¿Qué estás haciendo con tus tesoros?


San Lorenzo, cuya Fiesta celebramos hoy, protegió el dinero de la Iglesia del Imperio romano dándoselo a los pobres. ¡Cuándo el prefecto ambicioso de Roma demandó los tesoros de la Iglesia, San Lorenzo le presentó a él a los pobres y enfermos, anunciando, "Estos son los tesoro de la Iglesia"!

En la primera lectura de hoy, somos desafiados a considerar lo que es y no es verdaderamente un tesoro para nosotros. ¿Qué es lo que siembras generosamente? Esto es tu tesoro. Es la gracia de Dios dándote un valor que eres llamado a compartir con el mundo para ayudar a esparcir su mundo.

Podemos pensar que necesitamos sostenernos fuertemente de nuestros tesoros para que no los perdamos, pero eso no es lo que valoramos realmente. Compartimos lo que valoramos. ¿Por ejemplo, alguna vez fuiste a ver una buena película y después les contaste a los demás? ¿Has estado compartiendo estas Reflexiones de las Buenas Nuevas con los demás? ¿Ves lo que trato de decir? Compartimos lo que valoramos.

Cuándo compartimos los tesoros de Dios, es cuando realmente se pone emocionante esto. Entre más generosamente sembremos lo que él nos da, más cosecharemos para poder llegar a ser aún más generosos. Es el Principio Económico #1 del Reino de Dios.

El Salmo Responsorial de hoy lo describe como una generosidad "fastuosa". Pero requiere morir a uno mismo, como dice Jesús en el pasaje del Evangelio. Tenemos que morir a nuestros temores, especialmente el temor que si tiramos por todos lados nuestros tesoros como semillas ordinarias, nos quedaremos sin ninguna y no cosecharemos nada. Tenemos que dejar de atesorar la avaricia y el egoísmo. Tenemos que morir a nuestro deseo de amarrar cordones a nuestras semillas (por ejemplo, "compartiré mi dinero contigo-- o con la Iglesia o con quien sea -- pero sólo si lo gastas de la manera que yo pienso que lo debes hacer"). ¡Imagínate un campo de semillas con condiciones amarradas de un tractor para ayudarlas a crecer en la dirección correcta!

Mi esposo, Rafael, y yo aprendimos de la alegría del Principio Económico de Dios #1 en 1979. Estábamos vendiendo nuestra casa para poder movernos a un trabajo en otro estado. Después de que nos enteráramos de que un hombre necesitaba un coche para poder conseguir un trabajo y trabajar, nosotros le dimos un coche que habíamos estado esperando vender por $200 (un valor inmenso para nosotros en ese entonces). ¡Después de regalarle el coche, nosotros vendimos nuestra casa por $2000 más de lo que esperábamos!

Rafael y yo hemos estado sembrando tesoros desde entonces. No es fácil siempre. La cosecha no es siempre lo que esperamos o deseamos, pero todo es una bendición para Dios y de Dios. Ya sean donativos financieros, o tiempo, o talentos, u oraciones, o un ministerio que escucha, o consuelo para el afligido, o una sonrisa cuando no nos sentimos como para sonreír, todo es un tesoro muy valioso. Y debe de ser compartido.

Todos estamos repletos de tesoros, por pobres que seamos y cuando los compartimos con los demás, nosotros nos damos cuenta de que nosotros mismos somos un regalo que Dios ha escogido para compartir. ¡Somos unos de los tesoros más valiosos de la Iglesia! ¿Qué estás haciendo con el tesoro que eres tú?
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Reflexión de Las Buenas Nuevas
Viernes de la Decimoctava Semana del Tiempo Ordinario
10 de agosto, 2012
San Lorenzo, diacono, mártir (Fiesta)

Esta reflexión fue copiada con permiso de la autora, Terry Modica, y es utilizada bajo la responsabilidad de grupo católico Reflexiones para el Alma de Miami Fl. Fue publicada por Ministerios de La Buena Nueva, registrada en el registro de propiedad literaria (c) 2012. Para obtener permiso para re enviar este o imprimirlo o copiarlo, vaya a Derechos de autor © 2012 por Terry A. Modica


Reflexiones para el Alma
Efesios 6, 11 - 13

Lleven con ustedes todas las armas de Dios, para que puedan resistir las maniobras del diablo.
12. Pues no nos estamos enfrentando a fuerzas humanas, sino a los poderes y autoridades que dirigen este mundo y sus fuerzas oscuras, los espíritus y fuerzas malas del mundo de arriba.
13. Por eso pónganse la armadura de Dios, para que en el día malo puedan resistir y mantenerse en la fila valiéndose de todas sus armas.