¿Abuso o victima?



Las palabras de Jesús en el Evangelio de hoy podrían ser la descripción de una víctima o la descripción de un ministerio. ¿Cuál es para ti?  
Los intimidadores u otros abusadores nos dicen, en efecto: "¡Tienes que voltear la mejilla y dejarme pegarte otra vez! Se supone que no debes buscar retaliación o defenderte". Una víctima es alguien quien dice, en efecto: "Está bien para mí el resistirme a ser tratado así. Está bien para mí el escaparme. No está bien para mi llamar a las autoridades en contra a esta persona. Debo ofrecer mi sufrimiento a Jesús... eso es todo".

No importa como otros nos traten, Jesús no quiere que seamos victimizados por esto. Hay una diferencia entre hacer sacrificios santos, como Jesús hizo al convertirse en una víctima por nuestros pecados; y rendirse al victimismo.

Cuando permitimos que otros nos victimicen, nos estamos auto sirviendo: Nos estamos protegiendo del trabajo poco placentero de hacer que nuestros abusadores sean responsables por sus acciones. Pararse firmes ante las injusticias e imponer límites, es servir a otros:
Ayudamos a los abusadores dándoles la oportunidad para cambiar, y servimos a otras víctimas potenciales al protegerlas de un daño a futuro.

Si somos responsables de relaciones enfermizas o facilitadores de adictos; o si nos aferramos a lo que es fácil, de manera que no tengamos que hacer el trabajo duro de aprender nuevos patrones; o si estamos utilizando nuestros problemas para obtener la atención y simpatía como mártires, somos víctimas impuras.
No estamos sirviendo como instrumentos del amor sanador de Dios. 

Jesús quiere que tomemos injusticias y abusos y los convirtamos en ministerios. En el Sermón de la Montaña (Mt 5, 6, y 7), Él nos enseña cómo vivir una vida de ministerio, no de victimismo. Nuestra primera lectura es un ejemplo de cómo se supone que apliquemos nuestra lectura del Evangelio.

Pasan cosas maravillosas cuando vivimos de esta manera. Toma, por ejemplo, el momento en que un vecino me atacó verbalmente en repetidas oportunidades porque él creía erróneamente que mi perro estaba esparciendo su basura en la calle. Me amenazó con llamar a la Oficina de Control de Animales para que se llevaran a mi mascota. ¿Cómo Jesús quería que le diera la otra mejilla sin ser una víctima? 

Primero, sin ira, trate de explicarle que los mapaches eran los culpables pero, cuando se rehusó a creerme, busque la manera de ir un poco más allá. Limpie su basura cochina y la puse en uno de mis contenedores de basura que tenía una buena tapa con un lazo encima, y un mensaje explicándole que era un regalo. Después de eso, La Paz reino entre nosotros, aun cuando él dejaba sus contenedores de basura sin tapa y eran de nuevo devastados por los invasores de medianoche.

Al demostrar una actitud de perdón mientras se mantienen límites razonables y saludables contra el abuso, entonces y sólo entonces estaremos libres de convertirlo en un ministerio. Sólo en ese momento Cristo alcanza a los demás a través de nosotros y convierte el dolor de nuestro sufrimiento en un regalo con valor redentor.

¡Entonces ahora! ¡Qué maravilloso es contribuir a la redención de alguien más!

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Reflexiónes de las Buenas Nuevas
Lunes de la 11va Semana del Tiempo Ordinario
Junio 17, 2013


© 2013 por Terry A. Modica. Para cumplir con los derechos del autor de las Reflexiones.
 
Lecturas de hoy:
2 Co 6:1-10
Sal 98:1-4
Mt 5:38-4