Cuándo comienza el día?

Resultado de imagen para Cuándo comienza el día
La buena convivencia comienza por el respeto. Respetas a una persona cuando la tienes por lo que es: un ser humano con toda su dignidad. Despreciar a los demás no ayuda a formar una comunidad fraterna. “Hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces; pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir como hermanos”
(Martin King).

Un sabio preguntó a sus discípulos:
“Pueden determinar ¿cuándo termina la noche y comienza el día?”.

Un oyente contestó: “Es cuando puedo desde lejos distinguir un pino de una palmera”.
“No es así”. Respondió el maestro.

Otro participante opinó: “Me parece que es cuando se puede distinguir una vaca de un caballo”. “Tampoco es exacto. Pero, entonces, ¿cuál es el momento preciso?” Insistió el pensador.

 Ante el silencio de los discípulos, el sabio afirmó: “Cuando miras un rostro humano, y descubres en él al hermano o a la hermana, entonces terminó la noche y comenzó el día”.

Hay un defecto corriente: la falta de comprensión por los que son distintos de nosotros. Esto se llama discriminación.

Respetar y comprender son actitudes que están en la base de la convivencia humana.

Jesús nos advirtió: “No hagas a otro lo que no te gustaría que te hagan a ti”. Sin comprensión y respeto se viene abajo el amor a los hermanos.

* Enviado por el P. Natalio

Resultado de imagen para Prográmate cada noche para despertar a la mañana siguiente con alegría, vitalidad, amor y entusiasmo.

Prográmate cada noche para despertar a la mañana siguiente con alegría, vitalidad, amor y entusiasmo.

Antes de irte a la cama di con seguridad: "Mi vigor aumenta. Soy equilibrado y actúo con armonía. Trabajo con entusiasmo. Me alegro de encontrarme con mis semejantes. Soy fraterno y acogedor. Me enfrento sereno a los problemas, los analizo y los soluciono. Domino las circunstancias más adversas con ánimo tranquilo, reflexión serena y resuelta decisión".

Dejémonos penetrar del valor de los descubridores, el tesón de los inventores y la fe de los santos.
Gonzalo Gallo González