Sirve a Dios con tu incredibilidad




¿Cuándo asistes a una reunión en la iglesia, sabes quién te envió? ¿Te das cuenta que fuiste enviado allí por el Padre? ¿Qué tal cuando asistes a una reunión en el trabajo? La misma cosa; Dios te ha enviado. O cuando visitas a un amigo enfermo o ayudaste a un vecino o cuando apoyaste los derechos de los niños aún no nacidos o cuando llevas despensa de comida al almacén de distribución de alimentos o cuando pones un mensaje alentador en Facebook o cuando les dices a los demás de la importancia de ser cuidadores de los recursos naturales - Dios te ha enviado.

Si lo que haces es útil, si es afectuoso, si es bueno, fue Dios quien te dio ese talento, quien te comisionó y te envió. Ninguna otra credencial es necesaria. Sin importar una licenciatura, a cuál iglesia perteneces, que posición tienes en esa iglesia, o la clase de vecindario o vivienda en la que vives, es insignificante de dónde vienes. Todo lo que cuenta es que Dios te envió.

En el pasaje del Evangelio de hoy, Jesús fue juzgado según el pueblo del que él venía. Los incrédulos justificaron su escepticismo utilizando una teoría popular, que no fue basada en la escritura, acerca de cómo identificar al Mesías.
¿Qué excusas has oído utilizar a las personas para justificar el no escucharte y creer en tu fe?

Ninguno de nosotros somos inocentes de esto. ¿Qué excusas utilizamos cuando no queremos aceptar una enseñanza desagradable de la Iglesia?
Los que nos juzgan de estar equivocados de nuestra fe no conocen al Dios de nuestra fe. Los que nos juzgan como incompetentes para una tarea, porque no contamos con las credenciales "apropiadas", no le han preguntado a Dios sobre ello.

Los jóvenes a menudo son ignorados para los comités de las parroquias por su edad, y los incapacitados y personas mayores a menudo son juzgados como incapaces. A veces las personas asumen que yo no puedo escribir estas reflexiones porque yo no soy un sacerdote. Las misiones de parroquia y retiros que yo doy no atraen a tantas personas como podría ser, porque soy una mujer lega, no un sacerdote.

Un día una señora me dijo que ella por poco no regresaba para la segunda noche de un curso que yo enseñaba porque yo no usaba maquillaje. ¡Ella me había juzgado de no saber mi tema porque yo no conocía la manera correcta de verme como un orador! Sin embargo, la gloria sea a Dios, ella escuchó al Padre y pronto se dio cuenta de que él me había enviado. Su franqueza con Dios le permitió crecer en nuevas maneras.
¡Y es mejor que tengamos cuidado en no juzgar a los que nos juzgan! A Dios le gusta agarrarnos por sorpresa y proporcionarnos guía por medio de las personas más improbables 

Hoy, haz el compromiso de mantener tus ojos en el Padre en todo momento. Seas tú el juzgado o el que está juzgando, escucha al Padre. Lo qué es considerado creíble en la percepción del mundo a menudo no es nada creíble. Dios utiliza al increíble para lograr sus obras. ¡Si te sientes inadecuado o equivocadamente juzgado, recuerda que tú eres "increíble" - en Dios tu eres muy creíble!

Reflexión de Las Buenas Nuevas
Viernes de la Cuarta Semana de Cuaresma
15 de marzo, 2013

Esta reflexión fue copiada con permiso de la autora, Terry Modica, y es utilizada bajo la responsabilidad de grupo católico Reflexiones para el Alma de Miami Fl. Fue publicada por Ministerios de La Buena Nueva, http://gnm.org/ReflexionesDiarias/index.html, registrada en el registro de propiedad literaria (c) 2012. Para obtener permiso para re enviar este o imprimirlo o copiarlo, vaya a Derechos de autor
© 2012 por Terry A. Modica
  

Viviendo la Cuaresma


Durante este tiempo especial de purificación, contamos con una serie de medios concretos que la Iglesia nos propone y que nos ayudan a vivir la dinámica cuaresmal.
Ante todo, la vida de oración, condición indispensable para el encuentro con Dios. En la oración, si el creyente ingresa en el diálogo íntimo con el Señor, deja que la gracia divina penetre su corazón y, a semejanza de Santa María, se abre la oración del Espíritu cooperando a ella con su respuesta libre y generosa (ver Lc 1,38).
Asimismo, también debemos intensificar la escucha y la meditación atenta a la Palabra de Dios, la asistencia frecuente al Sacramento de la Reconciliación y la Eucaristía, lo mismo la práctica del ayuno, según las posibilidades de cada uno.  

  
Lecturas del Día:
 Sabiduría 2:1, 12-22
Salmo 34:17-21, 23
Juan 7:1-2, 10, 25-30