El Jesús inesperado



A menudo tenemos los mismos problemas que tuvieron los discípulos en la lectura del Evangelio de hoy. Jesús se nos acerca de manera inesperada y nos asustamos. Mal interpretamos su presencia -- "¡Es un fantasma!" ¡Es una tragedia! ¡Sólo es mi imaginación! ¡No es lógico! ¡Es imposible! ¡Dios jamás hablaría mediante esa persona! Si no es lo que quiero escuchar, ¡no puede ser correcto!

Por ejemplo, en 1977 mientras yo era Protestante, Dios me concedió la gracia de creer en el milagro de la transubstanciación - la transformación de la sustancia del pan y vino en el verdadero cuerpo y sangre de Jesús por medio de las oraciones de consagración del sacerdote Católico en la Misa. Yo pensé: esto es súper maravilloso, pero no significaba que Él quisiera que yo me vuelva Católica. Como una "PROTESTAnte" bien entrenada, yo tenía muchas razones por las cuáles Dios no querría eso.

Empecé a asistir a Misa, sólo para estar cerca de la Eucaristía y de otras personas que entendían este milagro, y mi vida espiritual floreció. Aun así, la invitación para ser una Católica con pleno derecho, era como si Jesús se aproximara a mi caminando sobre las aguas. No podía ser real. Yo estaba tan segura de esto, que me comporté como los otros discípulos - no como Pedro, pero sí como los otros, que se agacharon dentro de la barca cuando vieron al "fantasma".

Finalmente, esa posición agachada causa calambres musculares espirituales. Mi vida de oración se secó, y no importaba cómo yo trataba de revivirla, no me sentía conectada con Dios. Compartí este problema con una amiga; ella sugirió que la aridez se debía a mi rechazo de escuchar a Dios, invitándome a volverme Católica. Sus palabras sonaban a verdad. Dios, primero, siempre habla directo a nuestro corazón, antes de hablarnos a través de las voces de otros, así cuando esas personas nos aconsejan, y lo que dicen nos suena familiar, es porque de veras están inspiradas divinamente.

Sin embargo, yo no estaba lista para creer lo que ella me decía. Para comprobarlo, decidí ser como Pedro cuando dijo, "Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti sobre las aguas." Reacia a saltar de mi barca Protestante, oré, "Si lo que mi amiga dice es realmente cierto, entonces pruébamelo. Dame una señal." Hasta escogí la señal que me debería dar, como lo hizo Pedro. Al pedir una señal, esta puede ser usada por el enemigo para engañarnos, pero si somos cuidadosos y perspicaces, y la usamos correctamente, Dios honra nuestra solicitud.

Dios me concedió la señal que había pedido y casi me tira al suelo con ella. Al someterle mis dudas, salté de la vieja barca y de su seguridad, y desde entonces ¡sigo a Jesús, caminando sobre las aguas, en una aventura sin fin!

¿Qué hay de ti? ¿De qué maneras está Jesús haciendo lo inesperado, lo ilógico, lo incómodo? Atrévete a saltar de tu barca. No mires a las olas o la imposibilidad de caminar sobre el agua. Mantén tus ojos en Jesús. Si te asustas y empiezas a caer y agitarte, Él te agarrará y rescatará, así como lo hizo con Pedro.

Oración para hoy
Señor mío: ayúdame a reconocer tu presencia, cuando las tempestades azoten mi vida. Fortalece mi fe y mi confianza para que con mis ojos puestos en Ti, pueda ayudar a aquellos hermanos que en medio de la prueba, no pueden hallarte junto a ellos. Amén.
 
Reflexión de las Buenas Nuevas
Martes de la 18va. Semana del Tiempo Ordinario
En memoria de San Juan Vianney, presbítero
Agosto 4, 2015

Esta reflexión fue copiada con permiso de la autora, Terry Modica, y es utilizada bajo la responsabilidad de grupo católico Reflexiones para el Alma de Miami Fl. Fue publicada por Ministerios de La Buena Nueva, http://gnm.org/reflexiones-de-las-buenas-nuevas/.

© 2015 por Terry A. Modica



San Juan María Vianney

El Santo Cura de Ars

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Lecturas de hoy

Num 12, 1-13
Sal 50, 3-7.12-13
Mateo 14, 22-36


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