Cuando nos hemos sentido así, hemos sentido Su dolor, el dolor del mismo Cristo
Cuando Jesús tuvo a Jerusalén a la vista, bajando del Monte de los Olivos, se detuvo a mirar el valle estrecho y a observar el alma de la ciudad. Anhelaba dar su paz a todos aquellos que vivían allí. ¿No te sientes a veces de la misma manera con las personas que conoces?
Unidos a Jesús, podemos decir: "¡Si tan sólo supieras qué trae la paz, pero lo has perdido completamente de vista!" Vemos cómo los rodea la oscuridad y cómo se infiltra el pecado a través de las paredes. Estamos seguros que si ellos hubieran seguido nuestras advertencias o escuchado nuestros consejos, no les irían tan mal.
Llorar porque te preocupas por alguien que está rechazando el poder salvador de Dios es una gran bendición para Jesús que llora también contigo.
Pero ¿y las formas en las que nosotros rechazamos la ayuda de Dios? ¿Cómo podemos estar agradecidos cuando somos nosotros los que hemos perdido la paz? Jesús ha llorado por ti también. ¿Hay algún problema o estrés en ti? Jesús anhela darte su paz.
Sea lo que sea que nos está perturbando, si esperamos que sea resuelto de la manera que nosotros queremos arreglarlo y tan rápido como nosotros lo demandamos, nos vamos a encontrar con desilusión, fracaso y desesperanza. No podemos ver lo bueno que Dios está haciendo mientras nos enfocamos en nuestras miserias y en nuestras propias así llamadas soluciones.
Atascados en nuestras propias perspectivas limitadas, fallamos en reconocer el tiempo de la visita de Cristo. Así rechazamos lo que Él nos ofrece y fallamos en darnos cuenta que Él está ahí justo enfrente nuestro ofreciéndonos algo mucho mejor que lo que nosotros pensamos que necesitamos. Fallamos en reconocer como está tratando de bendecir nuestras vidas. Atascados en nuestras frustraciones, rechazamos lo que Él nos ofrece y así caemos más profundamente en los desastres que estamos tratando desesperadamente de evitar.
La manera de salir de este caos es recordar que nosotros no lo sabemos todo y que realmente no entendemos qué es lo mejor para nosotros. No podemos ver cómo Dios, en su amor tan grande por nosotros, ya está convirtiendo nuestros problemas en bendiciones - ¡y esta ceguera es buena!
La manera de salir de este desorden es agradecer a Dios por cualquier cosa que Él está haciendo, confiando en que, por supuesto, sus planes son buenos y que Sus tiempos son perfectos. El agradecimiento es lo que nos trae paz.
Reflexiones de las Buenas Nuevas
Jueves de la 33ra. Semana del Tiempo Ordinario
Noviembre 21, 2013
En memoria de la Presentación de María
Esta reflexión fue copiada con permiso de la autora, Terry Módica, y es utilizada bajo la responsabilidad de grupo católico Reflexiones para el Alma de Miami Fl. USA. Fue publicada por Ministerios de La Buena Nueva, http://gnm.org/ReflexionesDiarias/index.html, registrada en el registro de propiedad literaria (c) 2013. Para obtener permiso para re enviar este o imprimirlo o copiarlo, vaya a Derechos de autor
© 2013 por Terry A. Módica