¿Qué clase de ayuno ofrecerás a Dios?





En el pasaje del Evangelio de hoy, Jesús parece contradecir las enseñanzas de la Iglesia sobre el ayuno para Cuaresma. Considera que Jesús es nuestro "novio" que está con nosotros cada día en la Eucaristía y de otras muchas formas. La deducción es, entonces, que los Cristianos nunca deberían ayunar.

Para comprender lo que Jesús esta diciendo realmente, fíjate cómo describe Dios al ayuno en la primera lectura.

Hay dos razones para ayunar: una es para negarnos a nosotros mismos de algo que valoramos, como un acto de penitencia por nuestros pecados, y la otra es para dar a los demás algo que ellos valoran, como un acto de amor para nuestra santidad.

Ayunar como penitencia por nuestros pecados es beneficioso. No obstante, hacer buenas obras por los demás nos reditúa mucho más que lo que obtenemos al privarnos de buena carne, buenos dulces, o buena diversión. Nuestros sacrificios para Cuaresma deberían beneficiar a los demás, no sólo a nosotros mismos.

Caminar con Jesús significa que ayunamos como Él ayunó. ¿Qué dejó Jesús por Cuaresma? ¡Su vida!

Sus practicas cuaresmales comenzaron cuando entró al desierto y resistió las tentaciones de Satanás. Luego, abandonó su antiguo estilo de vida por una nueva vida de servicio. Abandonó el confort y la familiaridad que quedarse en su propia casa. Abandonó una buena reputación cuando comenzaron las persecuciones. Abandonó su tiempo para alimentar a aquellos que estaban hambrientos de sus palabras. Abandonó su propia voluntad cuando el Padre le pidió que hiciera lo que Él no quería hacer.

Pero ¿qué hay sobre nuestra necesidad de mejorar nuestra auto-disciplina y egoísmo al practicar la negación de uno mismo? ¿No es por esto que la Iglesia nos pide que ayunemos en Cuaresma? Si, ¡y es muy importante! Esta es nuestra propia experiencia de desierto. Jesús ayunó de comida y de otras comodidades físicas durante sus tentaciones en el desierto.

Cuando queremos sobreponernos a las tentaciones, deberíamos definitivamente ayunar para mejorar nuestra auto-disciplina, pero esto es sólo el comienzo. Estamos llamados a llevar nuestra santidad al mundo. Estamos llamados a ayudar a los demás.

¿Cuál es la base, la razón principal de cualquiera de nuestros pecados? La falta de amor. Si supiéramos cómo nuestros pecados hieren a los demás -- si realmente pudiéramos ver los efectos dañinos -- nos sentiríamos tan horrorizados por cometer el pecado. El problema es, no nos tomamos el tiempo para examinar cuán perjudiciales son nuestros pecados hasta que el acto está realizado y experimentamos sus consecuencias.

La clase de ayuno que Dios quiere de nosotros es proactivo, no reactivo. Haciendo el bien a los demás es una disciplina espiritual que nos purifica, incrementa el flujo de amor, y vence nuestro egoísmo sin que nadie salga lastimado.


Reflexión de las Buenas Nuevas
Viernes después del Miércoles de Ceniza
Febrero 20, 2015

Esta reflexión fue copiada con permiso de la autora, Terry Modica, y es utilizada bajo la responsabilidad de grupo católico Reflexiones para el Alma de Miami Fl. Fue publicada por Ministerios de La Buena Nueva, http://gnm.org/reflexiones-de-las-buenas-nuevas/.

© 2015 por Terry A. Modica
Lecturas de Hoy :

Isaías 58, 1-9
Salmo 50, 3-6. 18-19
Mateo 9, 14-15


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