El cielo la felicidad de amar


El infierno no está "abajo" en el medio de la tierra, un lugar físico donde las malas personas y los paganos van después para gastigo eterno. En cambio, el infierno es una separación de Dios. Y no es Dios quien se aparta de las personas. Somos nosotros los que nos separamos de Él, y esto comienza cuando estamos todavía en la tierra.

¿Te sientes (aunque sea alguna vez) como si estuvieras viviendo en el infierno aquí en la tierra? No son los dolores y las pruebas que soportamos los que hacen un infierno de nuestras vidas. Es el sentimiento de que Dios no está con nosotros en esas pruebas.

La parábola en el pasaje del Evangelio de hoy muestra que es imposible rescatar a alguien del infierno cuando ya ha muerto. También enseña que es imposible rescatar a una persona viva que apunta al infierno -- es decir, si no desea unirse al amor de Dios. Jesús señala la falta de arrepentimiento en aquellos que rechazan lo que Dios les ha revelado.
Jesús se reveló a sí mismo como Dios al hacerse uno de nosotros y aceptó sacrificarse en la cruz para cargar sobre sí mismo con nuestro castigo por el pecado, quitando todos los obstáculos entre nosotros y Dios, y luego elevándose sobre la muerte para darnos vida eterna en la presencia de Dios. No son las personas que no saben esto las que van al infierno. Son las personas que rechazan el amor de Dios porque no quieren dar amor.
Cuando alguien muere sin conocer a Jesús, pero ha vivido en el espíritu de Cristo amando a los demás, es seguro asumir que él o ella querrá vivir para siempre con Él cuando lo conozca en el día de su juicio personal a la hora de su partida de la tierra. Pero aquellos que lo oyeron y lo rechazaron porque no tenían deseos de abandonar sus conductas no amorosas -- querrán evitar a Jesús a la hora de su muerte. Así deciden separarse de Dios para siempre.
La pregunta para ti y para mí exactamente ahora es: ¿qué estoy haciendo ahora, que rechaza el amor? ¿Cómo me estoy separando de Dios y creando mi propio infierno en la tierra? Podríamos estar 90% enamorados de Dios, pero es el otro 10% lo que nos hace miserables.
Aún cuando las actitudes poco amorosas de otras personas arruinan nuestra alegría, podemos elevarnos por encima del sufrimiento viviendo en el abrazo de Dios. Por esto es que el Señor dijo en la primera lectura de hoy: "Malditos aquellos que confían en los hombres y apartan sus corazones de mí, pero benditos sean los que confían en mí." El mensaje se repite en el Salmo responsorial de hoy.
¿Qué te impide ser totalmente amoroso? ¿Confías en el amor de Dios cuando otros fallan en amarte lo suficiente? Siempre hay mucha evidencia, cuando la vida es dura, que "prueba" que no deberíamos confiar en Él, pero la muerte y resurrección de Jesús son la prueba de que su amor es real. Obrando en esa verdad al amar a otros incondicionalmente es como traemos el cielo a la tierra.

Esta reflexión fue copiada con permiso de la autora, Terry Modica, y es utilizada bajo la responsabilidad de grupo católico Reflexiones para el Alma de Miami Fl. Fue publicada por Ministerios de La Buena Nueva, http://gnm.org/reflexiones-de-las-buenas-nuevas/.
ERES
 © 2015 por Terry A. Modica
Reflexiones de las Buenas Nuevas           
Jueves de la 2da. Semana de Cuaresma
Marzo 5, 2015
Lecturas del día:
Jeremías 17, 5-10
Salmo 1, 1-4. 6
Lucas 16, 19-31



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