Fe celestial

Sólo podemos ser como Cristo, si deseamos ser transformados por su presencia en la Eucaristía.


De una manera u otra, se ha metido dentro de la psiquis católica la idea de que podemos ganarnos el Cielo haciendo buenas obras. Esta es una de las razones por las que algunos protestantes piensan, de manera errónea, que no somos salvos; por esto la primera lectura de hoy lo explica claramente: vencemos el poder del pecado y muerte para disfrutar la vida eterna en el cielo, no por hacer buenas obras y obedecer las reglas de la Iglesia, sino por la gracia de Dios por medio del sacrificio redentor de Jesús y el poder de su resurrección, y por poner nuestra fe en esa verdad.

Las buenas obras y la obediencia no son peajes que pagamos para cruzar el puente que nos lleva al cielo; son los frutos del viaje. Son frutos que prueban que estamos, de hecho, en ese viaje.

Un buen ejemplo de esto, es la enseñanza Católica que es pecado mortal no asistir a Misa (iremos al infierno si no vamos a la iglesia). Cuando las razones detrás de estas enseñanzas no son tomadas en cuenta, la gente asume que asistir el domingo es lo único que tienen que hacer. Es por esto que las iglesias Católicas tienen multitudes más grandes que los servicios de las Protestantes, pero con una colecta menor. Es por eso que hay poca asistencia a otros eventos de la parroquia y pocas personas se involucran en los ministerios. Mucha gente asiste a Misa, sin que sean cambiados con el encuentro con Cristo en la Eucaristía, porque solo están usando la Misa como una póliza de seguro.

Si te sientas en tu garaje durante una hora por semana, ¿te convertirás en un automóvil? ¿Y qué tal si vives diariamente en tu garaje y haces ruidos de motor? "¡rrmm, ruuun!" 

De igual manera nos podemos sentar en la Iglesia y aun parecer Cristianos fuera de ella, pero solamente nos liberaremos de las fuerzas infernales del pecado, deseando ser transformados por la gracia de la redención de Cristo.
 Solo podremos ser como Cristo cuando deseemos ser transformados por la presencia de Él en la Eucaristía.

Por tanto, la Iglesia siempre ha enseñado que si preferimos estar alejados de la Eucaristía porque (¡el motivo es importante!) queremos estar alejados de Cristo o porque no queremos ser transformados por la presencia de Cristo en la Iglesia, entonces estamos matando nuestras almas-estamos cometiendo pecado mortal. Sería menos negativo si no fuéramos a Misa por haraganería o por no comprender la importancia de la Eucaristía, aunque aún seguiría siendo perjudicial para nuestras almas.

Labrar nuestro camino al Cielo por lo que hacemos, sin tener primero fe en Cristo, nos hace parecernos a los escribas y Fariseos del Evangelio de hoy, a quienes Jesús les dijo: "¡Ay de ustedes!" Podríamos hacer grandes donaciones para comprar estatuas de los santos para los altares en la Iglesia, pero si no aprendemos de esos mismos santos, siguiendo su ejemplo de santidad, nos estamos condenando nosotros mismos, debido al contraste entre nuestras vidas y la de ellos.

 La fe verdadera nos mueve a hacer buenas obras, no porque queremos entrar al Cielo, sino porque queremos ser como el Salvador que se sacrificó por nosotros en la cruz y sabemos que Él es quien nos va a llevar al cielo.

La fe verdadera nos mueve a obedecer las leyes de la Iglesia porque comprendemos su origen celestial, aun cuando no entendamos por qué son celestiales.

Obediencia y buenas obras, son frutos de la fe que está viva y es verdaderamente santa.

Oración para hoy
Amado Padre: que la fe que me regalaste dé frutos buenos y abundantes. Que jamás guarde para mí, los tesoros que tú me has revelado y confiado. Amén.

Esta reflexión fue copiada con permiso de la autora, Terry Módica, y es utilizada bajo la responsabilidad de grupo católico Reflexiones para el Alma de Miami Fl. Fue publicada por Ministerios de La Buena Nueva, http://gnm.org/reflexiones-de-las-buenas-nuevas/
© 2015 por Terry A. Módica


 

Reflexiones de las Buenas Nuevas           

Jueves de la 28va. Semana del Tiempo Ordinario
Memorial de Santa Teresa de Jesús, virgen y doctora de la Iglesia
Octubre 15, 2015


Lecturas del día:

Romanos 3, 21-30
Sal 129, 1-6
Lucas 11, 47-54

www.usccb.org/bible/lecturas/101515.cfm
Escucha el evangelio aqui


Santa Teresa de Jesús

 


  
"Nada te turbe, nada te espante. 
Todo se pasa. Dios no se muda. 
La paciencia todo lo alcanza. 
Quien a Dios tiene, nada le falta. 
Sólo Dios basta."