Luchar Contra la Ley de Entropía


¿Qué sucede después de que una persona acepta la salvación de Jesús? ¿Puede él o ella vivir una buena vida cristiana sin trabajar duramente para crecer en santidad diariamente? Es fácil volverse perezoso mientras vamos en camino al cielo. Es también fácil de ceder ante los impulsos de nuestra naturaleza humana.Se requiere un impulso consciente para permanecer cercano a Dios. 
Mientras estamos todavía aquí en este mundo pecador, nosotros sufrimos de la Ley de Entropía. En términos científicos, "entropía" significa que todo decae, el desorden es natural y el orden es poco natural y requiere gran esfuerzo. Así, también, en nuestras vidas espirituales. El crecimiento en la santidad requiere un esfuerzo, y sin ese esfuerzo, nuestra santidad decae diariamente. Y los demonios tratan de maneras sutiles y no-tan sutiles de engatusarnos a ir por el camino fácil. Diariamente. Como nos indica Jesús en la lectura del Evangelio de hoy, y podemos acabar peor que antes de nuestra conversión.
Jesús es ese "alguien más fuerte". El dominó a Satanás muriendo en la cruz por nuestros pecados y después venciendo la muerte. Fue nuestra muerte que él tomó a la cruz, y fue su vida la que él nos dio en su resurrección, pero nosotros sólo podemos beneficiarnos de esto si escogemos vivir en él, con él, y por medio de él. Jesús ha barrido nuestras casas, pero ahora está en nosotros - con su ayuda por supuesto - mantenerla limpia.
Jesús nos dio la autoridad, por nuestros bautismos, para atar y expulsar a los demonios de nosotros. Sin embargo, la mejor manera y la más efectiva de derrotar a los demonios es haciendo lo contrario de lo que ellos quieren que hagamos. ¿Eres tentado a enojarte? En vez de hacerlo, perdona incluso si no lo quieres hacer. ¿Eres tentado a demandar que se hagan las cosas a tú manera? En vez de eso, haz lo que la otra persona demanda de ti (siempre y cuando no sea un pecado). 
Necesitamos dejar de vivir en un modo automático e identificar las maneras en que nuestras vidas son gobernadas por la Ley de la Entropía. Entonces, podemos escoger vivir por la Ley del Amor de Dios. Poner el esfuerzo en escoger la santidad es tan eternamente y esencialmente importante que el costo de nuestro tiempo y energía no debe parecer como un precio demasiado alto.
Tenemos que ser vencedores, trabajando en nuestra santidad diaria, escogiendo conscientemente las conductas que resisten la Ley de la Entropía. 
 Uno de los ejemplos más tristes de la entropía que yo he presenciado, lo cual causo que discerniera los principios espirituales que he compartido en esta reflexión, fue el caso de un viejo amigo que era un sacerdote con adicciones. Aunque el si deseaba crecer espiritualmente, él no estaba dispuesto a pagar el precio de la recuperación. Yo primero lo vi marchitarse emocionalmente y después espiritualmente. El término segregado por su obispo para servir en un ministerio pequeño, y más tarde después de que se marchito físicamente, murió muy tempranamente.
Él había revivido en el Espíritu Santo durante el seminario, y Dios le dio lo bendijo con un regalo fascinante de sanar milagrosamente y de dar muy buenas predicaciones. Sin embargo, aunque un principio de conversión a Cristo siempre convierte la destrucción a la resurrección, no puede mantener la fe viva. La adicción continua satisface a la naturaleza carnal, y así el espíritu de la persona se desconecta del Espíritu Santo, y el decaimiento se establece.
Recuerda, con Dios todas las cosas son posibles. Todos pueden ser rescatados de la Ley de Entropía, pero a menudo no sucede hasta que ellos se encuentran los suficientemente abatidos en su decaimiento como para desear el cambio. A veces esto ocurre después de la muerte en el Purgatorio. Debemos orar continuamente por los que están en camino a la destrucción. Debemos tomar el tiempo para discernir lo que Dios nos pide que hagamos para ayudarlos a buscar la recuperación. Y debemos escoger confiar en el deseo de Dios de resucitar a todos los que traemos a él.

Reflexión de Las Buenas Nuevas 
Viernes de la Vigésima Séptima Semana del Tiempo Ordinario 
12 de octubre, 2012
Esta reflexión fue copiada con permiso de la autora, Terry Modica, y es utilizada bajo la responsabilidad de grupo católico Reflexiones para el Alma de Miami Fl. Fue publicada por Ministerios de La Buena Nueva,http://gnm.org/ReflexionesDiarias/index.html, registrada en el registro de propiedad literaria (c) 2012. Para obtener permiso para re enviar este o imprimirlo o copiarlo, vaya a Derechos de autor
© 2012 por Terry A. Modica

La Puerta de la Fé
 
  1. «La puerta de la fe» (cf. Hch 14, 27), que introduce en la vida de comunión con Dios y permite la entrada en su Iglesia, está siempre abierta para nosotros. Se cruza ese umbral cuando la Palabra de Dios se anuncia y el corazón se deja plasmar por la gracia que transforma. Atravesar esa puerta supone emprender un camino que dura toda la vida.
  2. No podemos dejar que la sal se vuelva sosa y la luz permanezca oculta (cf. Mt 5, 13-16). Como la samaritana, también el hombre actual puede sentir de nuevo la necesidad de acercarse al pozo para escuchar a Jesús, que invita a creer en él y a extraer el agua viva que mana de su fuente (cf. Jn 4, 14).
  3. Año de la fe. Comenzará el 11 de oct de 2012, terminará en la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, el 24 de nov de 2013. En la fecha del 11 de octubre de 2012.
  4. En esta perspectiva, el Año de la fe es una invitación a una auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador del mundo. Dios, en el misterio de su muerte y resurrección, ha revelado en plenitud el Amor que salva y llama a los hombres a la conversión de vida mediante la remisión de los pecados (cf. Hch 5, 31).
  5. Confiemos a la Madre de Dios, proclamada «bienaventurada porque ha creído» (Lc 1, 45), este tiempo de gracia.
                     BENEDICTUS PP. XVI (convocatoria al año de la fe)


Lecturas del Día:
 
Gálatas 3:7-14
Salmo 111:1b-6
Lucas 11:15-26