Dios es órden y perfección



En casa, mi mamá nos mandaba hacer tal o cual cosa como hacer el quehacer, lavar los trastes, acompañarla a algún lugar, etc. Pero no nos marcó reglas a seguir.
No había un horario para desayunar, comer y cenar. No había un horario para el baño, por ejemplo. Mucho menos había reglas morales que nos fueran impuestas de una manera tácita. Así que realizábamos aquello que nos parecía lo mejor y no había problemas con mi mamá al llegar del trabajo, siempre y cuando hubiéramos limpiado la casa (mal limpiada porque llegaba tan cansada que si se daba cuenta de que no estaba bien hecho, se lo quedaba callada)

El pueblo israelídel tiempo de Moisés que nos habla en la primera lectura, era como nosotros cuando pequeños. Un pueblo que vivía sin reglas dado que eran esclavos (nosotros no éramos esclavos, pero igual vivíamos presas de nuestros terrores, deseos e ignorancias)
Dios dió a su pueblo, por medio de Moisés REGLAS. !!!Qué inmenso regalo!!!

El pueblo ya no debía esforzarse por adivinar lo que se deseaba de ellos, ya no tenía que obedecer a alguien que un día los ponía a limpiar retretes y otro día a cosechar o hilar. Ahora tenían unas normas a seguir.

Qué descanso!!! Sólo había que seguir dichas reglas para que todo funcionara bien si se cumplían.
Moisés menciona que les serán dadas para que puedan habitar en las tierras que les serían otorgadas por Dios. Otor gran regalo!!!
Ya no serían esclavos o trashumantes, sino tendrían un lugar en dónde asentarse y descansar de su vida nómada.

Jesús vino a perfeccionar la ley, no a abolir la ley. Es decir, que vino a darnos un regalo aún mayor. Moisés había dado unas reglas a seguir que hacían la vida más oredenada en el lugar de su asentamiento. 
Jesús dió reglas aún más sencillas de seguir: " Ama a Dios y a tu prójimo, como si fueran tú mismo"

A los 7 años, entré en un internado en donde era tan fácil vivir. Teníamos horarios, teníamos reglas establecidas: no podíamos entrar a las habitaciones durante el día, no podíamos estar en el comedor cuando quisiéramos, etc. Es decir: nos enseñaron a usar cada cosa para lo que fué hecha y a hacerlo en el momento adecuado.
Cada cosa tiene una función que cumplir. La vida era mucho más sencilla que en mi casa, mucho más feliz por su simplicidad.
Porque teníamos reglas establecidas, horarios establecidos. Eramos como ovejas conducidas por el Pastor.

Qué gran regalo de Dios son sus mandamientos y qué regalo aún más grande el de Jesús que nos dice que su yugo no es pesado como el de la esclavitud a la que te someten los hombres, o los pecados propios.

Obedecer las reglas de Dios es tan simple que uno puede darse cuenta de lo hermoso que es, viendo  su Creación. Perfecta en cada detalle, con un órden que funciona a la perfección. 
Cada día, el sol sale y cada día se presenta la noche.
Cada 4 meses cambian las estaciones.

¿Porqué como hombres deseamos cambiar lo que es perfecto?
Sólo nos resta obedecer los mandatos morales que Dios nos ha dado através de los profetas y de su Hijo y deleitarnos con su Creación.


Sal 147,12-13.15-16.19-20

R/. Glorifica al Señor, Jerusalén

Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti. R/.

Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza. R/.

Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.R/


Reflexiones de las Buenas Nuevas
Miércoles de la Tercera Semana de Cuaresma
Marzo 26, 2014

Esta reflexión fue copiada con permiso de la autora, Terry Modica, y es utilizada bajo la responsabilidad de grupo católico Reflexiones para el Alma de Miami Fl. Fue publicada por Ministerios de La Buena Nueva, http://gnm.org/ReflexionesDiarias/   

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Las Bendiciones

"Bendigan, porque ustedes mismos están llamados a heredar una bendición" 
(1 Pe 3,9).

Bendíganse en todo momento, al despedirse, al acostarse, al saludarse...

Juntos, como familia, celebremos los dones que Dios nos da cada día. Bendecir los alimentos, bendecir la casa, bendecir el trabajo, es rogar juntos para que, todo lo bueno que Él nos da, nos fortalezca y nos haga vivir como hijos e hijas suyos.

"Dijo el Señor a Abram: Yo haré de ti una nación grande y te bendeciré. A Saray, tu mujer, yo la bendeciré y de ella suscitaré naciones" 
(Cfr. Gén 12,1-2; 17,15-16)   

Lecturas del Día: 
Deuteronomio 4, 1.5-9 
Salmo 147, 12-13.15-16.19-20 
Mateo 5, 17-19







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