En
el calendario de Jesús cuando el pasaje del Evangelio de hoy sucedió,
una semana antes del momento más difícil de su vida. Êl sabía lo que se
aproximaba; él ha hecho insinuaciones no tan sutiles a sus discípulos.
¿Así que cómo pudo sentarse tan calmadamente en la cena?
Si estudiamos la vida de los santos que sabían que estaban cerca de ser martirizados, nos damos cuenta de una tendencia. ¡Todos se acercaron a sus muertes pacíficamente e - imagínate esto! -- Alegremente. ¿Cómo hicieron ellos eso?
Creo que es una gracia especial. El Espíritu Santo les da a los mártires un regalo sobrenatural de alegría para ayudarlos a soportar el dolor. Jesús
es un ejemplo perfecto de esto. En vez de preocuparse por el viernes,
él permaneció en el momento presente disfrutando de sus amigos. Ellos
fueron los brazos del Padre que lo abrazaban, lo alimentaban, lo
afirmaban y lo ungían en un regalo muy profundo de amor generoso.
Jesús
experimentó también el ánimo del Padre y su compasión por medio de las
escrituras, que él sabía muy bien. Lee la primera lectura de hoy, y el
salmo responsorial de la manera que Jesús lo hubiera utilizado para
motivarse personalmente. Ve cómo el Padre dio ministerio a su Hijo en
esas palabras.
¿Qué sacrificios estás haciendo que necesitan de la afirmación del Padre? ¿A qué has renunciado que está cerca a ti y que te es muy querido?, ¿está tú vida en las manos de Dios? ¿Cómo haces la diferencia en este mundo ofreciendo tu vida para el reino de Dios?
El Padre está muy complacido contigo, te anima y te conforta.
El amor de María por Jesús fue tan intenso y tan profundo que ella ungió los pies de Jesús en una manera impresionante. Ella sacrificó su orgullo para dar este regalo a Jesús a pesar de las burlas de los demás.
Ella se veía un poco tonta secando los pies de Jesús con el pelo
(¡seguramente tenían toallas en la casa!), pero a ella no le importó.
Algunos entendieron su amor, otros no. ¿Y qué? En su mente, su amor por Jesús era todo lo que importaba. Y a cambio, él la alabó.
¿Amamos
a Jesús tanto así? Considera las maneras en que unges a los demás con
los sacrificios que haces y los regalos que ofreces. Cualquier cosa que hacemos para los demás, lo hacemos a Jesús. Nosotros
no podemos perfumar sus pies verdaderos, pero él si nos visita todos
los días en cada persona que conocemos. ¿Cómo está perfumando tú amor a
sus vidas?
Para
fortalecer tu habilidad de amar, identifica cómo son los sacrificios
que estas haciendo. El Padre te está dando su afirmación y
agradecimiento. Escríbelo como si el Padre te estuviera dando una carta personal de agradecimiento.
En
memoria de su amor por ti, bendice y unge a alguien hoy con amor
sacrificador -- amor apasionado - para así dar a Jesús un regalo
intensamente profundo. A veces, sin nosotros saberlo, la persona que bendecimos está a punto de experimentar su propio viernes doloroso.