¿Por qué Jesús habla tan severamente del adulterio?




Nuestra lectura del Evangelio de hoy, contiene un mensaje realmente duro: cualquier cosa en tu vida que afecta tus vulnerabilidades y contribuya a que peques, debería ser quitado, cortado, echado, terminado, detenido, sin lugar al "Bueno quizás por esta vez esté bien."

Unido a este mensaje, como una prioridad tope y una línea de base, es una advertencia sobre el adulterio. Si nosotros, siquiera miramos a alguien con lujuria, cometemos adulterio. Si tenemos un matrimonio válido pero nos divorciamos y nos volvemos a casar, cometemos adulterio (éste es el porqué la Iglesia requiere de las personas que primero prueben que no era válido antes de permitir un nuevo matrimonio.)
Cualquier cosa que contribuya al adulterio debería ser cortado, echado, terminado, detenido, sin lugar al "Bueno..."

¿Por qué es el adulterio tan tremendamente significativo como pecado? ¿Por qué Jesús habla tan fuertemente sobre él? ¿Por qué lo une a esta particular enseñanza? Porque las relaciones son la parte más importante de la vida. ¡No podemos llegar al cielo sin ellas! 

El Padre quiere - realmente, realmente, ansiosamente desea - pasar la eternidad en una relación hermosa con sus hijos. Jesús se preocupó hasta el punto de soportar una muerte dolorosa para asegurar nuestro futuro en el cielo. El Espíritu Santo trabaja para asegurarse que tengamos una buena relación con El aquí y ahora y por siempre. Y Jesús aclaró que el camino al cielo estaba cubierto del amor de unos por otros.

La lujuria destruye las relaciones. Cuando las personas son lujuriosas (en lugar de enamoradas), sus relaciones con Dios son ignoradas o - peor - rotas. Cuando una persona le impone su lujuria a otra, una víctima lastimada emerge.

Aún recordamos todos, demasiado bien, el escándalo de representantes de Cristo violando niños con su lujuria, y con derecho sufrimos porque Cristo mismo ha sido violado por esa terrible representación. Pero no menos adúltera es la lujuria hacia un adulto. No es ilegal, y tal vez es por eso que los oficiales de la Iglesia a veces ignoran este pecado en el sacerdocio. 

Después de todo vivimos en un mundo donde la lujuria consentida entre adultos es considerada "simplemente " una expresión de amor y una necesidad física importante; es descartada como normal y ¡aún saludable!. Nadie es víctima, pareciera, por lo tanto, por qué hacer barullo, especialmente cuando hay un número decreciente de sacerdotes para manejar el creciente número de Católicos.

Pero, HAY una víctima. La novia del sacerdote es su parroquia, y la lujuria es adulterio contra ella. Más aún, nuevamente, la lujuria es una violación de la imagen de Cristo. Destruye el mensaje de la fidelidad de Dios. La lujuria en cualquier forma hacia cualquiera es anti-evangelización.

Somos vasijas de barro, como dice en la primera lectura de hoy, vulnerables al pecado, perteneciendo demasiado al mundo, fácilmente rompibles. No obstante, guardamos un tesoro importante dentro nuestro: Dios. Con la ayuda del Espíritu Santo de Dios, podemos conquistar nuestros deseos pecaminosos y desarrollar un amor puro por Dios y fortalecer la fe, testimonio santo de amor por otros que ayuda a más gente a abrazar el amor puro de Cristoy alcanzar el cielo.

Reflexión de las Buenas Nuevas
Viernes de la 10ma. Semana del Tiempo Ordinario
Junio 14, 2013


Esta reflexión fue copiada con permiso de la autora, Terry Modica, y es utilizada bajo la responsabilidad de grupo católico Reflexiones para el Alma de Miami Fl. Fue publicada por Ministerios de La Buena Nueva, http://gnm.org/ReflexionesDiarias/index.html,
© 2012 por Terry A. Modica


La puerta de la fe

1.    «La puerta de la fe» (cf. Hch 14, 27), que introduce en la vida de comunión con Dios y permite la entrada en su Iglesia, está siempre abierta para nosotros. Se cruza ese umbral cuando la Palabra de Dios se anuncia y el corazón se deja plasmar por la gracia que transforma. Atravesar esa puerta supone emprender un camino que dura toda la vida.

2.    No podemos dejar que la sal se vuelva sosa y la luz permanezca oculta (cf.Mt 5, 13-16). Como la samaritana, también el hombre actual puede sentir de nuevo la necesidad de acercarse al pozo para escuchar a Jesús, que invita a creer en él y a extraer el agua viva que mana de su fuente (cf. Jn 4, 14).

3.    Año de la fe. Comenzó el pasado 11 de oct de 2012, terminará en la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, el 24 de nov de 2013.
4.    En esta perspectiva, el Año de la fe es una invitación a una auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador del mundo. Dios, en el misterio de su muerte y resurrección, ha revelado en plenitud el Amor que salva y llama a los hombres a la conversión de vida mediante la remisión de los pecados (cf. Hch 5, 31).
5.    Confiemos a la Madre de Dios, proclamada «bienaventurada porque ha creído» (Lc 1, 45), este tiempo de gracia.
                     BENEDICTUS PP. XVI (convocatoria al año de la fe)

Lecturas de Hoy:
2Cor 4, 7-15
Sal 116, 10-18
Mt 5, 27-32