El salmista identifica a los malvados, porque “en su boca no hay sinceridad, su corazón es perverso; su garganta es un sepulcro abierto, mientras halagan con la lengua”.
Por otra parte sabe muy bien que “Dios detesta al mentiroso y aborrece al hombre sanguinario y traicionero” (Sal 5).
En la Biblia el malvado y perverso es siempre falso, mentiroso y fraudulento. Una anécdota humorística al respecto.
Mentiroso al infierno
Antes de llegar al Infierno, el alma del difunto protestó violentamente:
—En vida yo fui noble, generoso y bien intencionado. ¿Se puede saber por qué me mandan aquí?
—No sé —respondió el encargado de recibir a los que iban llegando—. Lo único que puedo decirle es que tengo órdenes de ubicarlo en la sección “Mentirosos”.
Desgraciadamente la mentira es una puerta abierta a otras transgresiones más graves.
No hay ladrón, ni adúltero, ni orgulloso que no sean mentirosos, porque necesitan ocultar las obras de las tinieblas.
Sin embargo, es experiencia común que la verdad tarde o temprano sale a la luz.
“Vivir en la verdad nos hace realmente libres” (Juan 8, 32).
* Enviado por el P. Natalio
“Podemos perdonar fácilmente
a un niño que tiene miedo a la oscuridad;
la verdadera tragedia de la vida
es cuando los hombres tienen miedo a la luz.”
(Platón)