¿Cómo traicionamos nosotros a Cristo?
Por nuestro egoísmo.
Miremos
los motivos de Judas en el pasaje del Evangelio de hoy. ¿Por qué
traicionó él a Jesús a pesar de experimentar su amor incondicional
durante tres años?
Sabemos
que Judas fue egoísta, porque conocemos que él había malversado
donativos (ver Juan 12:6). Intentando buscar ¿"qué hay en esto para mi"?
Él quiso que Jesús llegara a ser un Mesías que lo liberara de la
opresión romana. Jesús resultó ser una desilusión incontrolable. Judas
estaba tan cegado por sus propias estrategias que él no pudo entender la
posibilidad de que Dios quizás tuviera una mejor idea.
A
las personas egocéntricas como Judas no les gusta quedarse parados y
aceptar la desilusión. ¿Cuándo él decidió tomar control entregando a
Jesús a las autoridades judías, él preguntó, "Qué están dispuestos a
darme si yo se los entrego? Hasta que ellos prometieron darle una
recompensa, entregar a Jesús era todavía una condición.
¡No
es de extrañar que Judas se suicidara! El no pudo reconocer el perdón
que Jesús le había hecho disponible a él, porque en el corazón de cada
persona egocéntrica está la creencia de que ellos son indignos de ser
amados. El egoísmo viene de la noción de que si yo no cuido de mí
mismo, nadie más lo va hacer (ni siquiera Dios) porque yo realmente no
me lo merezco.
¿Alguna vez te has decepcionado de que Jesús no es quien tú deseas que sea? Todos nosotros caemos en la trampa de "que hay en esto para mí"
siempre que somos trastornados porque Dios no contesta nuestras
oraciones como nosotros los queremos, o cuando le entregamos nuestros
problemas a Jesús y la vida continua siendo difícil, o cuando él nos
pide hacer algo que es difícil y no tiene recompensa.
Caemos en la trampa de "qué hay en esto para mi"
siempre que buscamos nuestras propias soluciones después de confiar en
Dios y no conseguir los resultados que deseamos. Nos sucumbimos a ellos
escuchando nuestros temores autos protectores.
El egoísmo nos dice que protejamos nuestros deseos, nuestra felicidad,
nuestra comodidad, nuestras posesiones y nuestro estilo de vida. Nos ciega a la posibilidad de que quizás Dios tenga una mejor idea.
Como
Judas, en nuestro egoísmo traicionamos a Jesús. Profesamos confiar en
él como el Señor de nuestras vidas, y sin embargo nuestras elecciones
egoístas demuestran lo contrario. Creemos en él sólo cuando nos conviene. Nosotros lo amamos sólo cuando es fácil.
¿La pregunta no es "He traicionado a Jesús"? sino ¿"que tan rápido busco su perdón después de que yo lo he traicionado"? Pedro traicionó a Jesús, también, pero él amo a Jesús tanto que su egoísmo duró sólo poco tiempo.
Imagínate
que estás sentado con los discípulos en la Ultima Cena. Jesús
justamente ha mojado su matzá en el plato de especias, y él te lo
entrega a ti. Él te mira en los ojos. El conoce tu corazón. Él te ama a pesar de todas tus traiciones. ¿Qué
le dirás? Admite tu traición; recibe su sonrisa. Ahora el tomará tus
pecados a la cruz con él. Recuerda hacer esto en cada Misa, porque la
liturgia sobrepasa el tiempo para conectarnos a la verdadera Ultima
Cena.
Reflexión de Las Buenas Nuevas
Miércoles de Semana Santa
27 de marzo, 2013
Esta
reflexión fue copiada con permiso de la autora, Terry Modica, y es
utilizada bajo la responsabilidad de grupo católico Reflexiones para el
Alma de Miami Fl. Fue publicada por Ministerios de La Buena Nueva, http://gnm.org/ReflexionesDiarias/index.html,
registrada en el registro de propiedad literaria (c) 2012. Para obtener
permiso para re enviar este o imprimirlo o copiarlo, vaya a Derechos de autor
© 2012 por Terry A. Modica