! No estamos solos !


"Cualquiera que te escucha a ti me está escuchando a mí"


Cada vez que nosotros abrimos nuestra boca para hablar, necesitamos recordar que tenemos un ministerio de la palabra. Siempre. Nada de lo que es vocalizado puede ser borrado del aire antes de penetrar las mentes de los que nos escuchan. Aún nuestro tono de voz transmite un mensaje. Así, también, las palabras silenciosas de correos electrónicos y blogs. ¿Son nuestras palabras siempre sagradas? ¿Hay alguna razón válida por la cual nuestras palabras no siempre deben ser sagradas?

Jesús es nuestro ejemplo de palabras y tonos que reflejan el reino de Dios.

Él nos dice en el pasaje del Evangelio de hoy, "Cualquiera que te escucha a ti me está escuchando a mí, y cualquiera que te rechaza a ti, me rechaza a mí y al Padre quien me mandó". ¿Ves cuán importantes son nuestras palabras? ¿Escuchan los demás a Jesús cada vez que abrimos nuestras bocas? Bueno, deberían... ¿Tomó Jesús alguna vez un descanso de hablar las palabras de su Padre?

Como cristianos, nosotros servimos como profetas de Dios. Cuándo fuimos bautizados, fuimos proclamados Sacerdotes, Profetas y Reyes. Somos Cristo en persona para el mundo moderno. Cualquiera que sabe que afirmamos ser cristianos obtienen o una idea buena o una idea equivocada acerca de quién es Jesús y como es el verdaderamente, basado en lo que ellos escuchan de nosotros.

Ser un profeta es a menudo un ministerio muy adolorido, porque demasiadas personas fallan en ver a Jesús en nosotros. A veces es nuestra culpa, pero a veces no. No importa que tan sagradas sean nuestras palabras y con qué pureza hablamos con amor, las personas que nos escuchan tienen el mismo problema que los israelitas tuvieron en la primera lectura de hoy: "Ellos están preparados para NO hacer caso a la voz de Dios".

Por muchas razones variadas, desde haber tenido una educación incorrecta hasta haciéndolo libremente, "ellos se negaron a hacer caso de la voz del Señor en las palabras de los profetas que él mando". Sin embargo, Jesús no ha terminado de hablar con ellos todavía.

Se ha dicho que una persona tiene que escuchar la verdad de siete personas diferentes antes de que comience a cambiar. Ese número no siempre será literalmente exacto, pero es verdad que múltiples profetas son necesarios. Cuándo nos toca a nosotros, nosotros no sabemos si somos los primeros, los del medio, o el último profeta quien Dios ha puesto en su camino.

Cuándo ellos se niegan a escucharnos, es importante que nosotros los perdonemos, para convertir nuestra frustración en tristeza en vez de resentimiento. Entonces podemos utilizar nuestro dolor para darle fuerza a nuestra oración. Con anhelo, pidámosle a Dios que ablande sus corazones por medio de las circunstancias y las personas que pasaran por su camino. Recuerda, no eres tú el que está siendo rechazado; es Jesús, así que no lo tomes como algo personal. Permite que el rechazo pase de ti hacia Dios que es donde pertenece. Es él quien resolverá que hacer, no nosotros Like us on Facebook.

Nosotros no estamos solos en esto. Dios mandará completamente seguro a otros profetas. En él, siempre hay razón para tener esperanza. Estamos asociados con Jesús y con todo el Cuerpo terrenal de Cristo.

Reflexión de Las Buenas Nuevas
Viernes de la Vigésima Sexta Semana del Tiempo Ordinario
30 de septiembre, 2011

Esta reflexión fue copiada con permiso de la autora, Terry Modica, y es utilizada bajo la responsabilidad de grupo católico Reflexiones para el Alma de Miami Fl. Fue publicada por Ministerios de La Buena Nueva, http://gnm.org , registrada en el registro de propiedad literaria (c) 2011. Para obtener permiso para reenviar este o imprimirlo o copiarlo, vaya a Derechos de autor

© 2011 por Terry A. Modica

Reflexiones para el Alma Efesios 6, 11 - 13

11.

Lleven con ustedes todas las armas de Dios, para que puedan resistir las maniobras del diablo.


12.

Pues no nos estamos enfrentando a fuerzas humanas, sino a los poderes y autoridades que dirigen este mundo y sus fuerzas oscuras, los espíritus y fuerzas malas del mundo de arriba.


13.

Por eso pónganse la armadura de Dios, para que en el día malo puedan resistir y mantenerse en la fila valiéndose de todas sus armas.