Los 7 escalones al cielo

Si estamos cerca de Dios, las diferencias entre lo bueno y lo malo se vuelven obvias


La primera lectura nos da una descripción del camino al cielo. En ella observamos siete escalones que nos hacen avanzar en el camino a la santidad

1. El primer escalón es la fe: decidimos creer en Cristo y en su muerte y resurrección salvadoras, no como una creencia intelectual, sino como el centro de nuestras vidas.

2. La fe nos mueve hacia la virtud porque nos da confianza en las enseñanzas de Cristo. El Catecismo de la Iglesia Católica (párr.1804) define la virtud como "actitudes firmes, disposiciones estables, perfecciones habituales del entendimiento y de la voluntad, que regulan nuestros actos, ordenan nuestras pasiones y guían nuestra conducta según la razón y la fe" Cuando tenemos fe en Dios, deseamos aumentar nuestra bondad, porque eso le agrada y nos acerca más a Él.

3. La virtud nos mueve hacia el discernimiento. Si preferimos mantener un pie en la senda al cielo y otro en el mundo, no pasaremos suficiente tiempo discerniendo qué es santo y qué no. Pero si en verdad nos queremos acercar a Dios, las diferencias entre lo bueno y lo malo se vuelven obvias. El Espíritu Santo activamente nos da sabiduría y guía.

4. El discernimiento nos lleva al dominio propio. Los signos de la falta de dominio propio son: perder los estribos con frecuencia; estar constantemente temerosos; hacer conclusiones precipitadas; dilación; horarios muy cargados que nos agotan y no nos dejan tiempo para asuntos espirituales y relaciones saludables; permitir que otras personas controlen nuestro estado de ánimo con su nocividad, con sus exigencias, con su desaprobación y con adicciones de todo tipo. Si de veras queremos unirnos más a Dios, naturalmente queremos tener control sobre estos comportamientos, y por eso trabajaremos duro para lograrlo. 

5. El dominio propio nos lleva a la piedad (santidad). Al tener control de nuestras reacciones reflejas ante las tentaciones y frustraciones de la vida diaria, nos arrodillamos en humilde discernimiento y nos liberamos para actuar como lo haría Jesús; el Espíritu Santo nos capacita para lograrlo.

6. La piedad nos lleva a preocuparnos por los demás. Al seguir el ejemplo de Cristo y sus enseñanzas, nos unimos a su amor perfecto. Sin este, somos conducidos al egoísmo para poder llenar los vacíos donde falta el amor. Con él, encontramos el balance correcto entre permitir que Jesús satisfaga nuestras necesidades y las necesidades de los demás a través nuestro.

7. Tener amor fraterno por los demás nos conduce al amor (100%) perfecto. Gracias al ministerio nos convertimos en las manos, pies y en un abrazo cálido de Jesús para los demás. Estamos entonces tan unidos con Dios que es Amor, que con gusto hacemos sacrificios, como Jesús y con Jesús. No hay amor más grande que entregar nuestras vidas para llevar a los demás el amor salvífico de Cristo y, de esta manera, ayudarlos a que den sus propios pasos hacia la fe. 



Reflexión de las Buenas Nuevas
Lunes de la 9na. Semana del Tiempo Ordinario
Mayo 30, 2016

© 2016 por Terry A. Modica. Esta reflexión fue copiada con permiso de la autora, y es utilizada bajo la responsabilidad del grupo católico Reflexiones para el Alma de Miami, Fl.  Fuente: Good News Ministries en http://gnm.org/reflexiones-de-las-buenas-nuevas/, donde también se encuentra disponible una reflexión para los Domingos. La reflexión para los Sábados puede ser encontrada en: http://gnm.org/mirada-interior/.
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Sal 91, 1-2.14-16
Marcos 12, 1-12

Santo del Día 

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