Ser clavado por la verdad

¿Estas agobiado?

jesus en la cruz 3

¿Sabes cuál es el signo más claro de que estás creciendo en la santidad? ¡Es el que estás siendo atacado por ello! Vives de una manera que hace que los demás se den cuenta de que ellos también deben cambiar, y esto tiene repercusiones desagradables. Trata de no tomarlo personalmente. Los que te cortan son los que no quieren cambiar. En verdad, no eres TÚ a quien ellos quieren destruir, sino a la invitación a la santidad que tu vida ejemplifica.

Tal fue la condición de Herodes cuando detuvo a Juan Bautista. Herodías se sintió aún más culpable que él por sus pecados, como es demostrado en la lectura del Evangelio de hoy. Abrigó una rencilla tan fuerte en contra de Juan que lo deseó muerto y encontró los medios para hacerlo. ¿Pero lo calló para siempre? No, estoy segura de que la verdad que él había hablado le remordía la conciencia durante mucho tiempo después.

La verdad hace que suceda eso cuando las personas luchan contra ella. Su batalla la mantiene frente a ellos y los hace que hagan cosas locas hasta que se rinden. Sospecho que el infierno es escuchar la verdad tan fuertemente y claramente que atormenta para siempre a los que no la desean.

¿Ha sido bloqueada tu libertad de expresar tu fe por los que no quieren aceptar la verdad? Mientras intentan mantener esa verdad detrás de una pared de resistencia, los vuelve locos. Tu has sido clavado a la cruz de sus prejuicios o temores o heridas (o lo que más los ha atrapado en sus pautas pecadoras o sucias), y los clavos te duelen. Los clavos te inmovilizan para que no puedas hacer nada para mejorar la situación.

Sin embargo, los que te ponen en la cruz nunca escaparán su culpa hasta que se conviertan al Señor con un corazón que está dispuesto a cambiar.

¿Mientras tanto, hay algo que puedas hacer? ¿O debes continuar colgado en la cruz?

¿Qué hizo Jesús? Fue clavado por los que no quisieron aceptar las verdades que enseñó, pero ellos no pudieron callar su capacidad de hacer una diferencia. Él pidió al Padre que los perdonara - "porque ellos no sabían lo que hacían". Él intercedió por ellos. Y después su dolor terminó. Pronto después, fue resucitado en la victoria por un Padre que estaba muy complacido de él.

Esto es lo que nos sucede a nosotros, también, si nos damos cuenta de que nuestra cruz es realmente la cruz de Cristo y que logra una bondad redentora. Cuando le damos al Padre a los que nos han clavado, intercediendo por ellos, nos liberamos para disfrutar de nuestra propia resurrección personal. Sus ataques no pueden detener al Padre de estar muy feliz con nosotros.

Cuando nos morimos a nuestro deseo de cambiar a los que nos han lastimado, dejando su destino a Dios, nosotros podemos seguir adelante con la vida y disfrutarla.

Dios no permitirá que los pecados de ellos contra ti sean incontestados. Él se encargara de ellos en la manera que sea mejor para sus almas eternas, según su sabiduría infinita, en la agenda que lo dan. Y trabajará con lo que ellos le dan, para que finalmente la verdad entre en ellos con la eficacia más profunda.

Reflexión de Las Buenas Nuevas Lunes de la Vigésima Segunda Semana del Tiempo Ordinario 29 de Agosto, 2011

Memorial de día: Martirio de San Juan Bautista

Esta reflexión fue copiada con permiso de la autora, Terry Modica, y es utilizada con permiso bajo la responsabilidad de grupo católico Reflexiones para el Alma de Miami Fl. Fue publicada por Ministerios de La Buena Nueva, http://gnm.org, registrada en el registro de propiedad literaria (c) 2010. Para obtener permiso para reenviar este o imprimirlo o copiarlo, vaya a Derechos de autor

© 2011 por Terry A. Modica

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Salmo 96:1, 3-5, 11-13

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