En el pasaje del Evangelio de hoy, Jesús dice: "Ya no me verán, pero pronto me verán otra vez." ¿Has perdido de vista a Jesús alguna vez? Por supuesto, a todos nos ha pasado. Cada vez que nos enfocamos en nuestros problemas, sacamos nuestros ojos de Jesús y nos tornamos ciegos a lo que Él está haciendo para ayudarnos. Crecer espiritualmente significa mejorar nuestro autocontrol para enfocarnos en Jesús sin importar lo que está sucediendo. Cuanto antes recordemos hacer esto, más rápido lo volveremos a ver. Mantener tus ojos en Jesús no significa ignorar todo lo demás. ¡Por el contrario! Debemos mirar al mundo y a los demás con los ojos bien abiertos, sin fantasear, apáticos a nada, rechazando nada, pero viendo todo a través de los ojos y la visión de Cristo Jesús. Sea cual sea el problema que atrape tu atención hoy, tómate unos minutos para orar y discernir cómo lo está viendo Jesús. ¿Qué está haciendo Él para solucionarlo? Si aún no lo está haciendo, ¿qué querría hacer? A quien sea que te encuentres hoy, considera cómo ve Jesús a esa persona. ¡Preocúpate como Él se preocupa! Cuando tu trabajo, familia o ministerio te preocupa, recuerda que Jesús está al lado tuyo, instruyéndote sobre qué hacer, cómo hacerlo, y cómo ser un testigo de Su amor y verdad. Nunca estás solo. Él es tu compañero con una visión mucho más grande, una comprensión mucho MAYOR, de lo que está sucediendo. Perder de vista a Jesús nos hace vulnerables al pecado. Entonces, cuando entramos en contacto con nuestros pecados y nos damos cuenta de que hemos crucificado a Cristo lastimando a otros y a nosotros mismos, verdaderamente sufrimos y lloramos, como profetizó Jesús en la lectura de este Evangelio. Pero fíjate que Él agregó: "Llorarán un tiempo, pero su dolor se cambiará en gozo." ¿Qué está causándote dolor? ¿Dónde te falta gozo? ¿Por qué te está faltando? ¿Cómo puede tu llanto ser cambiado en gozo? ¡Jesús sabe la respuesta! Mantén tus ojos en Él. Síguelo. Cuando rechazamos nuestra necesidad de perdón, o cuando la buscamos pero luego negamos que hayamos sido perdonados, perdemos el gozo de nuestra salvación. De la misma forma, cuando buscamos cosas externas para nuestro gozo, perdemos el don de la alegría que Jesús nos ha dado. Solamente viendo a Jesús como la verdadera fuente de nuestra alegría es que podemos encontrar esperanza y sanación y felicidad duradera. Sólo viendo cómo manejó Él Su vida podemos desarrollar las actitudes correctas para nuestra propia vida. Sólo observando cómo a Jesús le agradaba sufrir por el bien de los demás podremos nosotros encontrar bendiciones en nuestros propios sufrimientos. Por lo tanto ¡vamos y regocíjate! (Eso significa, ten gozo una y otra vez. ¿Has perdido de vista a Jesús? ¡Mira nuevamente!) Esta reflexión fue copiada con permiso de la autora, Terry Módica, y es utilizada bajo la responsabilidad del grupo católico Reflexiones para el Alma de Miami Fl. Fue publicada por Ministerios de La Buena Nueva, http://gnm.org/ReflexionesDiarias/ © 2014 por Terry A. Módica Reflexiones de las Buenas NuevasJueves de la Sexta Semana de Pascua Mayo 29, 2014 |
EL ESPIRITU SANTO "El fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí; contra tales cosas no hay ley." -Gálatas 5:22-23 Cuando el Espíritu Santo da su frutos en el alma, vence las tendencias de la carne. Cuando el Espíritu opera libremente en el alma, vence la debilidad de la carne y da fruto. "Velad y orad, para que no caigáis en tentación; que el espíritu está pronto, pero la carne es débil" Mateo 26:41 Obras de la carne: Fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, superstición, enemistades, peleas, rivalidades, violencias, ambiciones, discordias, sectarismo, disensiones, envidias, ebriedades, orgías y todos los excesos de esta naturaleza. (Gálatas 5, 19) |