Salmo 17: Guárdame como a las niñas de tus ojos, a la sombra de tus alas escóndeme de los malvados que me asaltan, del enemigo mortal que me cerca.
Salmo 57: Misericordia, Dios mío, misericordia, que mi alma se refugia en ti; me refugio a la sombra de tus alas mientras pasa la calamidad.
Salmo 63: A la sombra de tus alas canto con júbilo, mi alma está unida a ti, y tu diestra me sostiene.
Salmo 91: Él te librará de la red del cazador, de la peste funesta. Te cubrirá con sus plumas, bajo sus alas te refugiarás, su brazo es escudo y armadura.
El mismo Jesús usó esta imagen cuando desde el monte de los olivos mirando a sus pies a la ciudad deicida, lleno de tristeza, exclamó: “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como la gallina reúne bajo sus alas a los pollitos, y tú no quisiste!”.
Tómale gusto a los salmos: te enseñarán a orar a Dios con sentimientos auténticos.
* Enviado por el P. Natalio
Estamos en un mundo problemático y nos acosan las dificultades. Mas, no ser optimista no depende de circunstancias externas, sino de nuestra posición frente a problemas, conflictos y dificultades.
Cultivemos la posición de nosotros mismos y acostumbrémonos a imaginar vivamente las posibilidades de abundancias de bienes, satisfacciones y éxito.
Superamos el pesimismo y sus terribles efectos, imaginando siempre lo mejor y trabajando tenazmente por lograrlo.
Debemos poner todo el potencial de nuestra mente y de nuestra fe en el auxilio de Dios, al servicio del progreso integral y de la ayuda a los necesitados.
El optimismo es la fuente perenne en la que podemos saciar nuestra sed de todo lo positivo de la vida.