, Terry Modica, y es utilizada bajo la responsabilidad de grupo católico Reflexiones para el Alma de Miami Fl. USA. Fue publicada por Ministerios de La Buena Nueva, http://gnm.org/ReflexionesDiarias/index.html, registrada en el registro de propiedad literaria (c) 2013. Para obtener permiso para re enviar este o imprimirlo o copiarlo, vaya a Derechos de autor
© 2013 por Terry A. Módica
Reflexiones para el Alma
 
   
Una hora de visita al SANTISIMO a la semana nos da la gracia de vivir 168 horas felizmente"  
(solo 1/168 parte del tiempo semanal)
Matemáticas para el Alma.
"Si queremos evangelizar al mundo, cada uno de nosotros debe empezar por tratar de convertirse en santo."
~ Arzobispo John Patrick Foley
Lecturas del día:
1 Tesalonicenses 3:7-13
Salmo 90:3-5a, 12-14, 17
Marcos 6,17-29