El ambiente estaba cargado de tensión.Ser una persona que ama la verdad, aun cuando ésta vaya en contra de uno, nos reviste de gran honor. El honor es mejor que los honores
Rosa Elliot llegó a la cuarta ronda del concurso nacional de ortografía. Se había pedido a la niña de 11 años que deletreara la palabra "admisión".
Ella lo hizo con tan suave voz que el jurado no fue capaz de decidir si había pronunciado una "o" o una "a".
Discutieron por varios minutos escuchando la grabación.
Por fin, el jefe de los jueces preguntó:
—¿Disculpa, Rosita, dijiste una letra "a" o una "o"?
La niña, con serenidad y sin titubear, contestó que había pronunciado mal la palabra y bajó del escenario.
Todo el auditorio aplaudió, incluso los periodistas presentes. Los padres de Rosita estaban muy emocionados. Aun vencida era victoriosa.
En efecto, con el pasar de los años, ¡se escribió más acerca de Rosa, que sobre el "desconocido" ganador del concurso!
Urge educar al niño a descubrir y gozar la alegría que da hablar y actuar con la verdad, comprendiendo que no debe avergonzarse de dar testimonio sincero de ella.
Ojalá padres y maestros asuman esta tarea básica.
* Enviado por el P. Natalio