Agua para quitar nuestro desgano a servir

  
    
llevar a Jesus
Jesús no vino a este mundo para ser servido, aunque él es Dios y se lo merece. El vino a servir. El vino a servirte a ti. Y por medio de ti, él quiere servir a todos los que tú conoces.

Después de invitarnos a ponernos cómodos y disfrutar ser servidos por nuestro maravilloso Dios, Jesús dice en el pasaje del Evangelio de hoy: "Yo te he dado un ejemplo a seguir - lo que he hecho por ti, tu también lo debes hacer". Su ceremonia de lavar los pies es un modelo de servicio.
Su ejemplo es muy incomodo. Significa amar a los demás, hacer buenas obras para ellos, incluyendo a las personas que no nos caen bien, aquellos cuyos "pies" (comportamientos, acciones, y la manera que caminan por la vida) están repugnantes.
Cuando servimos a los que no nos han servido de la manera que deberían, nosotros nos unimos a Jesús llegando a ser la Eucaristía para ellos. ¿Qué significa "ser Eucaristía"?
Primero, nos acercamos a Cristo en la Eucaristía, y reconociendo que nosotros somos responsables de nuestras propias conversiones, le decimos, "yo no soy digno de recibirte...", después de que recibimos la Eucaristía, nosotros volvemos a nuestras bancas unidos a él. 

La Comunión significa "en la unión".
Unidos a Cristo, nosotros somos ahora tanto la Eucaristía como lo es el. Al final de la Misa, nosotros somos comisionados a salir y ser Eucaristía - ser la presencia verdadera de Cristo - en el mundo.
Hace años, Dios me ayudo a entender este punto. En una reunión de oraciones, yo me encontré sorprendentemente lavando los pies de un sacerdote que había traicionado a sus parroquianos (y a mí y mi familia y a algunos amigos) por medio de su alcoholismo y lujuria. ¡Déjame decirte, sus pies estaban feos! Pero mucho más feo fue que se negaba a aceptar la verdad sobre sus vicios y pecados. 

¿Qué fue lo que se logro lavándoles los pies? Hizo una declaración clara acerca de la misericordia. En un nivel personal, me dio la oportunidad de mostrarle que yo estaba dispuesta a servirlo si él estaba dispuesto a aceptarlo como parte de un proceso sanador. Y no estuvo dispuesto, y finalmente el obispo lo quito de la parroquia, pero la ceremonia del lavado de pies me sano a mí de mi propia desgana de amar incondicionalmente.

Jesús lavó mis pies junto con mi corazón. Y obtuve una comprensión mucho mayor del amor que Jesús tiene por mí cada vez que él lava mis pies feos (mis pecados).
Pero recuerda, que Jesús nunca se da por vencido con nadie. Años más tarde, él lavó los pies de este sacerdote con el regalo de la misericordia por medio de un tiempo redentor de purgatorio terrenal, que tomo la forma de una enfermedad dolorosa que comenzó con sus pies y subió al resto de su cuerpo. Soportando dolor que las medicinas no podían eliminar totalmente, él permitió que la enfermedad lo purgara de su orgullo y sus vicios. En esto, el experimento a Jesús abrazándolo con amor apasionado antes de morir.

Reflexión de la Buena Nueva
Jueves Santo
28 de marzo 2013
Misa vespertina de la Cena del Señor

Esta reflexión fue copiada con permiso de la autora, Terry Módica, y es utilizada bajo la responsabilidad de grupo católico Reflexiones para el Alma de Miami Fl. Fue publicada por Ministerios de La Buena Nueva, http://gnm.org/ReflexionesDiarias/index.html, registrada en el registro de propiedad literaria (c) 2012. Para obtener permiso para re enviar este o imprimirlo o copiarlo, vaya a Derechos de autor
© 2012 por Terry A. Módica
 
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Viviendo la Cuaresma
  
  
Durante este tiempo especial de purificación, contamos con una serie de medios concretos que la Iglesia nos propone y que nos ayudan a vivir la dinámica cuaresmal.
Ante todo, la vida de oración, condición indispensable para el encuentro con Dios. En la oración, si el creyente ingresa en el diálogo íntimo con el Señor, deja que la gracia divina penetre su corazón y, a semejanza de Santa María, se abre la oración del Espíritu cooperando a ella con su respuesta libre y generosa (ver Lc 1,38).
Asimismo, también debemos intensificar la escucha y la meditación atenta a la Palabra de Dios, la asistencia frecuente al Sacramento de la Reconciliación y la Eucaristía, lo mismo la práctica del ayuno, según las posibilidades de cada uno.

Lecturas del día:

Éxodo 12:1-8, 11-14
Salmo 116:12-13, 15-18
1 Corintios 11:23-26
Juan 13:1-15