Utilizando el ejemplo de la riqueza, la primera lectura de hoy nos demuestra que el favoritismo es un pecado. Pero el favoritismo no es lo mismo que tener preferencias. Las preferencias son naturales; aún Jesús tuvo sus preferencias. El arrimo a Pedro y Santiago y a Juan para unirse con él en privado en la montaña de su transfiguración y en el jardín de Getsemaní.
El favoritismo es más que una preferencia. El favoritismo niega el amor a los que no son favorecidos.
Santa Teresa de Ávila escribió: "Por el amor a Dios, mantente libre de parcialidades por sagradas que puedan ser... ellas son como veneno..." Ella explicó que favorecer a un amigo nos previene de amar a todos igualmente e incondicionalmente. "Estas amistades raramente sirven para perfeccionar el amor de Dios" (de "La Manera de la Perfección", capitulo IV, 5).
Santiago nos recuerda el mandamiento de Cristo "ama a tu prójimo como a ti mismo". El veneno del favoritismo es la toxina de no amar a todos por igual. Es bueno tener amigos especiales - y necesario. Jesús valoraba a Pedro, a Santiago y a Juan como sus amigos más cercanos. Pero cuando ignoramos deliberadamente las necesidades de los que no están en nuestro círculo de amigos, excluyéndolos de nuestro regalo de amor, estamos cometiendo el pecado del favoritismo.
La manera más fácil de aprender como es el amor de Dios para nosotros es experimentar amor incondicional de amigos cercanos, centrados en Cristo. Pero aun siendo tan útiles y sagradas como lo son las buenas amistades, para crecer en santidad debemos de extender nuestro amor a los demás - aquellos con los que preferimos no convivir, que están fuera de nuestro círculo de compañeros preferidos - y debemos asegurarnos de que nosotros los tratamos con la misma atención generosa como la que les hemos estado dando a los que están dentro del círculo. 
Esto va en contra de nuestros deseos naturales. Necesitamos pedir continuamente que el Espíritu Santo nos aconseje en cómo mantenernos equilibrados. ¿Cuánto tiempo debemos dar a nuestros queridos amigos? ¿Hay otra persona quién podría beneficiarse de nuestro amor y atención? ¿Cómo podemos mejor servirlos sin descuidar nuestras verdaderas necesidades propias? 
Cuándo nosotros tratamos sinceramente de amar a todos por igual, nuestra actitud abierta atraerá a muchos hacia nosotros. Ellos verán un ejemplo de cómo es realmente el amor de Dios, y Jesús nos tendrá como sus amigos más cercanos. Él ya te ama tanto como él amo a Pedro, Santiago y Juan. Ahora llega a ser alguien quien él prefiere.
Reflexión de Las Buenas Nuevas
Jueves de la Sexta Semana del Tiempo Ordinario
16 de febrero, 2012
Esta reflexión fue copiada con permiso de la autora, Terry Módica, y es utilizada con permiso bajo la responsabilidad de grupo católico Reflexiones para el Alma de Miami Fl. Fue publicada por Ministerios de La Buena Nueva,http://gnm.org,registrada en el registro de propiedad literaria (c) 2010. Para obtener permiso para reenviar este o imprimirlo o copiarlo, vaya aDerechos de autor
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