Oración del educador




Recuerda que un hijo (como también un alumno) es un regalo de Dios. La más rica de las bendiciones. No trates de amoldarlo a imagen tuya o de un vecino.
Cada niño es individual, y tiene que permitírsele ser él mismo. No aplastes el espíritu de tu hijo o alumno cuando falla, y nunca lo compares con otros que lo hayan sobrepasado.

Señor Jesús

Tú que eres el único y verdadero maestro, concédeme la gracia de ser, a ejemplo tuyo, maestro/a, para mis alumnos.
Haz que yo sea modelo de: amor, confianza y comprensión.
Haz que yo sepa, con mi vida, educarlos en la libertad y con mi sabiduría capacitarlos para un auténtico compromiso hacia los demás.
Haz que yo sea capaz de hablarles de ti y de enseñarles cómo hablar contigo.
Haz que ellos se den cuenta que son amados y que yo sólo busco su verdadero bien.
Haz que mi amistad contigo sea fuente de mi amistad con ellos.
Jesús Maestro, gracias por haberme llamado a tu misma misión.

Enséñale a tus alumnos (o bien a tu hijo) que hay dignidad en el trabajo duro.
Aunque se desempeñe con unas manos callosas paleando carbón, o unos dedos hábiles manipulando instrumentos quirúrgicos.
Déjale saber que una vida útil es bendecida, y una vida fácil y en busca de placeres, es vacía e insignificante.


El Maestro Divino te inspire y asista.
* Enviado por el P. Natalio