La bendición de ser rechazados









¿Sientes oposición? ¿Eres tratado injustamente? ¿Tienes amigos que equivocadamente rechazan lo que has dicho, como si fueras el enemigo tratando de lastimarlos o desviarlos? ¿Estás soportando insultos por tu fe? ¿Te marginan los miembros de tu propia familia por tu celo por la casa del Señor? Si es así ¡el Salmo 69 es tu canción!

El profeta Isaías se sintió de la misma manera. Como vemos en la primera lectura de hoy, envió el mensaje que Dios le había mandado que diera, y las personas lo odiaron por ello. Cada vez que nos ponemos de pie por la verdad, siempre hay alguien que se enoja con nosotros. Pero si hablamos con compasión, sin actitud de superioridad, y con verdadera preocupación por los demás, la única razón por la que somos rechazados es porque prefieren vivir en la oscuridad.

Jesús comprende cómo te sientes. En la lectura del Evangelio de hoy, a Él no le creyeron simplemente porque era demasiado familiar para la gente de Su pueblo natal. Lo recordaban como el hijo de José, o tal vez como a un niño concebido ilegítimamente. Sus recuerdos de Su juventud los distrajo de Su verdadera identidad como Salvador del mundo. De la misma manera, tú y yo somos rechazados por aquellos que nos conocen demasiado bien. Cuando nos ven, nos ven a "nosotros" - tienen dificultad en extenderse hacia nosotros (o sea Jesús=otro).

En lugar de enojarnos por esto, deberíamos usarlo para profundizar nuestra humildad. Ser aceptados por Dios debería ser nuestro objetivo principal; sólo Su opinión de nosotros es lo que realmente importa. Siempre que Dios nos apruebe, si otros nos aceptan o rechazan es un punto insignificante.

¡En realidad, ser rechazados por la misma gente que debería alabarnos es beneficioso para nuestro crecimiento espiritual! Santa Teresa de Ávila dijo: "Dios líbranos de las personas que desean servirte pero son conscientes de su propio honor" (sacado de "El Camino de la Perfección", capítulo 12). Cuando queremos ser aceptados porque nos hace sentir bien, caemos en la trampa del egocentrismo. Santa Teresa lo llamó la tentación de la "vanagloria" (vanidad); hacer la voluntad de Dios y luego esperar que otros nos alaben, es un "veneno" que es "fatal para la perfección" (destruye el amor y la santidad dentro de nosotros).

Deberíamos desear nada más que complacer a Dios y no esperar otra recompensa que Su felicidad.

Es difícil permanecer humildes mientras somos aceptados y alabados. Es más difícil aun cuando, después de haber sido rechazados, nos enfocamos en "¡Tengo razón! ¡Ellos están equivocados!" Cuando ejercitamos la humildad, nos lamentamos por la oscuridad en el alma de la otra persona más de lo que lloramos por haber sido rechazados. En humildad, oramos: "Señor, reemplaza mi ira y mi auto conmiseración por lágrimas de preocupación."

Así nos unimos a las heridas sanadoras de Jesús, y el rechazo ya no nos punza como un ataque personal.


Reflexiones de las Buenas Nuevas
Viernes de la 17° Semana del Tiempo Ordinario
Agosto 1, 2014
En Memoria de San Alfonso de Ligorio



Esta reflexión fue copiada con permiso de la autora, Terry Modica, y es utilizada bajo la responsabilidad de grupo católico Reflexiones para el Alma de Miami Fl. USA. Fue publicada por Ministerios de La Buena Nueva, http://gnm.org/ReflexionesDiarias/index.html,  registrada en el registro de propiedad literaria (c) 2013. Para obtener permiso para re enviar este o imprimirlo o copiarlo, vaya a Derechos de autor
© 2014  por Terry A. Módica 

 
Lecturas de hoy:

 
Jeremías 26, 1-9
Salmo 69, 5. 8-10. 14
Mateo 13, 54-58


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